Fran García vuelve al pasado

Un rayo se cuela en la oscuridad de Fran García. Su Rayo. Porque el lateral atraviesa un momento delicado: no es titularen Liga desde el derbi en el Metropolitano, el pasado 24 de septiembre. Una noche aciaga para el bloque, pero catastrófica en lo personal. Le supuso un paso hacia atrás enorme y desde entonces, van 42 días sin empezar un partido de la competición doméstica. Agua ante Las Palmas (jugó Mendy), nada ante Girona (Ancelotti prefirió a Camavinga, su clásico as bajo la manga), nada ante Osasuna (Mendy), tres míseros minutos frente al Sevilla (el titular continuó siendo Ferland) y absolutamente nada en el Clásico, cuando ante la lesión de Mendy... el recambio volvió a ser Camavinga, pese a que le pese jugar ahí.

Fran empezó siendo indiscutible: titular en las seis primeras jornadas de Liga. Pero un monstruo vino a verle en forma de Cívitas y desde entonces, lo citado. Un lento ocaso que tuvo un dorado paréntesis: De La Fuente lo llamó en el último parón de selecciones, jugando la segunda parte ante Escocia y el partido entero frente a Noruega. Eso y Braga han sido sus únicas apariciones. Pero esta noche la espera pone punto y final: Mendy está lesionado y sin Tchouameni, Camavinga apunta al pivote, por lo que el lateral izquierdo será, de nuevo, para el de Bolaños de Calatrava.

Un partido especial, pues se enfrenta a su ex equipo, aquel que le rescató en plena pandemia. Porque tras el confinamiento, la Segunda B no se reanudó y, aun así, el Rayo acometió su fichaje. Sin importarle la inactividad (desde marzo no jugaba). Confiaba en su fútbol y logró su cesión. “La situación que había en ese momento (por el coronavirus) era compleja, ya que llevaba parado desde febrero y cuanto más tardase, peor. A la gente de mi entorno le comentaba que me sentía como si tuviese una lesión de rodilla, ya que llevaba 5-6 meses sin jugar y no sabía cómo iba a volver”, apuntó en una entrevista con Union Rayo.

Más que un barrio, una familia

En Vallecas caló como un hijo. En su primer año disputó 43 partidos y fue clave para ascender a Primera (heroica en Montilivi), en su segundo, 39 (titularísimo en el camino hacia la casi final de Copa) y en la tercera, 40 (el casi ‘EuroRayo’). Fueron tres temporadas de ensueño en el humilde, pero bravo, barrio, en las que él fue indiscutible. Un pilar. Su gran rendimiento le hizo regresar al Real Madrid, el que siempre fue su gran sueño, nunca lo ocultó. “Ojalá algún día pueda volver”, esbozaba en entrevistas, sentado en la Ciudad Deportiva de la Franja.

Nunca molestó su actitud, porque nunca escatimó una gota de sudor. Mientras jugó en el Rayo, se vació para defender los colores y ese es el primer mandamiento de la afición. Es un jugador enormemente querido, que salió bien y al que aplaudirán en su regreso. De momento, esta noche, lo que le espera es enfrentarse por primera vez al Rayo Vallecano (la visita al barrio será a mediados de febrero). Una oportunidad de oro para reivindicarse, tras 42 días sin ser titular en Liga. Sentimientos aparte, le urge dar un golpe sobre la mesa.

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