Este Celta es una Fortuna

Uno de los mantras más repetidos por Rafa Benítez la temporada pasada era la insistencia en señalar que los jugadores del filial no estaban preparados para dar el salto al primer equipo. “Primera RFEF no es Primera División”, repetía una y otra vez el madrileño. Claudio Giráldez se ha empeñado desde el primer día en llevarle la contraria y el tiempo ha tardado poco en darle la razón. El partido de este mediodía contra el Valladolid solo fue otro saco de razones para el porriñés, que alineó hasta seis jugadores formados en el Fortuna desde el inicio y luego añadió a Damián. Todos fueron clave en este nuevo triunfo del Celta, que 27 años después arranca la Liga con tres victorias en Balaídos.

La conexión de A Madroa tardó poco en activarse. A los siete minutos, Pablo Durán cabeceó alto un centro de Sotelo, en lo que fue el primer aviso para un Pucela que todavía seguía en el hotel. Los chicos del Fortuna regresaron con más leña al fuego poco después y esta vez la mecha sí que prendió Hugo Álvarez se apoyó en Pablo Durán para fabricar un gol de muchos quilates. El ourensano controló dentro del área, sonrojó a Luis Pérez con un caño y batió por bajo a Hein. Un gol que hace poco disfrutaban en Primera Federación, ahora da la vuelta a toda Primera División.

Y si estaban hartos de tanto chico Fortuna, aún quedaban más raciones. En esta ocasión se reivindicaron los viejos rockeros, Aspas y Borja Iglesias, que siguen aguantando como veinteañeros. El moañés aprovechó un gran pase de Hugo Álvarez para sacar el misil con su mágica zurda. Hein le aguantó el envite, pero no pudo hacer nada con el martillazo a placer de Borja Iglesias, que le ganó la batalla aérea con mucha facilidad a Lucas Rosa para celebrar su primer gol en Balaídos. El máximo goleador histórico del filial celeste al fin pudo estrenarse con el primer equipo en casa.

La primera parte fue una sesión de baño y masaje para el Celta, una sala de tortura para el Valladolid. Los de Pezzolano dimitieron en masa en el primer acto, como queriendo evidenciar que lo de Barcelona no había sido un accidente. Fue una actuación impropia de un equipo de Primera. La situación cambió radicalmente en la segunda parte, sobre todo gracias a la entrada de Raúl Moro en el campo. El joven extremo catalán debería llevarse hoy el sueldo de muchos de sus compañeros. Y es que nada más salir al campo gestó el tanto que metía al Valladolid en el partido. Ganó un balón en largo y aprovechó el buen pase de Amallah para ajusticiar a Guaita.

El gol y las continuas internadas de Raúl Moro metieron el miedo en el cuerpo a los celestes, que pasaron de tener una tarde plácida a ver peligrar el marcador. Los pucelanos estuvieron cerca del empate en un tiro de Lucas Rosa, que se marchó desviado por centímetros. Sin embargo, una entrada temeraria de Mario Martín a Swedberg supuso la roja para el jugador cedido por el Real Madrid y ahí se acabaron todas las esperanzas blanquivioletas.

El Celta encontró la sentencia en otra jugada con protagonistas de la casa. Fue en una jugada ensayada, en la que Aspas dejó pasar el córner sacado por abajo de Mingueza, Damián asistió a Marcos Alonso y este fusiló a Hein, cuyo rechace aprovechó Javi Rodríguez para anotar el tercero. Sin embargo, el fuera de juego semiautomático decretó posición ilegal de Marcos Alonso, que tenía el tacón más adelantado. Al Celta le tocó sufrir cinco minutos más, el tiempo que tardó Douvikas en aprovechar el genial pase de Aspas para, esta vez sí, sentenciar el encuentro.

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