El Valencia sobrevive en la fiesta de Joaquín

La fiesta de Joaquín fue también una fiesta para el Valencia. El equipo de Baraja firmó su permanencia en Primera en el gran día del adiós a una leyenda. Joaquín lloró, se emocionó, igualó el récord de Zubizarreta y se marchó entre lágrimas con el Villamarín rendido a sus pies. Para el Valencia, su noche de supervivencia tuvo algo más de suspense desde que Ayoze marcó en el primer minuto y hasta que su niño de oro, Diego López, firmó un empate que bien valió una respiración. Todos sonrieron en Heliópolis. El Valencia estaba destinado a seguir en este primer escalón pese a su sufrimiento. Y Joaquín ya tenía dibujadosu destino desde mucho antes.

No tardó ni un minuto el Betis en dejar claro que no iba a ser un invitado en la escena de nervios del Valencia. Miranda lanzó un servicio en largo medido para que Ayoze le ganara la carrera tanto a Thierry como a Diakhaby y punteara el balón para batir a Mamardashvili. Heliópolis quería alegrías en la fiesta de Joaquín. El Valencia, tocado desde el arranque, reaccionó con corazón. Samuel Lino probó a Bravo con inocencia y poco después fue Almeida el que trató de ajustar su disparo sin que el chileno dudara. En ese despliegue de ganas, Javi Guerra se agigantó. El canterano fue vertical y dañino mientras William Carvalho trataba de dar calma al juego del Betis. Otro canterano, Diego López, exponía ya valentía desde el inicio. Había espacios. Y casi todos los quiso Lino.

Los de Baraja trataron de no perder la cordura. Había tiempo y las urgencias, en ese momento, tampoco parecían dispararse. Los de Pellegrini, mientras, se asociaron en sus salidas de balón para tratar de encontrar la chispa de Joaquín y la mordiente de Borja Iglesias. Pero era Ayoze el más certero. El canario elegía mejor, desbordaba mejor y pausaba mejor. Enfrente, Samu Lino seguía liderando su batalla particular y tuvo una nueva opción de batir a Bravo con su diestra sin ser capaz de ajustar su puntería. El descanso sirvió de aliento al emocionado Joaquín y de reflexión para un Valencia que miraba de reojo a Valladolid y a unas cuentas indeseadas pero inevitables.

En la reanudación más detalles de Ayoze y poco fútbol en un Valencia intenso pero nada incisivo. Se encontró cómodo el equipo verdiblanco por momentos, que sin tensión mantuvo su ritmo con Canales a los mandos. El envite tuvo su instante más emotivo a las puertas del minuto 60. Ahí se detuvo el mundo. Joaquín disparó sus lágrimas y el Villamarín se rindió al portuense para que abandonara el césped por última vez. Esos abrazos casi infinitos parecieron invitar al Valencia a la reacción. Lo hizo a base de estampidas y de atrevimientos impetuosos. En uno de esos arrebatos apareció Nico para arrebatar un balón a Ayoze y dibujar un pase perfecto para Diego López, que no falló en la definición ante Bravo. Otra vez uno de los niños de Baraja para apagar cualquier amago de incendio que pudiese originarse.

El cierre dejó fuera de la partida a Musah por una entrada agresiva sobre Edgar cuando sólo llevaba cuatro minutos sobre el césped. Apretó entonces el Betis, que colocó a Juanmi junto al ‘Panda’ y dio entrada al joven Juan Cruz. Había ansias de victoria en los verdiblancos y ganas de cerrar la campaña en un Valencia que respiraba sin querer dejar de suspirar. Pero el final de la historia tenía ya su destino resuelto. El del Betis ya estaba escrito mucho antes. El del Valencia lo lleva a la supervivencia. A un nuevo billete para rehacer lo que quizás hizo demasiado mal.