REAL MADRID

El ruido pasa factura

Fuera del Bernabéu, Vinicius se apaga: lleva ocho salidas seguidas, en Liga, sin marcar. Desde que vive en el ojo de la polémica, es otro. Menos goles, menos asistencias y más faltas

Madrid

Vinicius cada vez baila menos. Es una teoría que se podría explicar fácil con un simple gráfico: a más ruido, menos rendimiento. Inevitable, casi lógico. Uno se distrae por inercia. La vida de Vinicius ha tenido barahúnda desde el primer día: ‘no vale ese dinero’, ‘falla todas las que tiene’, ‘no es un buen regateador’... y ahora, ‘es un provocador’. Ha crecido con un enorme runrún social en torno a su figura. El quid de la cuestión es que, a nivel personal, esta temporada se le ha detectado un cambio de actitud: antes hacía oídos sordos, ahora no. Una nueva postura con la que hasta el propio Ancelotti está disconforme, autor de numerosos ruegos en rueda de prensa: “Es joven y tiene que aprender ciertas cosas” o “debería centrarse sólo en el fútbol”. Incluso en pleno partido, Carletto le ha llegado a pedir que no hable. “¡Juega! ¡Juega!”, gritó en San Mamés.

Vinicius, en Son Moix.NurPhotoGetty

Es una relación de cariño... con sus tirones de orejas. Mis cuatro nietos tienen su camiseta y no quieren otra”, fue la última caricia del técnico. Horas después, lo acompañó disimuladamente a vestuarios para cerciorarse de que no hacía nada. Y pese a ello, lo hizo: beso al escudo y alardeo a la grada. No le gustan esos gestos a Ancelotti. Pero el incendio ha alcanzado tal temperatura, que parece utópico sofocarlo. Porque los dedos acusatorios se cruzan y cada uno tiene su argumento. ‘Es él quien echa leña al fuego’, dicen desde un bando. Por el otro, quienes defienden a Vinicius, en Mallorca acabaron casi más prendidos que el propio futbolista. Fue el culmen: recibió diez faltas (¡diez!), en un nuevo récord. Ningún jugador del Real Madrid recibía tantas en un partido de Liga desde hace una década (Isco, en 2013). ‘¿Y todavía es su culpa?’, replican.

¿Cuándo empezó todo?

Es difícil de concretar, pero en lo que respecta a esta temporada, el 11 de septiembre de 2022 supuso un punto de inflexión. El Mallorca viajó al Bernabéu; una tarde movidita para Vinicius. “¡Pégale! ¡Pégale!”, gritó el Vasco Aguirre desde el banquillo, desesperado por que alguien lo frenase. Vinicius lo escuchó y sin dudarlo un segundo, corrió enloquecido a reprochárselo. En aquel partido se las tuvo con Raíllo, Jaume Costa, Maffeo, Valjent... hasta que marcó y, sí, bailó. Muchos interpretaron esa celebración como una provocación. Y nació el debate: hasta estrellas como Neymar salieron a defenderle, naciendo el movimiento #BailaViniBaila. Unas semanas después era el derbi en el Metropolitano y el runrún sobre un posible baile allí, avivó el debate. No marcó.

Vinicius baila tras marcarle al Mallorca, el 11 de septiembre de 2022.Angel MartinezGetty

Pero todo lo previo al partido, fue triste. De tocar fondo. Porque entró en escena el racismo: desde declaraciones en televisión hasta un muñeco en los aledaños. Y Vinicius fue empujado al cenital de los debates, de las tertulias, de las portadas. Pasó a ser el tema de conversación principal en cada reunión y el protagonista, cada vez que tocaba el balón, en cada partido. Esa cantidad de miradas sobre él subió la intensidad de lo que le iba sucediendo. Y números en mano, desde esa supernova mediática, fue perdiendo eficacia, en detrimento de la cantidad de faltas. Unos a menos y las otras, a más. Él -y Ancelotti- demandan más protección; alegan que marca y asiste menos, porque no le están dejando casi jugar.

Radiografía

Y lo cierto es que los números escenifican un evidente bajón en su rendimiento. Lleva ocho partidos seguidos, en Liga, sin marcar fuera de casa: su último fue en Cornellà-El Prat, justo antes de la tarde ante el Mallorca. Sin embargo, en el Bernabéu las cosas fluyen más: siete goles, desde el mismo punto de partida. Es ante la presión de los estadios ajenos donde parece menguar su desparpajo. Nada en el Metropolitano, Getafe, Elche, Vallecas, Valladolid, Villarreal, Bilbao y Mallorca. Y con nada, es nada: ni goles ni asistencias. Cero. En 2023, además, está mostrando una versión más caldeada: ha visto la amarilla en cuatro de los nueve partidos. No estará el 15 de febrero ante el Elche, consecuencia de cumplir ciclo de amonestaciones. Sí en el Mundial de Clubes, donde lejos de LaLiga, parece ser más feliz. Hay menos ruido y curiosamente, a más silencio, más bailes.

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