VALENCIA

El puzle de Corona

La dirección deportiva encaja las piezas en su margen de coste de plantilla para satisfacer a Baraja.

David González

La planificación del Valencia está siendo como encajar un puzle y hasta la fecha toma forma. De Singapur regresaron en febrero Layhoon Chan, Inma Ibáñez y Javier Solís con una hoja de ruta económica y en base a ella se está actuando. La diferencia sustancial con respecto a los últimos años es que no había urgencia de traspasar a nadie antes del 30 de junio y, sin embargo, sí había cierto margen en cuanto al coste de plantilla que permite Peter Lim. Así, lo primero, la no urgencia de ventas, porque para cuadrar presupuesto por sus propios medios (sin inyección de Lim) el Valencia tiene de tiempo hasta junio de 2025, se traduce en un “no vamos a malvender” y así está siendo de momento; mientras que lo segundo, ese ligero margen de maniobra que obliga a un encaje de piezas dentro del coste de plantilla, se ve reflejado en el modus operandi de actuación de Miguel Ángel Corona.

El Valencia de Baraja ha vuelto al trabajo con todos los que estaban menos los tres cedidos que acababan contrato (Yaremchuk, Amallah y Peter Federico) más Dimitrievski y César Tárrega. Entre medias, además, el club ha renovado al mencionado Tárrega, a Jesús Vázquez, Cristian Rivero, Hugo Duro y al propio entrenador. Eray Cömert, con el que no se contaba, se marchará como cedido al Real Valladolid; está al caer Rafa Mir, el ansiado fichaje de un delantero y más en el caso concreto del murciano que solicitaba Baraja; y una vez se cierre la llegada de Mir, se pondrá el foco en Luis Rioja. Todas esas operaciones tienen dos patrones en común: uno, la cirugía financiera para evitar sangrados en el coste de plantilla; dos, la voz y voto de Baraja en la planificación, reclamo del técnico en las conversaciones durante su renovación.

La dirección deportiva del Valencia afrontó el inicio del verano a sabiendas de que disponía de cierto margen de maniobra, el que le daba los seis meses de contrato que dejó de pagarle a Gabriel Paulista con su marcha al Atlético de Madrid y lo que tenía estipulado Koba que iba a percibir la temporada que viene (tenía contrato hasta 2025). Lo ingresado por el traspaso de Koba (unos 2,5 millones) no cuenta en este apartado, porque eso se destina a reducir la partida de venta de activos del presupuesto. Con el dinero de esos salarios, el Valencia tenía posibilidad de ir al mercado de futbolistas que iban a acabar contrato y lo hizo con Dimitrievski, una operación estratégica para reforzar la portería y anticiparse así a posibles ofertas que puedan llegar en cualquier momento del verano por Mamardashvili. Y una vez fichado al macedonio, el foco se puso en las renovaciones.

La prioritaria era la de Rubén Baraja, pieza angular del proyecto. La ampliación contractual del entrenador hasta 2026 llevaba implícita una mejora salarial con carácter inmediato. Esa subida, obviamente, había que encajarla también en el coste de plantilla, de ahí que no se concretó ninguna otra operación que afectara al montante de salarios hasta que se cerró la renovación de Baraja. En especial la de Hugo Duro, porque las de Tárrega, Rivero o Jesús Vázquez apenas alteran el coste de plantilla, pero la ampliación del delantero hasta 2028 sí conlleva una sustancial mejora salarial, aunque en términos contables se ‘compensa’ por el prorrateo de la amortización de su traspaso. Y con todas esas renovaciones encajadas... llegó la hora de volver a ir al mercado.

La primera parada, como desveló AS, era volver a llamar a la puerta de Rafa Mir. Al Valencia le sobraban los motivos para hacerlo. Es el delantero que quiere Baraja; es un jugador que quería volver a Mestalla y para ello estaba dispuesto a renunciar a parte de su salario; y es un activo con el que no cuenta el Sevilla, cuyo valor de mercado a mermado por su rendimiento de los últimos dos años, un club que tiene que reducir cuanto pueda su coste de plantilla tras quedarse fuera de Europa. En términos económicos, el Valencia disponía de unos dos millones de euros para destinar en Rafa Mir, que ‘salen’ de lo que percibía principalmente Yaremchuk. Cabe recordar que el Valencia, una vez se cierre la cesión, no abonará ninguna cuantía al Sevilla por la presente temporada ni tiene obligación alguna de ejecutar la opción de compra.

Precisamente esos dos millones son los que sabía el club que tenía de margen desde hace meses y de ahí que se llegara a valorar la idoneidad o no de ejecutar la opción de compra por Peter Federico, aunque finalmente se decidió destinarlos en otro perfil de refuerzos. Y una vez cerrada la operación Rafa Mir, el Valencia profundizará en la contratación de Luis Rioja, uno de los extremos prioritarios para Rubén Baraja por su experiencia y prestaciones. La salida de Eray Cömert rumbo al Real Valladolid, liberando aproximadamente 1,5 millones en el coste de plantilla, es lo que permite al club de Mestalla tratar de acometer su contratación. Otra prueba más de ese encaje de piezas de puzle con el que está planificando Miguel Ángel Corona, que si cerrara la contratación de Rioja daría por ‘cerrada’ de momento la ventana del mercado a expensas de puestos a reforzar posteriormente dependiendo de las salidas que puedan darse.

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