El penalti, Cavani y Mamardashvili

Sevilla y Valencia ofrecieron un espectáculo mayúsculo de intensidad y emoción. Una parte para cada uno, como últimamente acostumbran a ser los partidos del Valencia, aunque obviamente si hubo reparto de puntos fue por Bono. Gayà pudo celebrar su renovación, que se anunciará en horas, dándole la victoria a los suyos, pero el portero hispalense le acertó sus intenciones y el penalti se quedó en nada. Esa última acción da cierta dosis de amargura al punto sumado por los blanquinegros en el Pizjuán, pero el empate fue justo, porque pudo ganar el Valencia como también pudo hacerlo el Sevilla. Otra primera parte memorable del Valencia de Gattuso, cuya propuesta e intensidad sorprende a cualquiera (Sampaoli hizo su primer cambio a la media hora). Pero otro segundo tiempo de sufrimiento y mala lectura del juego por parte los ché. El Valencia perdió el control del balón, de su zona de acción y presión. Es un equipo que lo pasa fatal cuando defiende en zona baja y más cuando le asedian los rivales con centros laterales. Eso sí, es más fácil con el tiempo corregir los desajustes de la segunda que hacer todo lo bueno que hizo el equipo en la primera ante un Sevilla en su casa. Paciencia, que Roma no se construyó en dos días.

Cavani es un rara avis en este Valencia de Lim, un fichaje de otra época. El Valencia no tenía un delantero con el instinto en el área del uruguayo desde que se fuera David Villa. El centro de Foulquier fue una delicia, pero había que estar ahí para rematarlo y hacerlo con la mordiente que lo hizo el Matador, cuyo cabezazo no dio opción a Bono. Pero Cavani para este Valencia es mucho más que gol, que no es cosa cualquiera. Cavani es un hermano mayor, una voz amiga, una pista en un acertijo, un cromo de coleccionista para los rivales y una persona de la alta sociedad para los árbitros. Cavani grita, indica, presiona. Con Cavani a su lado, los jóvenes se hacen mayores, se sienten importantes. Hasta Ilaix se atreve a salir en la foto del arquero y Cavani tan contento de que lo haga. Dejad que los niños se acerquen a él y bienaventurados los que aprendan con él. Su único lunar es que no está aún para 90 minutos y los partidos sin él se hacen largos.

El Valencia de Gattuso tiene buena parte de lo que todo equipo necesita para ganar partidos, en su caso para no perderlos (cinco jornadas sin conocer la derrota): delantero y portero. Con Cavani y Mamardashvili se estaba imponiendo hasta el gol de Lamela en las zonas donde se resuelven los partidos: las áreas. Lo del georgiano fue como comprar un cuadro de Picasso cuando el genio hizo su primera exposición en La Coruña con 13 años. Gattuso hizo bien en darle una “hostia” a Mamardashvili por pedirle perdón por su error contra el Elche, porque es un portero de los que da puntos. Sus dos paradas a Rafa Mir en la primera mitad son de las que mantienen la fe de un equipo y desesperan a los delanteros contrarios. Su actuación en el Pizjuán hace justicia a su valía, porque fue allí donde pasó el año pasado su peor experiencia como profesional y que le hizo empezar de cero con Bordalás.

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