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El otro internacional canadiense que vistió de blanquivioleta

Cyle Larin militará, al menos hasta junio, en el Real Valladolid, en cuya cantera pasó varios años Keven Alemán, excompañero suyo con la selección.

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Hay fechas que permanecen en la memoria grabadas a fuego, que provocan un “¿dónde estabas entonces?” que salta de la canción a la memoria. Dónde estabas cuando murió Lady Di o dónde estabas cuando cayeron las Torres Gemelas son dos de las que han marcado la generación del arriba escribiente; por no hablar del reproche verbalizado por El Último de la Fila, añadiendo el icónico “cuando tanto te necesité” de su canción ‘Insurrección’. Frente a esa pregunta hay respuestas erróneas o de desconocimiento, como las que seguramente darían los 8.500 aficionados que fueron al Canadá-El Salvador jugado en Houston el 8 de octubre de 2017.

Aparentemente la fecha no dice nada; probablemente, tampoco para quienes jugaron aquel día. Al fin y al cabo, se trataba de un partido de soccer, en un país ajeno al de los dos que jugaban el amistoso. A decir verdad, no tuvo mucha historia. No la tiene, aunque 57 caprichosos segundos evitaron una curiosidad: la coincidencia en el campo de Cyle Larin y Keven Alemán. Tampoco es que haya que llevarse las manos a la cabeza, aunque ese brevísimo espacio de tiempo, transcurrido hace más de un lustro, en un hecho acontecido a más de 8.500 kilómetros de Zorrilla, hizo que no coincidieran sobre el campo dos jugadores unidos por la blanquivioleta.

Porque sí, el flamante fichaje procedente del Brujas es el primer canadiense que saltará al verde de la Avenida Mundial ‘82, pero no será el primero que defienda el escudo (en realidad; un escudo) del Real Valladolid. Unos cuantos años antes, hace casi una década, un compatriota suyo jugó en el club, en su caso, en las categorías inferiores. Se trata del mencionado Keven Alemán, jugador nacido en San José de Costa Rica, pero criado en Canadá, cuyo techo alcanzado fue el Promesas, con quien ascendió a Segunda División B en 2014. No es la única coincidencia entre los dos, puesto que ambos salieron del Toronto City, desde donde Alemán recaló en Los Anexos en 2011, concretamente, en el juvenil.

Las fuertes restricciones legales hicieron que no pudiera debutar hasta cumplir la mayoría de edad. Entretanto, en su país nunca se olvidaron de él y de su participación en el Mundial sub’17. Canadá vivía entonces, con las esperanzas habituales de un proceso de cambio, la primera etapa de la evolución de su fútbol, orientada a volver a tener una experiencia en la élite como la de este otoño en Catar. En ese contexto, se abrió la puerta a jóvenes talentos como Keven, que fue directamente citado para la Copa de Oro de 2013, en la que debutó sin haberlo hecho todavía en el filial vallisoletano: tuvo ocho minutos en la derrota frente a México de la segunda jornada.

Pero las cosas no salieron, y desde la federación del país de la hoja de arce se apostó por un contrastado técnico español: Benito Floro. Bajo sus órdenes, el todavía blanquivioleta jugó en septiembre dos amistosos, de cuyo retorno se demoró, lo que dificultó su presencia en el Promesas que acabaría ascendiendo, entonces dirigido por Javier Torres Gómez. Como en Los Anexos no era protagonista, tardó en volver; hasta mayo, aunque no dispuso ni un minuto. Sí lo hizo Cyle Larin, que disputaba su segundo partido. Coincidieron, por tanto, en la concentración. No así en el verde, donde no llegaron nunca a compartir formación.

El filial subió, Alemán se marchó a Costa Rica y los años pasaron, hasta que llegó aquel 8 de octubre de 2017. El exblanquivioleta llevaba más de tres años sin ‘pisar’ la selección y Benito Floro ya no estaba. Octavio Zambrano debutaba al mando de la selección seleccionador el día de autos y citó tanto a Keven Alemán como a Cyle Larin, que ya superaba la veintena de apariciones con Canadá y había marcado algún gol. Contra El Salvador fue titular, pero fue sustituido en el minuto 52 por Anthony Jackson. El juego se reanudó y, en la siguiente pausa, entró Alemán, en el lugar de Jonathan Osorio. 57 segundos, nada más, transcurrieron entre un momento y otro, un lapso breve y casual que hizo que no coincidieran en el campo los dos únicos canadienses de la historia del Real Valladolid.

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