El músculo social de Mestalla: media de 40.000 espectadores

Mestalla está a pocas semanas de cumplir 100 años y en sus gradas se han celebrado multitud de goles del Valencia, aunque no tantos con el énfasis con el que se festejó el de Javi Guerra en el descuento contra el Valladolid. Ese gol lo tiene todo para convertirse en eterno, como el de Forment en la Liga de 1971, el de Miguel Tendillo cuando se evitó el descenso en 1983, el de Robert Fernández al Real Madrid en 1992, el de Juan Sánchez al Leeds en la semifinal de Champions de 2001 o los de Rubén Baraja al Espanyol en la Liga que se ganó con Benítez en 2002. Un gol de los que se recuerdan diciendo: “Yo estuve en Mestalla”.

Pero el gol de Javi Guerra, obviamente, estará en los altares de la historia si sirve para algo, es decir, siempre que el Valencia logre la permanencia. Y ha quedado claro que ese partido lo está jugando también su afición, que en una mano lleva la bufanda del sentimiento de pertenencia y en la otra la pancarta del ‘Lim Go Home’, porque su papel en la lucha por la permanencia lo cumple en paralelo a su unánime repulsa a la gestión del máximo accionista del club.

El pasado jueves, día laborable y en horario de 19:30 horas, Mestalla registró la tercera mejor entrada de la temporada: 42.032 espectadores. Tal asistencia solo queda por detrás de las visitas este año a Valencia del FC Barcelona (46.055) y Atlético de Madrid (43.910), dos partidos que son de los señalados por todo aficionado en el calendario y dos equipos a los que también suelen acompañar centenares de seguidores a los estadios, que incrementa la asistencia de público en la grada reservada a aficiones visitantes.

En Mestalla ya se han disputado esta temporada 16 partidos y la media de asistencia roza los 40.000. En concreto, 39.959 espectadores de media. Analizando jornada a jornada, la respuesta del público refleja también la montaña rusa de emociones en la que está habitando este curso el Valencia. Así, hasta el parón por el Mundial, cuando el efecto Gattuso había enganchado al público gracias a goleadas como la del Getafe (5-1) o Celta (3-0), en seis de los ocho partidos jugados hasta finales de octubre en Mestalla se superó la frontera de los 40.000 espectadores:

La cosa cambió a la vuelta de Qatar. Los resultados en Liga empezaron a torcerse, las sensaciones eran de otro año perdido, con otra prueba de inaptitud en el mercado de enero, con el público cayendo en la desesperación con el ‘tiki-taka’ sin caldo de Gattuso y una eliminación en Copa que encendió a la grada por la forma. De hecho, tras esos cuartos de final, en los partidos de Liga contra Almería (33.507) y Athletic de Bilbao (36.885) se registraron las peores asistencias del curso. Tales datos significan que para esos partidos apenas se vendieron entradas, es decir, fueron los socios y no todos (entorno a 36.000 tiene este año el club). Hay que recordar que el día del Athletic se secundó una protesta de LibertadVCF para no acceder al estadio hasta el minuto 19, participando de esa iniciativa miles de aficionados.

La llegada de Baraja tuvo un efecto de enganche y su mensaje de la amenaza real del descenso caló. Tras su debut con derrota en Getafe, el valencianismo empezó a asimilar que el descenso a Segunda División era un ser de carne y hueso y no solo un fantasma que revoloteaba Valencia por la gestión de Lim. Y desde entonces el público se metió en su papel de jugador número 12. Real Sociedad (37.570), Osasuna (37.888), Rayo Vallecano (39.867), Sevilla (39.759) y Valladolid (42.032). A todo ello hay que sumarle los multitudinarios desplazamientos a Almería (casi un millar), Elche (cerca de 5000) y el próximo a Cádiz (se agotaron en apenas dos horas las 500 entradas disponibles).

Mestalla no se olvida de Peter Lim, al que le recuerdan cada minuto 19 que no le quieren, si bien, su comprensión, condolencia y comunión con el grupo de chavales que dirige Baraja está siendo ejemplar. Mestalla está viviendo este final de Liga con idéntico sentimiento de pertenencia al de las últimas finales de Copa del Rey que ha jugado en Sevilla contra el Barcelona o el Betis, demostrando una vez más que ese músculo social que tiene el Valencia CF es lo que le hace ser un grande… incluso cuando se empeñan en hacerlo pequeño.