El modelo Silva vs el caso Vázquez
El Valencia potenció la progresión del canario con su cesión al Eibar, una política que ha dejado de lado en el caso de Jesús Vázquez.
David Silva no estará este sábado en Mestalla con la Real Sociedad, aunque su recuerdo como futbolista permanecerá siempre por Valencia. Además de por su fútbol, el caso David Silva es un ejemplo de gestión, aunque con casualidades, como contaremos más adelante. Pero es un ejemplo desde su captación hasta su traspaso, aunque los casi 30 millones de su venta parecen pocos visto lo mucho que le dio él al Manchester City. Pero el Valencia, al Mago de Arguineguín, le sacó rendimiento deportivo y también económico, la mezcla perfecta en el fútbol. Y en ese camino que recorrió Silva en Valencia hay una etapa clave: su cesión al Eibar y también la posterior al Celta. Esa fue una fase trascendente en su formación como futbolista que, al menos este año, se ha perdido con Jesús Vázquez por las cosas de Peter Lim.
David Silva llegó al Valencia en 2000. Tenía 14 años. El canario, que tiempo antes había sido rechazado por la cantera del Real Madrid por su envergadura, tenía también una propuesta del Tenerife, aunque pesó más el pedigrí que tenía el Valencia a principios de Siglo XXI. Sus inicios no fueron fáciles. Le costó adaptarse a vivir en la residencia de la Ciudad Deportiva y su familia planteó que regresara a casa. García Pitarch y Manolo Torres, director deportivo y de la escuela por aquellos tiempos, apostaron por la permanencia de Silva en el Valencia. “Su talento era increíble y teníamos que evitar que se volviera a Arguineguín”, recuerda García Pitarch. Así, convencieron al gerente Manuel Llorente para que el Valencia pusiera un piso de alquilar a disposición del canario para que viviera con su madre y hermanos y después para que se le hiciera un contrato laboral a su padre, que era policía, en la Ciudad Deportiva. Así fue como Silva empezó a despuntar en un cadete que se proclamó campeón de España y en el que jugaban, entre otros, Sisi, Albiol, Montoro o Ruz.
“Llegó con 14 años, le costó adaptarse a vivir lejos de la familia, pero su talento era increíble y teníamos que evitar que se volviera a Arguineguín”
El Valencia, para potenciar aquella camada de talento, se hizo con la licencia del Gimnástico, club que militaba en Tercera División. El salto a la Segunda B, categoría en la que estaba el filial que entrenaron en esos años Voro González y después Robert Fernández, podía ser demasiado para esos chavales de apenas 17 años y de ahí la decisión de club. Aún así, Silva acabó jugando 9 partidos con el Mestalla. Pero al terminar esa temporada, el propio futbolista entendió que era hora de dar un paso al frente en su carrera. “Fue David el que dijo que él quería salir cedido a una categoría superior”, recuerda su padre Fernando Jiménez. Y apareció la opción del Parma.
“Fue David el que dijo que él quería salir cedido a una categoría superior y Arrigo Sacchi estuvo cerca de llevárselo al Parma”
Arrigo Sacchi, que en esos años era asesor del club italiano, recomendó el fichaje de Silva. Sacchi había estado en el Europeo Sub-19 que se disputó en Suiza, en el que Silva participó con España a las órdenes de José Ufarte. El italiano fue a tomar nota de Raúl Albiol, así como de otros mediocentros, aunque fue el canario quien cautivó a Silva. El Valencia, con Federico Pastorello de intermediario, llegó a un acuerdo a través de Eduardo Maciá para la cesión por dos años del canario, si bien, la crisis que asoló al Parma ese ejercicio tiró para atrás la operación. Aquí una de esas casualidades que tiene el fútbol, porque entonces apareció a mediados de agosto la opción del Eibar, club clave en su crecimiento como futbolista.
El agente del futbolista, Amadeo Rangel, llamó a la puerta de varios clubes de Segunda División y fue el club vasco, a través de su secretario técnico Javier Pérez, que buscaba un zurdo que no tenía, quien sin apenas conocerle confió en las prestaciones que podría darles Silva. “No dudó ni un instante, me dijo: ‘sí, le queremos’”, recuerda el agente. En el Eibar se puso a las órdenes de Mendilibar y allí creció como futbolista y persona. Jugó 35 partidos, 32 como titular, 25 completos, un total de 2.822 minutos. Allí maduró y aprendió cosas rutinarias de la vida, como quitar la nieve y el hielo del parabrisas del coche, algo que en Canarias o en Valencia jamás imaginaría.
“Nos decantamos por el Eibar porque Javier Pérez (secretario técnico) no dudó ni un instante: “Sí, le queremos”, me dijo”
“David lo que quería era competir, mejorar, demostrar que su sitio estaba en la élite, no entiendo que a los chavales que hoy en día son reacios a salir de su zona de confort”, comenta Fernando Jiménez. “Entrenar con Garitano, Moisés, Joseba Llorente… estar a las órdenes de Mendilibar, en un equipo con la filosofía del Eibar… eso curte y allí demostró su gen competitivo”, comenta Javier Subirats, director deportivo del Valencia en el verano que acabó su cesión en el Eibar y que fichó a Quique Sánchez Flores como entrenador. En la plantilla blanquinegra estaban Pablo Aimar y Vicente Rodríguez, así que se decidió que lo mejor era que Silva viviera otro año en calidad de cedido, aunque en un Primera. Él tenía sus preferencias, la principal el Celta. Pero al canario se le incluyó como parte del acuerdo con el Getafe para el fichaje de Quique y se iría cedido junto a Gavilán. Aquí otra casualidad del fútbol, porque Silva no pasó la revisión médica con el club azulón y finalmente recaló dónde quería desde un principio: Vigo.
“Entrenar con Garitano, Moisés, Joseba Llorente… estar a las órdenes de Mendilibar, en un equipo con la filosofía del Eibar, eso curte y allí David demostró su gen competitivo”
El resto de la carrera de Silva es historia. Valencia, Selección, Manchester City y ahora Real Sociedad, donde recaló porque Peter Lim no quiso acometer su contratación al considerarle ‘mayor’. “Con las cesiones de Silva el Valencia no hizo nada que no hubiera hecho antes y haya hecho después y siempre con buen resultado”, apunta García Pitarch, que enumera los casos de David Albelda, Andrés Palop, Miguel Ángel Angulo, Raúl Albiol, Pablo Hernández… Pero, esa política de formación de futbolistas de la cantera con miras a sacarle a medio plazo rendimiento deportivo en el primer equipo, cuando están ya más formados, y a largo plazo rendimiento económico en forma de traspaso, no forma parte del concepto de gestión de Peter Lim. Y el caso Jesús Vázquez es un buen ejemplo.
Jesús Vázquez: 14% de los minutos posibles en 2023
El lateral tenía pactada su cesión al Getafe a principios del mes de enero. Quique le quería, a Gattuso no le importaba, su preferencia como reemplazo de Gayà era Lato, y Jesús Vázquez lo aceptaba. Hasta Ángel Torres lo reconoció públicamente. En el Coliseum tendría minutos casi asegurados porque ninguno de los laterales izquierdos que tiene en plantilla el técnico madrileño le convence plenamente. Y ya se vería en verano, a la vuelta de su cesión, qué pasaría con su futuro y con el de Lato. Sin embargo, de un día para otro, todo cambió. Peter Lim llamó a Layhoon Chan para decirle que Jesús Vázquez se quedaba y la presidenta se lo transmitió a Gattuso, que asumió la decisión con disciplina de club.
El tiempo y los acontecimientos evidencian que la gestión con Vázquez no ha sido la correcta ni la mejor para la progresión del futbolista. De 900 minutos posibles en lo que llevamos de 2023, solo ha jugado 126, es decir, el 14%. Y 90 minutos fueron contra La Nucía en Copa del Rey. Ni tan siquiera en un partido resuelto como el de El Molinón contra el Sporting (0-3 al descanso), Vázquez disfrutó de oportunidades (solo 15 minutos). Tras la salida de Gattuso, tanto Voro como de momento Baraja, en un contexto de urgencia y canguelo como el que atraviesa el Valencia, han apostado más por la veteranía de Lato que por la calidad de Vázquez. Cierto es que ahora, con la lesión de Gayà, que se perderá los próximos cuatro partidos, podría abrirse un nuevo escenario, aunque en el Coliseum el elegido para suplir al capitán fue Lato. Del modelo Silva a la gestión de Vázquez.