SEVILLA

El imperio de Sergio Ramos

El camero completó una actuación soberbia, precisamente ante el Real Madrid, para acabar de congraciarse con la afición. Su liderazgo y carisma inspiran al Sevilla.

MARCELO DEL POZOREUTERS

Nadie entiende aún, todos se preguntan, por qué José Luis Mendilibar optó por dejar a Sergio Ramos en el banquillo ante el Rayo Vallecano, justo antes del parón, en el encuentro que supuso la tumba deportiva del vasco como entrenador del Sevilla. Cierto afán por marcar el terreno en un no exagerado pero sí patente tira y afloja entre el técnico y el defensa camero tuvo mucho que ver para una decisión que, posiblemente, le costó a Mendi su puesto: con Ramos sobre el campo, a este nivel tremendo que mostró ante el Real Madrid, difícilmente se le hubiera escapado entonces la victoria al equipo de Nervión. Y Mendilibar no habría sido destituido.

De motu proprio o aconsejado quizá a su llegada, Diego Alonso no dudó en darles su sitio tanto a Ramos como a los otros dos pesos pesados del vestuario sevillista, Jesús Navas e Ivan Rakitic. Los tres fueron titulares y destacados en la visita del equipo de Carlo Ancelotti, en un once que incluyó a Boubakary Soumaré (incomprensible el ostracismo del pivote francés con el anterior técnico) y al también muy físico Lucas Ocampos para compensar esa veteranía. Con algunas dudas al inicio, como todo el once nervionense, el despliegue físico de Sergio tanto en defensa como en ataque recordó por momentos a la exuberancia de sus mejores años en el Santiago Bernabéu.

A la indudable jerarquía con el balón y al corte y el manejo de los tiempos contra algunos de sus excompañeros, Ramos sumó una capacidad defensiva y ofensiva que parecía olvidada pero que igual había mostrado durante muchos partidos la pasada campaña, cuando brilló con el Paris Saint-Germain. Rozó el gol en dos cabezazos, uno que salvaron entre Kepa y el palo y otro, ya en el descuento, cuando se impuso a toda la defensa madridista; sacó un balón de gol en la línea defendida por Nyland; y se impuso a Bellingham y Rodrygo para que se viera la peor versión del inglés, posiblemente, desde que llegó a LaLiga.

A sus 37 años, Ramos anduvo más cerca de los 19 con los que salió de Nervión rumbo a Madrid. La grada, incluida la reticente facción ultra Biris Norte, se rindió a él como lo han hecho ya desde hace tiempo una mayoría de aficionados y simpatizantes sevillistas, esos mismos que han convertido la camiseta del camero en la más vendida del equipo en los últimos meses. Y que tienen al Sevilla como el 4º club con más interacciones en varias redes sociales de toda la península ibérica, sólo por detrás de Real Madrid, Barcelona y Atlético. José Ángel Risco y su grupo, que ya habían puesto en órbita la red blanquirroja, le sacan ahora mucho partido a la presencia de una estrella mediática mundial como es el central de Camas.

El fichaje, sin pagar traspaso y (a falta de objetivos) con una ficha que no se encuentra ni mucho menos entre las más altas de la plantilla, ya se considera un auténtico éxito económico en la entidad nervionense. Partidazos como el que se le vio ante el Madrid confirman además la esperanza de que el camero aporte cualidades futbolísticas que se le andan echando en falta durante muchos meses a este Sevilla, y no sólo en el aspecto defensivo. Un pilar, un líder, un héroe: el comienzo, quizá, del imperio de Sergio Ramos.

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