ESPANYOL

El Espanyol se aferra a una idea

El efecto Luis García no fue inmediato, y el equipo dio ante el Athletic más pases que nunca en campo propio, pero ha encontrado un camino, aunque juega contra la planificación y el reloj.

RODOLFO MOLINADiarioAS

Le preguntaban a Ernesto Valverde, el sábado por la tarde en la sala de prensa del RCDE Stadium, si había podido estudiar antes del partido algo sobre el libreto de Luis García. “Realmente, nos hemos fijado más en los jugadores, que al final no han cambiado”. Sintomática la respuesta del ahora técnico del Athletic Club tras el 1-2 de su equipo sobre un Espanyol que se sumerge en la clasificación después de cinco derrotas consecutivas, que no ha encontrado de primeras el revulsivo deseado en su nuevo entrenador pero que se encomienda no a la fe, sino a una idea, para abordar una permanencia cada vez más espinosa. Y con los mismos jugadores, tal como apuntaba el ‘Txingurri’.

Quedó claro en su debut que Luis García no sólo ofrece un diagnóstico a la situación, sino sobre todo soluciones. Lo que se necesita. La pregunta del millón, en una clasificación de emergencia y un entorno colmado por la impaciencia, es si da tiempo de inculcar su estilo en los futbolistas, o si la plantilla, por la pésima configuración comandada por Domingo Catoira, director deportivo, está preparada para asimilarlos y desplegarlos. “Es un proceso que tiene que ser más rápido de lo esperado, no quedan tantos partidos como para pensar en un cambio tan grande, pero es evidente que debemos comenzar a ganar”, razona nada menos que el capitán, Sergi Darder, quien apremia a “poner en práctica todos los cambios que nos intenta inculcar el míster, creer en la idea”.

Salida de balón

Y esa idea, después de únicamente cuatro entrenamientos, ya se vio que se cimenta en una salida de balón jugado, que nada tiene que ver con el anterior inquilino del banquillo, Diego Martínez, si bien en el primer ‘match-ball’ dio los mismos resultados. Debe ser cuestión de tiempo, de nuevo la duda radica en cuánto a sabiendas de que se desperdició el último parón por compromisos internacionales y de que le restan a la Liga diez jornadas, que sirva para avanzar líneas, para atraer a rivales y para generar espacios desde la base de la jugada, para construir ataques limpios.

Pero, en primera instancia, lo que generó ante el Athletic el Espanyol fueron más pases en campo propio (245) que en ningún otro encuentro de esta temporada. Entre Fernando Pacheco (34), César Montes (51), Leandro Cabrera (40) y José Gragera (37) completaron casi cuatro de cada diez pases de los 440 que dio en total el Espanyol, con Sergi Darder (45) como brote verde en la verticalidad de esas entregas.

Juego interior y centros

Resulta llamativo, en ese sentido, que el capitán –además de en goleador, a la postre– se convirtiera también en el máximo centrador, y con mucha diferencia (seis, por dos de Edu Expósito y de Javi Puado), característica que a falta de extremos puros ya exhibía con el anterior entrenador. Seguramente no es fruto de la casualidad que la baja de un lateral que además escogía bien su proyección en ataque como Brian Oliván, quien había entregado cinco asistencias de gol, haya coincidido con la peor racha imaginable de los pericos.

En cualquier caso, lo que demostraron los 13 centros del Espanyol frente a los diez del Athletic es que, tal como había avisado él mismo, la querencia de Luis García por el juego interior, en una plantilla especialmente dotada para ello, no va a despreciar la amplitud del campo, con delanteros de perfil marcadamente rematador.

Nico Melamed, acaso el más destacado de los pericos, pugna con De Marcos. Quique GarcíaEFE

Sociedades

El gol anulado no sin controversia a Martin Braithwaite nace de un balón colgado desde la banda, y por otra parte pone en práctica esas sociedades, en este caso la del danés con Joselu Mato, que tanto pretende potenciar el nuevo entrenador. Y también va a implementar la estrategia, acciones ensayadas acaso más rápidas de inculcar. De un córner, no en vano, surgió el definitivo 1-2 de Darder.

Presión y velocidad

El atrevimiento de la salida de balón también se produjo en algunas fases del juego arriba, con una presión alta que, sin embargo, acabó desencadenando el 0-1 de Iñaki Williams, por la distancia enorme que generaba entre las líneas y por la lentitud de algún perfil defensivo, motivos por los que en su momento también Diego Martínez desechó esa osadía que iba a ser una de sus señas de identidad el pasado verano. Muy distinto fue el camino de Nico Williams en el 0-2, con todos los jugadores guardando su demarcación atrás, y sin embargo la velocidad de reacción ante los rápidos movimientos del atacante fueron igual de letales.

Los beneficiados por el cambio

“Hoy me he sentido cómodo, daré lo mejor de mí a través de esta idea”, apunta un Nico Melamed que puede ser uno de los grandes beneficiados por ese intento de fútbol más asociativo. Como lo han sido de entrada José Gragera y un Edu Expósito que llevaba tres meses sin ser titular en la Liga. O apunta a serlo Fernando Calero, aunque no estará ante el Betis por sanción, igual que Óscar Gil y Aleix Vidal.

Estado anímico

La cuestión, volviendo al tiempo que se consume y al agotado margen de error que tiene el equipo, es precisamente si podrá soportar la plantilla la convivencia con el fallo, si la confianza no se hundirá una vez más con cada gol recibido, como sucedió este sábado tras la diana de Nico Williams, en que quedaron tan noqueados los pericos –incluso el público, que enmudeció– que se perdieron unos valiosísimos minutos para optar a la remontada. El estado anímico está por los suelos, pero los jugadores quieren creer. Y se aferran a una idea, que además debe valerles también para la próxima temporada. La de Luis García.

Lo más visto

Más noticias