ESPANYOL 0 - VILLARREAL 1

El Espanyol es una amargura

El equipo perico se despide de la primera parte de la temporada con una derrota ante el Villarreal en medio de un ambiente enrarecido y con la impotencia de los jugadores.

Alex CaparrosGetty

Cangrejo Espanyol. Todo paso adelante se convierte una jornada después en dos atrás. No hay manera de avanzar en el Espanyol, que acumula 12 puntos en 14 jornadas, mientras que no es capaz de encadenar dos partidos notables. Si no son los errores individuales son las expulsiones o el infortunio en jugadas de pinball como la del 0-1 del Villarreal. Lo cierto es que el espíritu no le alcanza para vivir tranquilo y progresar, por lo que llega al parón mundialista con la alarma encendida y a la espera de ese click, que debe llegar ya sea en forma de fichajes que mejoren los recursos que tiene Diego Martínez o de una reflexión por parte del cuerpo técnico para sacar más rendimiento de una plantilla construida con un límite similar parejo al del curso anterior.

El ritmo lento. No pudo trasladar al equipo perico las buenas sensaciones del Metropolitano. Y eso que el Villarreal de Setién no es aquel de Emery. Ejemplo de cómo un entrenador puede modificar el juego de un equipo aunque repita una alineación. El conjunto amarillo ya no es frenético, sino que tiende al control exagerado del juego, al abuso del balón sin encontrar la profundidad porque no es capaz de jugar con la quinta marcha. Solo encontraron los castellonenses refresco en la habilidad de Pino y Chukwueze por los costados y en la aparición de Capoue. Así nació curiosamente el gol. Con dos regates del nigeriano que desordenaron la defensa del Espanyol. Con un Pino certero en el remate y con el despropósito involuntario en este caso de la defensa blanquiazul y de Lecomte, que se marcó el tanto. Lo que le faltaba al francés, que negaba con la cabeza, víctima del desespero.

Las carencias. El gol fue un regalo para los de Setién, que se toparon solamente con las manos de Lecomte en dos acciones. Poca producción ofensiva y algún que otro sufrimiento en su área, especialmente con las conducciones de Darder y un remate de Keidi Bare que desvió a contrapié Rulli. Tampoco el Espanyol fue un vendaval. Equilibrio el duelo después del minuto 20 gracias a la escasa presión amarilla, pero en ataque sigue mostrando múltiples carencias. No hay unos contra uno y solo Darder es capaz de ver los caminos que pueden conducir al gol. Puado la tuvo pero falló el remate. El delantero tiene el desmarque y la velocidad, pero le cuesta el aspecto que marca la diferencia, el gol. Si convirtiera la mitad que genera sería un futbolista con mucho peso en el Espanyol.

Rulli le sacó una a Keidi Bare.Enric FontcubertaEFE

Los vaivenes. No solo le falta ese gran detalle a Puado, sino a muchos jugadores llamados a dar un paso adelante. Martin Braithwaite se marchó algo tocado después de otra hora de partido en la que apenas tuvo incidencia. No se encuentra cómodo en la banda, alejado del área, sin desborde ni capacidad de jugar con claridad por dentro. Tampoco Vinicius y Bare ayudan a la construcción del juego pese a su entrega defensiva. Muy marcado Joselu, Darder fue la única luz en la túnel oscuro en el que sigue inmerso el Espanyol. Por eso mismo, y como no podía ser de otra manera, los cánticos de “directiva dimisión” afloraron en el tiempo añadido mientras Gerard Moreno, una de las primeras ventas de Chen Yansheng, comandaba los ataques.

Las protestas. Media hora antes del inicio del partido un movimiento espontáneo había convocado por las redes sociales una protesta por la situación del Espanyol en frente de las oficinas. Acudió un grupo reducido de unas 30 personas que entonaron el “Chen dimisión” o el “queremos un CEO y no un traductor”, en alusión a Mao Ye. Críticas a la directiva y a la escasa inversión perico, también al silencio de sus dirigentes. Hubo más curiosos que grabaron con sus móviles o contemplaron la escena que manifestantes, lo que demuestra que el ruido de las redes sociales multiplica exponencialmente la preocupación a pie de calle. Y ocurrió lo mismo tras el encuentro. Silbidos y esos cánticos provenientes de la Grada Canito, pero apenas duraron segundos. La gente desfiló a sus casas y se despide de la Liga hasta 2023. Tiempo en el que el Espanyol ya no podrá dar amarguras.

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