El derbi deja tocado al Levante

Había un runrún generalizado de que el Levante afrontaba una oportunidad histórica en el derbi más igualado deportivamente que se recuerda. Los levantinistas llegaban a Mestalla con el pálpito de que la primera victoria en el campo del eterno rival era posible, incluso pese a que los resultados de las últimas jornadas no invitaran al optimismo. Ni la racha de cuatro partidos sin ganar impedía alimentar la idea de la machada. El Valencia, además, no llegaba precisamente en plenitud.

La realidad, como casi siempre que el Levante pisa Mestalla, fue menos amable. Con la derrota, el equipo de Calero encadena ahora cinco partidos sin ganar y se queda con nueve puntos de 39 posibles, un registro que no permite envoltorios. Calero lo dejó caer con sinceridad: “Si sacamos la media, es muy mala; no llegaríamos”. El técnico sabe lo que dicen los números.

Además, con 24 goles encajados, el Levante es, junto al Girona, el equipo más goleado de la categoría. Y el patrón se repite semana tras semana: el equipo compite, se sostiene, parece vivo… hasta que en los tramos finales, donde se mide la fiabilidad real, el Levante se difumina. La segunda mitad en Mestalla expone las costuras que el equipo trata de disimular con competitividad y voluntad.

Las sensaciones, que habían sostenido el discurso en la mala racha, empiezan a oscurecerse. Falta contundencia atrás, sobran desconexiones y los partidos se escapan por la misma rendija. Desde el inicio, Calero recalcó que esta temporada iba a ser un permanente ejercicio de supervivencia, pero la derrota en el derbi ahonda más al equipo en un pozo de dudas.

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