El De Paul que quiere el Cholo... y todos los demás

EI De Paul de Argentina ya habita en el Atleti. Y esa es una realidad incontestable. Como lo era ese reproche: que aquel nunca era éste, que el De Paul de Argentina solo se veía en Argentina, no por el Atleti. Pero lo cierto es que, más allá de que su rendimiento fue notable en el último tramo de la temporada pasada, al menos en los partidos importantes, ésta 2024-25 la ha comenzado en ese nivel.

Lejos quedan ya los pitos de la grada rojiblanca justo después de proclamarse campeón del mundo con la albiceleste, en el primer partido en el Metropolitano donde se felicitó por el triunfo a Correa y a Nahuel y se le silbó a él. Esos reproches. De Paul es hoy uno de los pilares del vestuario del Cholo, por su forma de ser, siempre sumar, y su participación en el campo. Se habla de Gallagher, del partido de Gallagher ante el Valencia. Hay que hablar también del de De Paul.

El argentino fue el rojiblanco con más pases completos en el último tercio del campo (16) por delante de Griezmann (12) y Llorente (10), con un 83,3% de acertados en el partido y, por supuesto, el futbolista que, tras recibir una pelota de Griezmann, se la filtró a Gallagher entre las piernas de Mosquera para el 1-0, el gol que descerrajaba los guantes de acero de Mamardashvili de una vez. Y ahí estaba la bota de ese De Paul que el Cholo quiere. Y la grada también.

En el círculo de Griezmann

Nacido en Sarandí, Argentina, sopló las velas de los 30 años el pasado mayo y acumuló otra Copa América con su selección después en verano, no ha ganado aún ningún título con el equipo rojiblanco. Su llegada fue justo después de que el Cholo se proclamara campeón desde el banquillo por segunda vez, en la 2020-21. Y, aunque su arranque no fue del todo bueno, le costó entrar en el vestuario, al principio su relación limitada solo a Ángel Correa y a Suárez, unas comidas y cenas de la plantilla aquellas Navidades lo limaron. De aquel futbolista, éste, íntimo de Antoine Griezmann, con quien congenia fuera y dentro del campo. El domingo pasado ante el Valencia demostró que esa sociedad, a la que se puede sumar a Gallagher, puede dar muchas alegrías en el Metropolitano.

“Empecé a los 14 a tomar el fútbol como un trabajo para cambiar la realidad de mi familia. Todo me costaba y cuando me tiraban una pelota me resultaba fácil”, confesaba él mismo en una entrevista en Nadie dice nada de Luzu TV. Y ahí una figura importante, la de su abuelo Osvaldo, quien le llevaba a cada entrenamiento para que el chico siguiera teniendo la pelota. “Me acompañó mucho en el fútbol. Me duele que no haya visto todo lo que logré”, añadía. Como voltear el sentir del Metropolitano, que ahora le aplaude consciente de que esta versión de De Paul es de las que hacen soñar en alto.

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