El Celta se la juega en el 30 aniversario de su final más cruel

No fue el 20 de abril del 90, como cantan Celtas Cortos, sino exactamente cuatro años más tarde. Ese día el Celta estuvo más cerca que nunca en su centenaria historia de levantar un título (tiene una Copa Intertoto que nadie valora). El conjunto vigués perdió por penaltis la final de la Copa del Rey de 1994 ante el Zaragoza. Un desenlace cruel para un club que por aquel entonces era un habitual en la batalla por eludir el descenso, el mismo objetivo que persigue tres décadas después.

La afición celeste se atribuye la creación del célebre cántico ‘¡Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid!’. Más allá de la reclamación intelectual, lo cierto es que el celtismo se movilizó como nunca antes lo había hecho. Peregrinaron 20.000 seguidores desde Galicia hasta el Vicente Calderón para asistir a la segunda final en la historia de su equipo. La primera, en 1948, la había perdido contra el Sevilla.

Entrenado por Txetxu Rojo, el Celta desactivó al claro favorito. El Zaragoza de Víctor Fernández, el técnico que posteriormente guio al EuroCelta, incluso jugó la prórroga en inferioridad numérica. A los olívicos también les servían los penaltis porque contaban con el portero de moda en España. Sin embargo, Santi Cañizares no detuvo ningún lanzamiento y el central Alejo falló el quinto. Así pasó de la euforia a su noche más triste un club humilde. La tragedia céltica frente a los maños se repitió en 2001, cayendo por 1-3 en La Cartuja.

Este sábado, en otro 20 de abril, el Celta se la juega ante el Las Palmas (sigue el partido en directo en AS.com). En un partido clave por la permanencia, el delantero titular en aquella final ejercerá de delegado. Vlado Gudelj es de lo poco que no ha cambiado en Balaídos. Ahora se encarga de ayudar a Claudio Giráldez, un entrenador que tenía 6 años en la primavera de 1994.

Por parte canaria también se recuerda aquella Copa, sobre todo, porque en las semifinales el Celta había hecho saltar la banca contra el Tenerife, el equipo de autor de Jorge Valdano. Era la época dorada de los chicharreros, todo lo contrario que para los pío-pío. La Unión Deportiva vagaba por la Segunda B, un panorama que nada se parece al actual, con la permanencia en Primera atada desde hace un par de meses.

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