Oviedo - Real Madrid

Dubovsky, el mito sigue vivo

Zurda de seda, elegancia en la conducción y letal en el golpeo, el chico que llegó al Madrid con 21 años triunfó plenamente en Oviedo

ALBERTO MORANTE
Actualizado a

Es probable que si la fatalidad no se hubiera cruzado en su camino cuando tenía 28 años, Peter Dubovsky (Eslovaquia, 1972- Tailandia, 2000) estaría presente en el palco o en la grada del Carlos Tartiere presenciando, mucho tiempo después, el duelo entre los dos equipos a los que representó en España.

Zurda de seda, elegancia en la conducción y letal en el golpeo, el chico que llegó al Real Madrid con 21 años como mejor jugador eslovaco triunfó plenamente en Oviedo tras dos años con escaso protagonismo de blanco. Un cuarto de siglo después de su fallecimiento, ocurrido en un trágico accidente en una cascada de la isla de Koh Samui, en Tailandia, su recuerdo sigue plenamente vigente.

“Después de tanto tiempo sin él, mi sensación es que no se ha ido. Él sigue vivo entre nosotros. La huella que dejó en Oviedo fue imborrable y así lo siento cada día hablando con la gente que lo conoció y lo trató. Me quedé a vivir aquí, donde compartí años maravillosos junto a él. Los aficionados lo siguen adorando”, confiesa, a corazón abierto, Aurelia Caraba, su novia en el momento del trágico suceso, que presenció in situ.

ESTRELLA. Konoplyanka es el principal referente de Ucrania.

El tiempo ha pasado muy rápido, pero los recuerdos siguen aferrados como una lapa al alma de quien estuvo a punto de ser su esposa: “Como jugador poco tengo que opinar sobre él, pero como ser humano resultaba adorable. Era introvertido, a veces desconfiado y costaba llegar a él, pero si entrabas en su círculo se entregaba por completo. Por eso fue tan querido, por eso tiene un paseo con su nombre en la ciudad y por eso le tributaron un gran homenaje hace unos meses veteranos del Oviedo, del Real Madrid y de su país”.

José Emilio Amavisca, uno de sus mejores amigos durante su etapa como madridista, participa de la sensación de Aurelia: “Lo recuerdo cada día porque tengo su camiseta colgada en una pared de mi casa. Siempre fue un tipo encantador, que se hacía querer. Era como mi hermano pequeño. Futbolísticamente era fantástico, de esos jugadores que impresionan por su calidad técnica. Tal vez llegó demasiado pronto al Madrid. Si lo hubiera hecho tres años después, con más madurez, habría triunfado con seguridad porque era buenísimo”.

Por la capital del Principado algunos llamaban Zipi y Zape a Peter y a Paco Sanz. Eran uña y carne. “Su calidad era asombrosa. Podía meter diez faltas de diez en los entrenamientos. Es de lo mejor que he visto en cuanto a talento. Como persona éramos casi hermanos. Estábamos siempre juntos y vivió conmigo durante unos meses, hasta que llegó su novia. Si te aceptaba como amigo tenías amistad asegurada para toda la vida. Ojalá me recuerden a mí 25 años después de haberme ido como se le recuerda a él”.

Fueron íntimos a pesar de las bromas de Paco: “En un restaurante me preguntó cómo se comían los boquerones fritos y yo le contesté que se comía la cabeza y se dejaba el resto. Había más gente en la mesa y cuando me di cuenta miré su plato y estaba lleno de boquerones sin cabeza. Me dijo que no le había gustado. Nos reímos mucho. Era muy inocente y se dejaba llevar. Siempre lo recordaré como una persona excepcional”.

Peter dejó muchas asignaturas pendientes. Una de ellas fue pedir matrimonio a Aurelia. Lo tenía todo previsto para hacerlo en las vacaciones de Tailandia, pero el destino dispuso otro cruel plan para ellos: “Ya lo intuía porque encontré en casa un resguardo de una joyería y ponía de qué artículo se trataba. Fuimos de vacaciones con su hermano y su novia, pero ellos solo estarían una semana y nosotros otra más los dos solos. Ahí tenía pensado decírmelo. Por desgracia, ese instante mágico nunca llegó”, rememora con enorme pena en su voz.

A Esteban, mítico portero oviedista que compartió tres temporadas con Dubovsky, también le marcó su enorme calidad: “En el vestuario le llamábamos irónicamente Furia porque era la época de Clemente y Camacho y él era todo lo contrario. Peter era puro talento, pero el trabajo físico no era su mejor virtud. Cuando íbamos en el autobús antes de los partidos le preguntábamos por sus sensaciones. Si levantaba el pulgar hacia arriba sabíamos que teníamos muchas opciones de ganar porque era un jugador especial, de los de mayor talento que yo vi. Dependíamos mucho de él porque su fútbol era de una categoría excepcional. Y era muy oviedista, se sentía feliz en la ciudad y estaba muy identificado con ella”.

ELOY ALONSO

Jozef Korbel, periodista eslovaco, formaba parte de su entorno más próximo. Se conocieron cuando Peter tenía 14 años y ya destacaba en la cantera del Slovan de Bratislava. Desde entonces, Korbel siguió muy de cerca toda su carrera y se convirtió en alguien muy cercano hasta que la tragedia cercenó todo de golpe: “Él solía decirme que yo no era periodista, que era su amigo. No le gustaban mucho las entrevistas ni las apariciones públicas, pero era un gran chico y seleccionaba sus amistades porque necesitaba confiar en las personas que estaban a su lado. Dubo te cautivaba por su sencillez, humildad y generosidad. Era muy honesto y odiaba las mentiras”

“Técnicamente era una maravilla. Nació con un don y tenía una precisión de relojero en su pierna izquierda. Verlo conducir el balón con la cabeza levantada era una delicia por la finura con la que lo hacía. Fue un prodigio muy admirado en nuestro país”, sentencia Korbel, que aún colabora activamente en todos los homenajes que se organizan, con un tono de amargura en su relato.

Oliverio Álvarez, Oli, siempre agradeció tener a su lado a un talento de tal magnitud durante las dos temporadas que coincidieron como carbayones: “Tenía una zurda mágica, parecía un guante. Era diferencial. Su clase era descomunal. Para un delantero como yo era un privilegio tenerlo al lado porque ponía el balón siempre donde yo quería. A nivel humano era introvertido, como un niño grande, pero una gran persona”.

En el disco duro de sus anécdotas favoritas hay una relacionada con un Real Madrid–Oviedo que aún le rescata una sonrisa nostálgica: “Jugamos en el Bernabéu en 1995 y tanto Peter como Paco Sanz hicieron una apuesta con Ramiro, el famoso peluquero asturiano. Si ganábamos se tenían que rapar al cero los dos. Fue extraño porque a Peter le gustaba llevar el pelo largo, pero era un resultado muy improbable y aceptaron. Vencimos 2-3, con dos goles míos y una asistencia espectacular de Peter. El presidente del Madrid era Lorenzo Sanz, pero aquel duelo lo ganó el hijo. Y, por supuesto, ambos cumplieron su palabra y pasaron por las tijeras de Ramiro”.

Noticias relacionadas

Este domingo el espíritu de Peter sobrevolará el nuevo Carlos Tartiere, estadio en el que no llegó a jugar. Poco antes de las 21:30, Aurelia se sentará en un asiento de la grada, con su camiseta azul, el dorsal 16 y el nombre de su gran amor a la espalda, observará en el césped, muchos años después, a los dos equipos en los que se forjó la leyenda de Dubovsky y levantará la mirada al cielo evocando los grandes momentos vividos juntos y añorando todos los que pudieron llegar después y no lo hicieron.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí

Etiquetado en:

Te recomendamos en LaLiga EA Sports

Lo más visto

Más noticias