Barcelona

Doctor Ousmane y Míster Dembélé

El francés pasa de las 38 pérdidas contra el Inter al partido con mejores números de su carrera con un gol y tres asistencias. El de contra el Athletic, es el Dembélé por el que invirtió tanto el Barça.

Absolutamente indescifrable, y cuando volvía a estar discutido y muy en el ojo del huracán, Ousmane Dembélé firmó este domingo el mejor partido de su carrera por números. De los 38 balones que perdió en Milán, donde enseñó su lado más tóxico tal vez porque Xavi erró el tiro al convertirlo en el único plan de ataque del Barça, al gol (el primero de cabeza que mete) y las tres asistencias contra el Athletic. Desde noviembre de 2016, Dembélé no firmaba esos números. Fue en un 8-4 del Dortmund al Legia de Varsovia. Dembélé ya es de nuevo el máximo asistente de LaLiga, con cinco pases decisivos.

Frente a los cero regates completados de Milán y los 24 centros que se fueron al limbo en el Giuseppe Meazza, contra el Athletic, Dembélé completó 17 pases en el último tercio del campo, donde se cuecen las habas, con un porcentaje de acierto elevadísimo del 70%. Y frente a sus 100 intervenciones contra el Inter, tocando el balón más que todos los centrocampistas creativos, a un número mucho más comedido (68) contra el Athletic, por debajo de los 74 toques de Busquets, los 87 de Frenkie de Jong o los 90 de Sergi Roberto, con quien se entendió a la perfección.

Es un jugador difícil de descifrar Dembélé. Pero si alguien puede sacar lo mejor de él, seguramente sea Xavi, el entrenador que más ha creído en él desde que aterrizó en el Barça (“puede ser el mejor del mundo en su posición”) y en el que más cree el jugador, que si decidió renovar por el Barça fue por el entrenador, que le ha dado su espacio y que le llena de confianza. A Dembélé, futbolista que despierta filias y fobias, se le espera casi siempre porque tiene unas cualidades bárbaras para jugar al fútbol. Yuri lo comprobó de primera mano este domingo. Velocidad, desborde, manejo de las dos piernas…La clave con Dembélé pasa por poner esas cualidades al servicio del equipo, no desnortarlo con una mala toma de decisiones que le arrastra al desorden, como admitió el mismo técnico el sábado. Eso es lo que consiguió el francés en el partido contra el Athletic. Jugar con criterio. Arriesgar en las zonas donde era preciso; y asociarse en los momentos adecuados con Sergi Roberto, Lewandowski o Ferran, a quien repartió sus tres goles.

Dembélé tiene un desafío. Reducir su porcentaje de pérdidas durante un partido, mejorar su toma de decisiones. Ser más constante. Volverse, en definitiva, más fiable y regular y no mostrar la cara de Milán. Pero, a sus 25 años, es posible que al futbolista de Vernon haya que aceptarlo así, con noches en las que da un disgusto detrás de otro a su gente, pero con otras en las que está iluminado y se convierte en un jugador incontenible y difícilmente comparable. El mejor del mundo en su posición cuando eso ocurre.

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