Dmitrovic, 245 días después

Marko Dmitrovic, portero del Leganés, volvió a jugar un partido de competición oficial 245 días después de la última vez que se enfundó los guantes. En aquella ocasión todavía era futbolista del Sevilla. Y recibió un severo correctivo. Los hispalenses cayeron 5-1 ante el Girona en un duelo que supuso un punto y seguido en su titularidad. En verdad no sabía que era el punto y final a su carrera en Nervión. El serbio le cedió los trastos a Nyland y ya no volvió a ponerse entre los palos de su equipo.

Aquello derivó en una salida que en Sevilla se daba por segura a falta de esclarecer destino. El Leganés fue el escogido por el propio Dmitrovic, que pese a tener al Valladolid detrás con insistencia, eligió a los pepineros y esperó a que los números cuadrasen para terminar en Butarque. Al sur de la capital es uno de los mejor pagados, pero el Sevilla aún le abona parte del sueldo, pese que ya no pertenece a la disciplina andaluza. Si el arquero cumple algunos objetivos tendrá derecho a una renovación automática y el Sevilla, a una compensación económica por su adiós.

Consecuencias de un fichaje tardío

Ocurre que cuando Dmitrovic llegó a Leganés ya era tarde. Juan Soriano había hecho toda la pretemporada y se había adaptado a las mil maravillas con un rendimiento excelente. Así que a Marko (31 años) le tocó esperar turno en el banquillo, paciente y humilde pese a ser todo un campeón de la Europa League emigrado a un recién ascendido. “Marko está demostando una profesionalidad espectacular”, explicaba la semana pasada Juanjo Valencia, preparador de porteros, a AS.

“Llegó tarde a la pretemporada (...). Es una pena porque nos habría gustado haber tenido desde el principio a los dos [porteros]. Pero Juan está trabajando también espectacular. Ahora le ha tocado a Marko vivir la suplencia, pero su comportamiento es magnífico. Es tremendo como apoya a Juan en el día a día. Su experiencia, su actitud… es espectacular. No lo conocía, es de ensalzar su comportamiento”, le piropeó.

Una paciencia que tuvo recompensa cuando, en el derbi ante el Getafe, Borja Jiménez sorprendió dándole la titularidad. Era, con Porozo, el único jugador de la primera plantilla que aún no había disputado ni un minuto. Juan Soriano venía de hacerlo muy bien, pero el técnico explicó que querían ver competir a Marko y una semana de tres partidos le pareció una oportunidad excelente para que se luciera. Lo hizo.

“Que el míster decida”

Dmitrovic intervino sólo en tres ocasiones, pero en una de ellas mostró las virtudes que le valieron ser competencia más que digna de Bono en sus tiempos en el Sevilla campeón de Europa. Una chilena de Arambarri a bocajarro, apenas a cinco metros de la meta, le obligó a sacar una mano excelsa (minuto 38, 0-0 entonces) que acabó con la bola rebotando en el larguero y yéndose fuera. En el resto de sus intervenciones se le notó seguro. La lástima para su actuación personal no pudiera atajar el penalti de Borja Mayoral. Aun así, Dmitrovic salió contento del Coliseum.

“Me encontré muy bien pese a llevar meses sin competir. Estoy contento por no sentir esa pausa de varios meses fuera. Claro… después de algo de rutina, de jugar más partidos, estaré mejor. He trabajado duro en pretemporada. Estoy feliz por haber estado bien, de menos a más y pude ayudar al equipo a sumar”, comentó tras el partido.

“Con Juan Soriano me llevo genial. Los dos queremos jugarlo todo, pero fuera del campo nos llevamos genial. Lo que depende de nosotros, trabajar al máximo, competir cara a cara, lo hacemos. Disfrutamos así. Que luego el míster decida. Él tiene una patata caliente ahora con la elección en éste y en cualquier puesto. La competencia es sana”, repitió lanzándole un guiño a un Borja Jiménez que ahora deberá escoger entre la alternancia o darle la titularidad a uno de los dos.

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