SEVILLA

Diego Alonso, el hombre que logró sacar al Atlético del Infierno

El nuevo entrenador del Sevilla fue Pichichi (22 goles) con el equipo rojiblanco en la 2001-02, para el retorno a Primera. Prefiere un fútbol asociativo, pero sin corsés.

AGUILERADiarioAS

Aquel famoso ‘añito’ en el Infierno del Atlético de Madrid fueron en realidad dos, porque los rojiblancos no consiguieron ascender en su primer intento por culpa entre otros de un Sevilla que era rival y que sí consiguió regresar a Primera en la 2000-2011, junto a Betis y Tenerife. En que lo lograra al año siguiente tuvo mucho que ver, además de Luis Aragonés y el Niño Torres, el uruguayo Diego Alonso: el hombre que este martes se confirmó precisamente como nuevo entrenador del club de Nervión.

Diego Alonso logró en esa 2001-2002 nada menos que 22 tantos. En un intercambio de delanteros, Salva Ballesta, ganador del trofeo Pichichi la temporada anterior con el Atlético en la categoría de Plata, se había marcado al Valencia, que cedió al uruguayo al equipo rojiblanco. El charrúa cuajó un brillante final de temporada en el que hizo nada menos que nueve goles en las trece últimas jornadas, y contribuyó así decisivamente al ascenso. Además, se coronó como máximo anotador de Segunda División por delante de Ariza Makukula.

Diego llegó a España en 2000, al Valencia de Héctor Cúper, tras marcar 17 goles con Gimnasia y Esgrima de La Plata (Argentina). Formó parte de la plantilla que jugó y perdió la final de Champions en Milán contra el Bayern, en los penaltis. Marcó ocho tantos esa campaña como jugador ché, aunque no convenció y por eso acabó en el Atlético. Después de ascender no siguió en el Vicente Calderón y jugó una campaña en el Racing de Santander y otra en el Málaga. En la 2005-2006 pasó por el Real Murcia.

Delantero de perfil tanque (1,88), con un gran remate de cabeza pero no demasiadas aptitudes en el regate, el fútbol de los equipos de Diego Alonso tiene poco de tosco. El 4-4-2 (abajo) o el 4-2-3-1 son los dibujos con los que se siente más cómodo. Al contrario que Mendilibar, prefiere un fútbol asociativo desde la defensa, aunque sin excederse en los riesgos. Se define como técnico “adaptativo”, es decir, que en principio se amoldará a la plantilla que tiene en el Sevilla, así que no hay que descartar que acabe jugando con tres centrales, pues es la posición en la que más inquilinos tendrá próximamente: hasta seis.

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