Días de pesadumbre en Can Barça
Sin explicaciones. Anda el culé apesadumbrado estos días. Al Barça se la ha venido encima un tsunami de desprestigio con la revelación de sus turbios negocios con el oscuro Enríquez Negreira y esa mancha tarda en quitarse. Hubiese sido interesante, al menos, que los cuatro presidentes afectados por el asunto, Gaspart, Laporta, Rosell y Bartomeu, hubiesen aparecido en una foto conjunta para dar las explicaciones, si es que las hay, que fueran necesarias. Pero no pasará. Sólo hace falta ver el castañazo que le dio Bartomeu a Laporta en ABC. Tal vez Gaspart montó el chiringuito y nadie quiso desmontarlo hasta 2018 por miedo a represalias como ese burofax mafioso de Enríquez a Bartomeu. O tal vez no. Tal vez iba bien porque Laporta, en lugar de levantar las alfombras como prometió en 2003, le pagó más dinero a Dasnil 95 haciendo la bola más grande. Ha vuelto a decepcionar Laporta, con esa aparición tibia en Barça TV asegurando que Dasnil no sólo hacía informes de árbitros, sino también de jugadores. Estaría bien que los presentaran. A ver qué pensaba Enríquez Negreira de Rustu o Maxi López. No contento con eso, Laporta calentó a las masas en un ejercicio de victimismo populista de otra época (“¡culés! No es casualidad que esto salga ahora”). Pero eso ya no cuela para el socio. Está metido hasta el cuello en el asunto.
Losa. El Barça es un club abierto que se ha hecho tan grande por dentro que por más que haya creado bastantes mecanismos de control interno no ha podido evitar que unos pocos golfos hayan metido la mano en la caja, memorable frase de Emili Rousaud en tiempos de pandemia. En su tufo cutre, el caso Enríquez Negreira se emparenta mucho con el Barçagate. I3 Ventures y su matriz, Nicestream, con sus cuentas fake para erosionar la imagen de, ojo, sus propios futbolistas (Messi, Piqué…). Ahora son Dasnil 95, una inmobiliaria fantasma con sede en un bajo perdido del barrio de El Guinardó, y Tresep 2014. En el Barçagate se trocearon las facturas, en el caso Enríquez nunca se consignaron en las memorias. Con tantas explicaciones que dar, el silencio de Laporta se hace atronador. Lo peor es que los desmanes de los directivos los pagarán los jugadores cuando vayan de visitantes a cualquier rincón de la Liga. Qué pensará Xavi, jugador del mejor Barça de la historia. Que alguien le pueda ir afeando por ahí ocho Ligas en once años o un 2-6 cumbre en el Bernabéu por culpa de los tejemanejes mediocres de tres corbatas no debe ser sencillo. Con eso también le va a tocar vivir al Barça.