Dely Valdés, el barro y una fiesta en el Carlos Tartiere
Un Oviedo-Madrid huele a los 90, porque después llegó el abismo para los azules. Pero ahora han vuelto.
Un Real Oviedo – Real Madrid huele al elástico panameño Dely Valdés sobrevolando por encima de Panucci y clavándola abajo a Illgner. Y celebrándolo con un móvil XXL, de los primeros del mercado. Y a un imberbe Raúl González debutando en un amistoso, incluso antes del bautismo oficial en La Romereda. Y a Carlos Muñoz, medio cojo, saliendo al campo por exigencia de Antic como el “Cid goleador” a ajusticiar a los blancos. Y a César e Iván Campo, zagueros de los de antes, yendo al suelo frente a frente en una colisión que hizo que la grada contuviera el aliento que haría estremecer al mismísimo Richter. Un Oviedo-Madrid huele al fútbol noventero.
Porque después de aquellas coloridas imágenes, en la que los blancos solían sufrir en el viejo estadio Carlos Tartiere por cierto, llegó el abismo para el Oviedo. Un bache que parecía insuperable. Los años en el barro. Casi muere el equipo de la capital de Asturias en 2003, pero le salvó su gente. Y bordeó el precipicio una vez más en 2012, pero le volvió a salvar su gente con la ayuda de miles de aficionados de todo el planeta. Por eso, lo de hoy es una fiesta en el Carlos Tartiere.
Lo que hace años parecía un imposible hoy es la previa de otro Oviedo-Madrid. Lo celebra el oviedismo, 24 años después, de vuelta en el escenario principal. Porque está de vuelta.
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