RAYO VALLECANO | DE FRUTOS

De Frutos: “El Rayo es el club perfecto para mí”

El extremo está de vuelta. Ya jugó en Vallecas seis meses, cedido por el Madrid, en la 19-20 y este verano firmó hasta 2028. Se siente bien y lo demostró con su gol en el Trofeo Puchero.

JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Jorge de Frutos (Navares de Enmedio, Segovia, 1997) sabe que Vallecas es el lugar ideal para crecer. Ese verbo que le enseñó Iriondo en el otro Rayo, el Majadahonda, y que lleva grabado a fuego. Mejorar cada día. Siempre es más fácil en casa. Y es que reconoce en las calles del barrio la esencia de su pueblo y siente el cariño de una afición a la que apenas pudo saborear en su anterior etapa por culpa de la pandemia. Ya sin mascarillas, sin geles, sin guantes y, sobre todo, sin miedo quiere disfrutar de esta nueva etapa. Con la madurez del camino andado, pero con la ilusión intacta. Confía en que esa sea la llave que abra la puerta a la permanencia. Mientras llega la titularidad, sigue trabajando e intentando que su pequeño Adán aprenda a decir “Vamos Rayo”. Lo conseguirá, como ha conseguido llegar a la élite siendo de un pueblo de menos de 80 habitantes y sin haberse criado bajo el ala de una cantera. Su vuelta ilusiona. A todos, menos a sus rivales...

—¿Qué balance hace de lo visto hasta el parón?

—Positivo. Hemos tenido tres partidos a domicilio y hemos sumado 6 puntos. Nos dolió mucho el resultado contra el Atleti y que fuera ante nuestra afición, pero hemos pasado página y sólo pensamos en el Alavés. Debemos hacernos fuertes en casa y que se escape el menor número de puntos posibles.

—Ahora que ha empezado el cole. ¿En qué necesitan mejorar y en qué progresan adecuadamente?

—Hay que mejorar un poco en defensa, cuando nos metemos atrás, y saber vivir los momentos del partido. Además de continuar con todo lo que hacemos bien porque somos un equipo muy ofensivo y rápido.

—¿Cómo es Francisco?

—El míster es cercano. Tiene muy claro a lo que quiere jugar y, poco a poco, nos lo está implementando.

—¿Qué directrices le ha dado?

—Me pide sacrificio defensivo y explotar mis virtudes, como la velocidad al espacio y el juego por banda para generar ocasiones.

—¿Cómo ha ido la vuelta? ¿Quién le ha sorprendido?

—El Rayo no ha cambiado mucho. A la mayoría los conocía y los nuevos me han acogido muy bien. Hay una buena plantilla. Todos son grandes jugadores, pero compartir vestuario con Falcao, que es uno de los mejores delanteros del mundo, es un privilegio.

“Todos son grandes, pero convivir con Falcao es un privilegio”

Vestuario

—¿En qué ha cambiado usted desde su primera etapa?

—Soy un jugador más experimentado, tras dos temporadas en Primera. He cogido rodaje. Tuve una lesión en el pie cuatro meses, que me frustró un poco, y la campaña pasada en Segunda no pude demostrar el nivel que me hubiera gustado. Ahora estoy volviendo a disfrutar del fútbol.

—¿Por qué eligió volver?

—Desde el primer minuto, el Rayo estuvo interesado en mí. El club está haciendo las cosas bien. Se ha asentado en Primera y este era un buen proyecto para seguir creciendo.

—¿Qué objetivos se marca?

—Había una frase de Iriondo, que me entrenó en el Rayo Majadahonda, y me marcó: ‘Hay que mejorar cada día’. A nivel colectivo, el objetivo es la permanencia. Lo primero es lo primero.

—¿Cómo se encuentra? No ha sido titular en Liga, pero se está reivindicando. Marcó en el Trofeo Puchero...

—Bien, cogiendo ritmo. El fichaje tardó un poco en hacerse y son semanas en las que no entrenas al cien por cien. Intento aprovechar los minutos que tengo. Entrar en el once es mi reto, pero lo principal es ayudar al equipo.

—¿Qué tal esa competencia con Isi?

—Llegamos los dos el mismo invierno e hicimos buenas migas. Nos llevamos muy bien y es algo muy sano. Somos polivalentes y le dejamos el marrón al míster para que elija (risas).

“Vallecas me recuerda a mi pueblo y siento que vuelvo a casa”

Regreso

—¿Cómo es su pueblo, Navares de Enmedio?

—Es un pueblo muy pequeño, de unos 80 habitantes. Mis padres, Faustino y María Jesús, tienen un bar. Bueno, ahora mismo es el único bar del pueblo. Yo empecé muy tarde a jugar al fútbol, a los 14-15 años, en un pueblo de al lado, Sepúlveda. Luego pasé a Cantalejo, que era una categoría mayor y después me vine al Rayo Majadahonda Juvenil.

—¿Quién era su referente?

—Ronaldo Nazario. Parecía que jugaba muy fácil y hacía lo que quería. Tuve la suerte de conocerlo en el Valladolid, donde era presidente. Fue un sueño.

—En el otro Rayo, el Majadahonda, hizo un máster.

—Me hicieron una prueba para el división de honor. Empezamos unos 40-50 chavales y me quedé. Iriondo estaba en el primer equipo, me subía a entrenar y en la Copa Federación debuté. El año siguiente formé parte del primer equipo. Era muy joven y no tenía los conocimientos tácticos de un niño criado en una cantera. Me costó entrar. Fue un año complicado, pero aprendí. A la temporada siguiente jugué todo y participé en el ascenso a Segunda. Fue bonito.

—Ahí se fijó el Madrid. ¿Cómo fue el salto al Castilla?

—Ni me lo pensé. Era increíble formar parte del mejor club del mundo. Allí estuve un año, nos metimos en playoff, pero no subimos a Segunda. Después, me cedieron al Valladolid y al Rayo.

—¡Coincidió con Vinicius!

—Era muy tímido. Se veía que tenía una calidad increíble, que era de otra categoría y duró con nosotros cuatro partidos. No volvió a bajar. Valía para el primer equipo. De hecho, yo no jugaba porque estaba él (risas). Tuve mala suerte (risas).

“A Vinicius se le veía mucha calidad, nos duró cuatro partidos...”

Castilla

—¿Sigue teniendo relación con los compañeros de esa época?

—Con Álvaro Fidalgo, Cristo, Dani Gómez, Fran García, Franchu… Los dos últimos también pasaron por el Rayo. Hicimos un gran grupo.

—¿Ha hablado con Fran García?

—Me dio la enhorabuena por venir y yo a él cuando fichó por el Madrid. Se lo merece. Es trabajador, humilde… Una persona de 10 y todo lo bueno que le llegue es merecido.

—¿Qué es lo que más recuerda de aquel Rayo de la 19-20?

—Que es un club muy familiar. Y la afición. La gente te trata muy bien cuando te ve por la calle, al llegar al estadio… Da gusto regresar. La sensación es la de volver a casa.

—Y eso que vivió una temporada rara con el COVID, el ERTE...

—Llegué en enero y estuvimos buscando casa hasta mediados de febrero. ¡Menos mal porque un mes después empezó la pandemia! Fue un año complicado por todo.

—Hábleme del Levante.

—Tengo muy buen recuerdo de las tres temporadas. Fueron un aprendizaje continuo. Me siento en deuda con ellos por no haber podido ascender. Nos llevamos un palo gordísimo. No nos lo esperábamos y menos en el último minuto. Estuve una semana que no quería ni salir de casa. No entendíamos cómo pudo pasar.

—Ahora la ilusión del rayismo es vivir el Centenario en Primera...

—Esta afición es diferente a cualquiera. Espero que éste sea un gran año para todos. Ya hemos paseado por el barrio. ¡Nos encanta! Me recuerda un poco a mi pueblo y me siento en casa. Es el club perfecto para mí. A mi hijo Adán, que nació en Valencia hace apenas año y medio, le estoy enseñando a decir: ‘Vamos Rayo’.

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