Dani Gómez se agarra a Baraja

Un gol de Dani Gómez en el tiempo de descuento seguramente le sirva de poco al Valencia, un equipo al que se le ha olvidado lo que es ganar y que pasará la Navidad como colista, pero quizás de mucho a Rubén Baraja, al que Mestalla le cantó ésta vez ya con fuerza “vete ya”. El vallisoletano se queda a merced de lo que decida hacer Peter Lim con él y con su finiquito. El gol de Dani Gómez llegó cuando el Alavés se veía ya con tres puntos en su casillero tras los goles de Carlos Martín y Jordán, en un partido marcado por las lesiones, por los dos penaltis señalados y por el ambiente tan hostil como frío a la vez que se vivió en Mestalla, un estadio resignado a su suerte. A su mala suerte.

Lo del Valencia hasta el descanso fue un arquetipo de lo que es ser colista. Un equipo carente de ideas, de recursos; unos futbolistas imprecisos, sin confianza, desquiciados consigo mismos y con los compañeros, temerosos con el balón e inmóviles sin él. Sin contundencia en defensa ni profundidad en ataque. Superados por un Alavés que supo explotar sus armas y jugar con el factor Mestalla, un estadio al que Peter Lim le ha arrebatado su magia, su alma. La gente va cabreada al fútbol y se marcha apesadumbrada. Queda media Liga, es cierto, pero en Valencia está ya asumida la idea de que este año sí, que Baraja no les salva, que Lim no hará nada en enero para ayudarle a él o al que le sustituya si le despiden y que el descenso en su destino.

Baraja hizo tres retoques en su once: Yarek, Guerra y Hugo Duro. Quizás lo más llamativo fue la suplencia de Pepelu, aunque desde que fuera expulsado contra Las Palmas y le cayeran dos partidos por ello ha dejado ser el intocable que era. Coudet, por las molestias de Mouriño y la sanción de Tenaglia, apostó por defensa de cinco, alineando por primera vez desde su llegada a Pica de tercer central y a Manu Sánchez en el lateral, posición en la que repetió Luis Rioja, que se enfrentaba así a sus excompañeros y al que le tocó bailar con un Carlos Vicente de carrilero, uno que pudo ser del Valencia y que demuestra su valía por Mendizorroza.

El cambio de sistema que se sacó de la chistera Coudet descolocó a los blanquinegros, que a la primera que le pillaron la espalda a Luis Rioja se encontraron con el mazazo de Carlos Martín. Ese gol es lo que le faltaba a los de Baraja para que les temblaran más las piernas y a los de Coudet para sentirse cómodos con su plan. Ni la lesión de Guridi les afectó. De hecho por él entró Stoichkov, que tuvo el segundo en sus botas en el único remate a portería de la primera mitad desde el de Carlos Martín. Los dos del Alavés, porque el Valencia ni se acercó a Sivera.

El paso por los vestuarios no cambió para nada el guion. Para entonces Canós ya había entrado al campo por un lesionado Fran Pérez y lo único que modificó Baraja fue cambiar de banda al de Nules y a Diego López. Así, más allá de dos balones a la espalda de la zaga que provocó que el Valencia pisara al menos el área de Sivera, el Alavés seguía con el partido bajo control. Inclusive el saber hacer de Kike García para bajar balones y generar segundas jugadas invitaba a pensar que en alguna de esas podía llegar la sentencia. Pero llegó la lesión de Sivera y casi a renglón seguido el penalti de Owono.

Dos penaltis con un mismo patrón

Fue un penalti de VAR, una acción complicada, la verdad. Un balón colgado al área, Diego López va a por él, pero no lo toca, Owono sale, pero llega tarde y solo roza el esférico, y cuando el balón ya ha pasado en dirección hacia el córner, Owono mientras que se levanta agarra con su brazo la pierna del asturiano. Cordero Vega sugirió a Alberola Rojas que revisara la acción y éste interpreto penalti. Lo transformó Luis Rioja, que lo celebró a medias por respeto a su pasado por el Glorioso.

El Valencia tenía minutos por delante para tratar de hacer lo que hasta la fecha no había hecho: remontar un partido. Pero tras el empate no dio síntomas de ello. A pesar de que Baraja metió a Dani Gómez para acabar con dos delanteros, ninguna de sus llegadas en esa fase del partido fue fluida. Ni tampoco tras el empate hubo constancia como para hablar de asedio. Jordán, Blanco, Abqar y Diarra seguían sólidos y en una arrancada desde su campo de Diarra acabó en otro penalti, éste a favor visitante, que transformó Jordán, una acción en su concepto similar a la de Owono y Diego López, porque Diarra no llega a rematar, Mosquera tampoco a despejar, pero se lo llevó por delante. Impecable lanzamiento de Jordán, por cierto, un jugador que ha encontrado una nueva vida con Coudet.

Ahí parecía que acababa el partido, desde luego el silencio de Mestalla era de se acabó lo que se daba y quizás también la era Baraja. Pero entre el cúmulo de lesiones y las acciones revisadas por el VAR, Alberola Rojas alargó el partido 11 minutos, el Valencia sacó ese pundonor que no va acompañado de calidad y, como mal menor, en ellos llegó el gol de Dani Gómez, que rascó un punto para un Valencia al que le sirve de poco, aunque seguramente a Baraja de mucho, y le ‘quitó’ dos puntos al Alavés y a Coudet la que hubiera sido su primera victoria. Solo hubo tiempo para otra cosa, para que Pepelu viera cartulina amarilla y cause así baja segura por sanción contra el Real Madrid.

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