RAYO VALLECANO I COTA

Cota: “Esa pared del estadio y esos balcones son nuestra esencia”

Es leyenda viva del Rayo. El jugador con más partidos (458) de su centenaria historia y el hilo conductor de diferentes épocas. El gran capitán.

Vallecas tiene memoria. Basta con pasear con Jesús Diego Cota por los alrededores del estadio. Le paran por Payaso Fofó, le llaman desde los comercios de la Avenida de la Albufera, le miran y sonríen. No es un vecino más, sino el eterno capitán que sigue atesorando muchos de los récords de este Rayo centenario. Él vertebra la historia del club. Él coincidió prácticamente con todos los mitos franjirrojos. Al icónico lateral derecho le hicieron la prueba los Peñalva, ascendió con Felines en el banquillo y jugó con Míchel I la UEFA. Este miércoles volverán a reunirse en el partido de leyendas, que se celebrará en Vallecas a partir de las 19:00. Unas horas antes, AS se citó con el presidente de la Asociación de Veteranos para soplar las velas y echar la vista atrás. “Yo me colaba en los conciertos de rock del estadio y vi a La Pasionaria dar una charla”, recuerda señalando su campo. El que siempre será su hogar.

—¿Qué se le pasa por la cabeza con la palabra centenario?

—Toda la gente que falta. Cuando yo empecé las peñas mandaban mucho y echo de menos al presidente de la Albufera, del Changarro…

—¿Cómo se siente con la idea de volver a vestirse de corto en Vallecas?

—Tengo muchísima ilusión, como el día en que debuté… Voy a volver a coincidir con compañeros que hace veintitantos años que no veo. Se me pone la carne de gallina sólo de pensar en pisar de nuevo el césped de Vallecas.

—¿Recuerda su último partido allí?

—Sí. El club quiso que nos retiráramos varios veteranos y nos hicieron un homenaje a todos juntos contra el Celta. Saqué a mi niño, que era muy chiquitito, de la mano por el campo. Yo no me quería retirar, ni vestir otra camiseta. Me habría gustado que el club me hubiese dado la oportunidad de decidir si seguía un año más. Se confundió. Metió muchos chicos jóvenes de golpe y llegaron dos descensos consecutivos.

—Usted vertebra la historia del Rayo, ¿con qué momento se queda?

—Mi debut fue especial, pero es que la UEFA… Me llamaron cuando estaba de vacaciones y pensaba que me estaban vacilando. Habíamos quedado novenos. Ese año negocié unas primas que iban más allá de la mera permanencia. Eran por puesto y ganaríamos más cuanto más arriba quedásemos. Fuimos líderes, vencimos en el Bernabéu… El único sueño que no cumplí fue ganar un título con el Rayo.

—De hecho, conserva el récord de partidos con la Franja (458).

—Es una reivindicación para la gente de la cantera. Hay jugadores muy válidos que han dado rendimiento si no han dado dinero.

—De todos los presidentes que ha conocido, ¿de quién guarda mejor recuerdo?

—El que más me ha engañado simpáticamente es Pedro García (risas). No me pudo conseguir el dinero para la luna de miel y me dijo: ‘Pídeselo a Daniel Jimeno —amigo de ambos— y luego se lo pago yo’. La mejor gestión que hizo Pedro fue meter a Ruiz-Mateos en el Rayo. Entre José María García y Pedro García le convencieron. Yo empecé a cobrar mucho más dinero. La familia hizo cosas bien y cosas mal. Al principio no les querían, pero les empezaron a coger cariño cuando fueron haciendo cosas por Vallecas.

—¿Y con qué entrenador se quedaría?

—Juande era muy bueno en la estrategia, pero quien más me sorprendió fue Camacho. Todos pensábamos que, por su posición, era un hombre de trabajo y le gustaba jugar al fútbol. Aprendí a ejercer la presión en banda, por ejemplo.

—Compañeros ha tenido unos cuantos...

—Lema fue mi compañero de habitación. Tenía estudios y aprendí mucho de él. En el Rayo me he formado, no sólo futbolísticamente, sino también como persona. Recuerdo a Onésimo porque era súper dinámico y, cuando no venía a entrenar, parecía que el vestuario estaba vacío.

—¿A quiénes llevaba a entrenar?

—Tenía dos hijos: Wilfred y Callejo. Les llevaba a la frutería de mis padres, que estaba en Pedro Laborde 9, y luego al entrenamiento con una furgoneta Renault Express. No con un Ferrari… Esos eran los coches de antes. Wilfred era un vallecano más, dejaba sus hijos a los vecinos y todo. Era una persona noble.

“El único sueño que no cumplí fue ganar un título con el Rayo”

BALANCE

—Hábleme de Peñalva…

—Los hermanos eran auténticos rayistas, de los que sólo miraban por el club. Me hicieron las pruebas y gracias a ellos llegué donde llegué. Me dijeron que no iba a ser titular y, poco a poco, lo conseguí. Debuté con Caturla, que le echó huevos metiendo de titular a un chaval de 17 años. Ahí, me hice una promesa a mí mismo: ‘De aquí no me saca nadie. Antes me tienen que cortar una mano’. Esa camiseta, la del equipo de mi barrio, me enamoró.

—Defíname a Felines.

—Es una leyenda. Mi padre le vio jugar, pero yo era muy pequeño. Sé que le llamaban el pequeño cucharero porque era muy vivo, hábil… Hay pocos jugadores tan carismáticos como él y, como entrenador, transmitía alegría.

—¿Y Míchel I?

—También sufrió, le decían que no metía el cuerpo, porque calidad le sobraba. Su zurda es de oro. Destapó el tarro de las esencias en la UEFA. Me dedicó su gol en Andorra porque sabía lo que yo había pasado con Juande. Esa herida de no haber sido titular me la curó con ese gesto.

—Para quien no lo viera jugar, ¿cómo era Cota?

—No es mejor futbolista el que mejores condiciones tiene, sino el que las sabe explotar al máximo. Así hice historia en el Rayo. Yo tenía actitud, constancia, velocidad y sentido de anticipación.

—¿Qué deseo pediría en el centenario?

—Quitarme años y volver a jugar, pero como es imposible que el Rayo vuelva a jugar en Europa y gane un título.

—¿Qué es el Rayo para usted?

—Es familia. Es hogar. Yo no quise estudiar. Terminé la EGB y siempre estaba con el Rayo. Lo que hace socialmente en Vallecas es muy importante de cara al futuro de los niños.

—¿Se imagina el estadio en otro sitio?

—No. Todos queremos que siga aquí. Es innegociable que esté en Vallecas. Esa pared de cemento y esos balcones son nuestra esencia. Cuando veo las fotos aéreas digo: ‘¡Qué preciosidad de estadio!’. Eso sí, hay que restaurarlo o hacerlo nuevo, más que nada por seguridad. Sin perder nuestros valores, nuestra identidad…

—¿Cómo ve la situación de la cantera y el Femenino?

—Me da rabia escuchar a madres en mi restaurante decir que se quieren ir del Rayo, cuando yo he vivido todo lo contrario. La gente quería estar allí.

—¿Se plantean una Asociación de Veteranos y Veteranas?

—¡Por supuesto! Me parece perfecto. De hecho, lo hemos hablado en la Asociación y en nuestro aniversario invitamos a las chicas. No las olvidamos. Teresa Rivero siempre nos decía: ‘A ver si aprendéis de las niñas’.

—Y para terminar, ¿qué es la afición para el Rayo?

—Todo. Aquí hay gente trabajadora y mileurista que encima viaja con el equipo. Tiene cojones. A ver cuánta gente hace eso. Es para ponerles un monumento. La afición es lo más importante. Muchas veces te lleva en volandas cuando estás cansado. No es un mito, en Vallecas te hace ganar partidos.

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