Con la miel en los labios y el sabor de la derrota
El Levante murió en la orilla en la que parecía otra noche mágica en Orriols contra el Barcelona.
Estuvo tan cerca, y a la vez tan lejos, que todavía duele más la derrota. El Levante supo encontrar las cosquillas al Barcelona, atacando constantemente esa defensa adelantada marca de Hansi Flick y aguantando con firmeza en defensa. Manu Sánchez parecía comerse a Lamine Yamal e Iván Romero y Morales, en un penalti que provocó él mismo por una mano de Balde, firmaron lo que parecía una nueva noche mágica contra el conjunto culé en el Ciutat de València.
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Todo lo cambió Pedri con un golpe de genio. Un directo al mentón. Un golazo por la escuadra que dio pie a la reacción. A partir de ahí, comenzó a emerger la figura de Lamine, especialmente con la salida de Manu del campo, ya fundido. El Levante volvió a saborear la derrota en el añadido. Dos partidos, cero puntos. Pero, sin embargo, con una sensación de orgullo. De poder competir contra cualquiera.
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