Con Gourlay poco ha cambiado en el Valencia
Las limitaciones económicas llevan al Valencia a tocar mil puertas y a esperar: Sadiq, Larin, Azón, Fonseca, Niasse...
El frenazo en seco del fichaje de Nicolás Fonseca puso en evidencia dos cosas: el Valencia sigue teniendo con Ron Gourlay los problemas de siempre y la prioridad de Carlos Corberán. Las versiones filtradas y publicadas desde México respecto a las razones por las que Fonseca va a continuar en Club León (aunque el Valencia todavía no lo ha descartado) apuntaban a un problema de Fair Play Financiero y a que la prioridad del Valencia es fichar un delantero (la de Iván Azon es hoy la operación más encarrilada y en la que se está negociando, aunque todavía sin acuerdo cerrado).
Con Ron Gourlay se ha sumado un CEO al organigrama y, de momento, poco más. Las directrices de Lim, se llame Peter o Kiat, no han cambiado. El modus operandi en la planificación es el mismo: deben salir antes que entrar y adaptarse al límite de coste de plantilla (salarios más amortización de fichaje) marcado desde Singapur, que es inferior al permitido por la Liga y de ahí, por ejemplo, que en enero se pudieran hacer (porque había margen) las incorporaciones que se hicieron por el miedo al descenso.
El Valencia a estas alturas de julio tiene un hándicap: ni tan siquiera sabe cuánto le va a costar su actual nómina de futbolistas (que hoy son 23). Está claro que Hugo Guillamón, Cenk y Sergi Canós no cuentan para Carlos Corberán y se les aprieta para que se busquen una salida, pero milagro será que no haya que pagarles algo o todo en concepto de finiquito. A su vez, el culebrón de las renovaciones de Javi Guerra, Diego López y Tárrega está pendiente de resolverse y tampoco se sabe seguro en cuánto aumentarán sus salarios.
Las ofertas de renovaciones presentadas tienen un punto en común: la mejora salarial es progresiva a lo largo de los años. Dicho de otra manera, a Guerra, Diego López y Tárrega se les ofrece un aumento significativo a largo plazo (Radio Valencia Cadena SER desveló, por ejemplo, que a Guerra se le ofrecen alrededor de 15 millones en el nuevo contrato), aunque la subida el primer año no está acorde al rol de ellos en el equipo. Ello, además de incitar a pensar en ‘renoventas’, le permitiría al Valencia ajustar a corto plazo su coste de plantilla. Pero, de momento, los tres no han aceptado la propuesta y se quiere renegociar (mínimo) la proporción de aumento salarial a percibir cada año y desde el primero.
La cifra de coste de plantilla que han fijado los Lim no ha trascendido este verano, aunque si fuera similar a la de finales de la temporada pasada, la cosa no se crean que se irá mucho de la cuenta con paga (aunque algo de margen queda). Si bien es cierto que se han liberado los salarios de Mamardashvili, Jaume, Aarons, Enzo, Iván Jaime, Sadiq, Mosquera, Yarek y Rafa Mir (solo por el georgiano se pagó un traspaso irrisorio), a día de hoy hay que contar con los salarios y la amortización de Copete, Cömert, Cenk, Agirrezabala, Raba, Rivero y Marí, más los aumentos en las renovaciones de Foulquier y Jesús Vázquez y los contratos progresivos como el de Hugo Guillamón. Y ello sin contar aún con las mejoras de Guerra, Diego López y César Tárrega.
Corberán ha tenido que priorizar
De ahí que, entre el culebrón de las renovaciones y las dudas económicas que revolotean sobre los descartes, a Ron Gourlay no le salgan las cuentas como para asegurar todas las incorporaciones que considera Carlos Corberán que necesita el equipo. De ahí que haya que priorizar. Tampoco parece que el escocés haya llegado a Valencia con capacidad para salirse del guion que se marca desde Singapur ni una agenda amplia y actualizada de contactos para negociaciones ni rapidez de ejecución: la operación Copete, a pesar de la venta de Yarek, no se cerró hasta que el Arsenal hizo oficial la de Mosquera (salir antes que entrar).
La operación Fonseca ha servido simplemente para evidenciar los problemas de siempre, aunque más por las prisas que se dieron los mexicanos en despedirse del italo-uruguayo que porque el Valencia de golpe y porrazo se haya dado cuenta de su realidad. Las limitaciones que impone Lim son las mismas con o sin Ron Gourlay, por más que éste se aventurase a hablar de Europa para convencer del proyecto a los Guerra, Tárrega o Diego López.
De ahí que, en paralelo a Fonseca, se haya y esté hablando con otros centrocampistas (hay contactos con el Hellas Verona por Cheikh Niasse, por ejemplo) o que en la búsqueda de un delantero se haya llamado a la puerta y se esté a la espera de saber qué pasará con Sadiq en la Real Sociedad, Larin en el Mallorca o, entre otros, Iván Azon en el Como 1907, que es quien está más cerca de sumarse al vestuario blanquinegro, un futbolista que ya estuvo en el radar del Valencia cuando militaba en el Real Zaragoza, es decir, antes de la llegada al organigrama blanquinegro de Ron Gourlay.
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