BARCELONA

Claudio Bravo y su difícil convivencia con Ter Stegen

El portero chileno recuerda como vivió la competencia durante dos temporadas en el Barcelona con el ahora indiscutible guardameta alemán.

FERNANDO ZUERASDIARIO AS

Ter Stegen y Claudio Bravo llegaron el mismo verano en el FC Barcelona. Era el 2014. El director deportivo del momento, Andoni Zubizarreta cerró la compra del alemán, al que veía como sustituto del gran Víctor Valdés para el futuro pero para guardarse las espaldas también firmó al portero chileno, más experimentado y que acumulaba buenas temporadas en la Real Sociedad. Los dos, eso sí, tenían una calidad indiscutible. Ante esta situación, Luis Enrique decidió que Bravo jugase la Liga y Ter Stegen, que por esos días tenía 22 años, la Champions y la Copa del Rey.

Esa elección no convenció al alemán, de fuerte mentalidad ganadora y que a esa edad tenía ganas de comerse el mundo. Además, claro está, que con su autoconfianza consideraba que estaba listo para ser el número uno de la portería de todo un Barcelona. Pero Bravo no se lo puso nada fácil. “Ter Stegen se dio cuenta que no me podía sacar de la portería. Mi presentación en Barcelona fue no encajar en los primeros siete partidos de Liga y acabarla con 15 o 16 goles y un Zamora”, afirmó el chileno a ‘El Legado’.

Pese a la dura competencia, recuerda que su relación con Ter Stegen no era mala y que si alguna vez se escapó alguna declaración controvertida fue más por la propia juventud del alemán que por otra cosa. “Lo que sale a raíz de él, siempre era como de una relación de conflicto, de no tener ese grado de amistad, pero era todo lo contrario. Cuando tienes a un jugador de más recorrido y un jugador que está empezando, en el caso de él, las declaraciones de uno y otro son totalmente distintas”, argumentó. Como veterano, Bravo explica que le tocó “apagar las cosas” y no meter más leña al fuego aunque admite que la competencia entre los dos era muy elevada.

Después de dos años viviendo está situación, Ter Stegen echó un pulso al club, que apostó por él (era el futuro). Bravo se marchó y el alemán logró la titularidad en las dos competiciones más importantes de todas. Pasó a ser indiscutible por todos los siguientes entrenadores y pese a los altibajos de los últimos años, con lesiones incluidas, sigue siendo el amo y señor de la portería del FC Barcelona.

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