Braithwaite huye de la quema

Como Tom Berenger o Michelle Pfeiffer en aquellas pelis ‘El sustituto’ o ‘Mentes peligrosas’, ha sabido lidiar Martin Braithwaite perfectamente con su rol de reemplazo de Joselu en un ambiente hostil, en este caso los fantasmas del descenso, en un Espanyol que le debe al danés algunos puntos. Como el del triunfo ante el Mallorca, el segundo consecutivo, ante el conjunto de un Aguirre que en su retorno a Cornellà mostró ideas y mordiente, la de Muriqi, pero al que le faltó una vez más a domicilio lo que sí tenían los pericos. Hambre. Necesidad.

Enfilaban al descanso el túnel de vestuarios Diego Martínez y el Vasco juntos, charlando, como si de un tercer tiempo se tratara, acaso confiándose cómo cada cual había arañado a su rival con sus mejores armas. Con Joselu ya recuperado pero aún en el banquillo de entrada, volvía a ser Braithwaite quien anotara para el Espanyol, en el transcurso del simbólico y poético minuto 21, dedicado a Dani Jarque, y después de que Aleix Vidal robara un balón entre Rajkovic y Nastasic para asistir a gol en su partido 200 en Primera. Pero antes de ese descanso, de ese diálogo entre entrenadores, había aparecido Muriqi, flanqueado en Cornellà por Kang-in Lee y Kadewere, para con un toque sutil desde el balcón del área batir a Pacheco. El primer tanto balear tras cuatro salidas sin marcar.

Los caminos estaban siendo muy distintos, eso sí. Parecía jugar de memoria el Mallorca, mucho más combinativo que de costumbre, como se evidenció en la acción del 1-1 y antes en ocasiones claras de Dani Rodríguez y Kang-in Lee, incluso en un penalti que reclamó por supuesta mano de Óscar Gil, ante un Espanyol a veces demasiado contemplativo, otras agresivo como en el gol de Braithwaite, cuyo frío arranque despertó tenues silbidos en la grada, aunque llegó a tener Puado tras un rechace la opción franca de situar el 2-0 minutos antes de que irrumpiera el pirata mallorquinista.

Entró con otro aire el conjunto perico en la segunda mitad, con la inesperada salida de Aleix Vidal y el providencial ingreso de Melamed. Dos minutos le bastaron al canterano para merodear el gol y otros tres, en el 51′, para ceder el segundo a Braithwaite, en una acción que había partido de la recuperación de Darder ante Kang-in Lee. Reclamó ahí falta Aguirre con tanta vehemencia que acabó por llevarse la amarilla.

Tuvo la sentencia el Espanyol, con otra ocasión clara de Braithwaite a pase de Puado y un remate que Rajkovic le sacó a Sergi Gómez, quien le había ganado la espalda a toda la zaga. Más tímida fue la llegada de Kadewere, que tiró muy desviado, instantes antes de que Aguirre lo cambiara por un Ángel a quien, en su primera aparición, Pacheco le salvó sobre la línea el 2-2. Vio Diego Martínez la pólvora bermellona y añadió más, la del retorno de Joselu después de más de tres semanas lesionado. Se llevó el gallego por entrar una ovación semejante a la que despiertan sus goles.

No dejó de calentarse el encuentro en su tramo final, por lo ajustado del marcador, un Mallorca que redujo su defensa a cuatro para aglutinar atacantes, el penalti que pidió Amath ante Montes, que le había rebañado el balón, y la bronca con Rajkovic después de que el portero empujara a Darder. “Ganar cuando hay que ganar es lo más difícil”, afirmaba el entrenador del Espanyol, Diego Martínez, el pasado domingo tras la victoria ante el Elche. Pues su equipo lo ha logrado dos veces de forma consecutiva.