Brais baila en el salón de su casa

jLa salida de Brais Méndez por menos de 15 millones de euros nunca se entendió en Vigo, un precio demasiado barato que Luís Campos decidió aceptar. Este sábado volvió a quedar patente que ese traspaso fue una ganga, una broma de mal gusto. El mosense tiene tanta calidad como elegancia, se basta por sí mismo para inclinar la balanza hacia el lado de su equipo, tal y como sucedió esta noche en el estadio vigués. Nada más pitar Figueroa Vázquez el final, sus compañeros fueron a abrazarle, a agradecerle una exhibición que supone tres puntos.

El primer tortazo llegó a los diez minutos, con un espectacular latigazo de Brais Méndez desde treinta metros. Igual que hacía en los torneos de Samil con seis años, el mediapunta hizo magia con elegancia. Puñetazo y disculpa a Balaídos, que admiraba en silencio la obra de arte de uno de los suyos, aunque ahora esté en el exilio. Ese niño que brillaba en el Santa Mariña volvió a aparecer diez minutos después, en este caso para asistir a Sadiq con un servicio al alcance de muy pocos. El nigeriano, sin embargo, tiró a la papelera el regalo de su compañero.

El Celta no despertó hasta la media hora, cuando Miguel desarboló a la zaga realista con una cabalgada marca de la casa. El redondelano puso un gran balón a Larsen, que perdió en el duelo contra Remiro. La primera parte terminó con muy mal sabor de boca después de que Aihen Muñoz tuviera que retirarse en camilla tras lesionarse en la rodilla. El parte médico habla de torsión, a falta de pruebas médicas, aunque las sensaciones no son nada buenas, ya que es la misma rodilla que se rompió en 2016. Balaídos le despidió con aplausos mientras él lloraba camino del vestuario.

La segunda parte comenzó igual que la primera, con Brais Méndez dominando por encima del resto. El mosense estuvo a punto de doblar la ventaja con una gran falta directa que se estrelló en el palo. Dos minutos después volvió a ejecutar un balón parado que acabó en los pies de Magu, incapaz de definir con todo a placer frente a Guaita. Dos bolas extras para el Celta, que no supo aprovechar y apenas inquietó a Remiro.

Benítez movió el banquillo, pero nada funcionó. Los célticos siguieron igual de espesos, sin frescura en los últimos metros para meterle mano a una Real Sociedad que defendía con comodidad y esperaba matar el partido en una contra. El único disparo entre los tres palos de la segunda parte fue un remate de Luca de la Torre, de espaldas a la portería, flojo y centrado. Un caramelo para Remiro. No hubo más amenaza celeste, que se emplaza al martes para tomarse la revancha en la Copa. La Real, por su parte, vuelve a ganar fuera de casa y consolida su posición en Europa.

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