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Betis y Valladolid: historias de una rivalidad artificial pero macabra

La alineación indebida de 1999, el cruel descenso verdiblanco de 2009 y el sospechoso 4-3 de 2014 que bajó a los pucelanos permanecen en el imaginario colectivo de ambos clubes.

JUANJO RAMOSDiarioAS

Benito Villamarín y Nuevo Zorrilla andan separados por unos 600 kilómetros de distancia, Ruta de la Plata mediante, y unidos por un clásico de la capital castellana, el C.D. Betis C.F. Ese equipo fundado en 1942 en el pucelano barrio de las Delicias con la mediación de un puñado de estudiantes sevillanos. Pero el terreno de juego y, sobre todo, la trastienda de los despachos han creado una tan artificial como extraña rivalidad entre verdiblancos y blanquivioletas, que vuelven a enfrentarse este sábado en LaLiga con el recuerdo relativamente reciente de varios episodios desagradables, casi macabros.

Aquel partido que el Betis ganó en los despachos

En el Valladolid-Betis de Liga del 10 de enero de 1999, el equipo pucelano alineaba durante seis minutos a cinco jugadores extracomunitarios, uno más de los permitidos entonces. Lozano entró en el 18′ de la primera parte por un lesionado Santamaría y hasta el minuto 24 los locales tuvieron sobre el césped a cinco foráneos: Julio César, Peña, Klimowicz, Peternac y el propio Lozano. Al percatarse del error, el técnico croata Sergio Kresic sustituía a Klimowicz por un español, Alberto. Pero ya era demasiado tarde. El Betis impugnó el partido en el acta arbitral y luego acudió al Comité de Competición, que le acabó dando la razón. El encuentro había acabado 2-1 para el Valladolid pero se cerró con un 0-3 a favor de los béticos. Además, Kresic fue inhabilitado durante dos meses. Afortunadamente para sus intereses, los pucelanos no tuvieron problemas aquella temporada para mantener la categoría y finalizaron en duodécima posición, solo un puesto por debajo del Betis.

El descenso más cruel, la salvación más dulce

Como la venganza se sirve fría, el Valladolid podría tomarse cumplida venganza de esta afrenta poco más de una década después, el 31 de mayo de 2009. A manos de los pucelanos, que también se jugaban la permanencia, el Betis sufrió el descenso más cruel (respecto, al menos, la puntuación) que ha habido en la historia de la Primera División española. Sergio Asenjo, entonces jovencísimo portero blanquivioleta, se convirtió en protagonista y salvador de su equipo en una última jornada con 50.000 espectadores en el Villamarín y el Betis fallando un puñado de ocasiones claras ante la meta rival. El Valladolid se puso por delante por medio de Aguirre y el brasileño Ricardo Oliveira empató nada más comenzar la segunda mitad en lo que parecía iba a convertirse en una milagrosa remontada. Pero el 2-1 no llegó y la igualada fue insuficiente para un equipo bético que descendió empatado a 42 puntos con el Getafe. El Valladolid sumó 43. El descenso, una década después justo del anterior para el Betis, significó el principio del fin para la era Ruiz de Lopera en Heliópolis.

Un 4-3 letal con primas de por medio

El Betis ya había consumado su siguiente caída a los infiernos el 11 de mayo de 2014. No se jugaban nada los verdiblancos pues, en el Benito Villamarín, contra un Valladolid que necesitaba imperiosamente la victoria para seguir dependiendo de sí mismo en la última jornada, que jugaría en Zorrilla. Los pucelanos llegaron a ponerse hasta tres veces por delante en el marcador, gracias a dos tantos de Javi Guerra y otro de Peña, pero los locales respondían con la furia y la determinación que les había faltado durante una campaña que concluyeron con 25 puntos. Braian, Jorge Molina y Rubén Castro igualaron de manera sucesiva para que Juanfran, en el último minuto, lanzara una falta lejanísima que se coló por la escuadra defendida por Jaime. La derrota en Heliópolis obligaba al Valladolid a ganar al Granada y esperar otros resultados para no bajar a Segunda. Ninguna de las dos condiciones se dio. Pero el entorno pucelano sospechó públicamente de posibles primas a terceros, confirmadas años después por la Justicia: la sentencia del caso Osasuna establece que los entonces béticos Xavi Torres y Antonio Amaya recibieron dinero por vencer en ese encuentro de la penúltima jornada y dejarse ganar, si fuera necesario, en Pamplona en el último partido. Ambas cosas sucedieron.

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