Becerra: “Sueño con debutar en la Conference y que el Rayo la gane”

La primera vez que Samu Becerra (San Sebastián de los Reyes, Madrid, 2006) pisó Vallecas fue de la mano de su abuelo Cristóbal. Quería que su nieto conociese el lugar donde pasó su infancia y el equipo que le robó el corazón. Este lunes repitieron ese paseo juntos, con AS como testigo, después de que el extremo debutase en Primera con su Rayo. “Nada más terminar el partido tenía 200 mensajes, como mínimo, en el WhatsApp. El más especial fue el de mi familia. Me felicitaron por el grupo. Me dijeron que estaban muy orgullosos de mí”, se emociona.

Horas después, Samu seguía sin poder quitarse la sonrisa de la boca. El 14 de septiembre de 2025 ya es parte de su historia. “Fue el día más especial de mi vida. Cualquier niño sueña con llegar a Primera, pero imagina lo que fue para mí siendo del Rayo. Cuando Iñigo me llamó, me empezó a latir el corazón a mil, luego en el campo ya estaba más tranquilo. El míster me dijo que aprovechase y disfrutase. Fue espectacular salir junto a Trejo, que es historia de la Franja. Me ha gustado desde siempre. Todavía no se lo he dicho”, confiesa.

“Debutar al lado de Trejo fue espectacular”

Samu Becerra

Además, se estrenó en un gran escenario como El Sadar. “El ambiente fue increíble. Con toda la gente gritando no se oía ni a los compañeros. Después, en el autobús, me dijo Álvaro que él también debutó allí. Qué casualidad”, desvela el extremo, cuya camiseta ya luce enmarcada en casa de sus abuelos Cristóbal y Lucía. “El Rayo es emoción, pasión... te llena. A mí me gustaba Hugo Sánchez, sus goles y sus volteretas”, reconoce Cristóbal, que ve a su nieto con un perfil más parecido al de Míchel. “Le conozco porque jugué con su hijo Álex el primer año que llegué y venía a vernos”, asiente Samu, a quien ya piden fotos por la calle.

Alrededor de la televisión, pendiente de su debut, estuvo toda la familia. “Nos juntamos unas quince personas. Maya, la madre de Samu, se fue a su casa porque pensaba que no iba a salir. Nada más debutar, nos llamó. ¡Qué nervios pasamos!”, apunta Cristóbal, que recuerda a Felines en ese Rayo de su niñez. Él se marchó de Entrevías en 1966, pero el barrio jamás se marchó de él. “Primero vivimos en El Pozo con mi tía Ana. ¡Éramos 13 en una casita baja! Luego nos fuimos a Entrevías. Ahí estaban las cuatro fuentes y los Billares Marcelino, donde poníamos Black is Black de Los Bravos. Ah, y el cine de verano en el patio de la iglesia de San Carlos Borromeo. Nos llevábamos la silla de casa”, indica Cristóbal a su nieto, quien le mira con admiración y ternura. “Mi abuelo es como mi padre”, explica Samu, quien añade: “Sin él no estaría en este gran club”. Ambos habían llegado al destino de este paseo, aquel descampado donde décadas atrás jugaba Cristóbal.

“El culpable de que sea del Rayo es mi abuelo”

Samu Becerra

Cuando Juanma Barroso, que estuvo viendo un año entero a Samu en el Sanse, le propuso fichar por los infantiles del Rayo nadie dudó. Tampoco este verano. Renovó hasta 2028, pese a tener ofertas de otras canteras de Primera. “El culpable es mi abuelo. Vine al Rayo por él, por lo que me ha transmitido. Por esa pasión. Aquí estoy en casa y como en casa en ningún sitio. Me gustaría quedarme mucho tiempo y hacer historia”, fantasea el extremo, quien siempre quiso ser futbolista y puede jugar de mediapunta, por las dos bandas... Incluso de falso nueve. “El primer día de entrenamiento con el Rayo, en lugar de irnos a la Ciudad Deportiva nos fuimos al estadio. Nos equivocamos y llegamos tarde. Le estaban esperando”, admite entre risas Cristóbal.

Ahora, en el primer equipo, el canterano se ha encontrado un vestuario “humilde y acogedor”, donde ya se siente uno más. “Isi, Trejo y Pacha son muy divertidos y te ayudan a integrarte. El míster es cercano. Siempre te está animando y exigiendo al máximo para hacerte mejor. Se nota que jugó al fútbol y sabe bien lo que dice en cada momento y el por qué“, analiza Samu, que la pasada semana, en el estreno del filial en Segunda RFEF, marcó: “El Rayo B es un equipo muy unido. Sin Etienne tendremos que repartirnos los goles entre más y listo”. Ya sea en el filial o en el primer equipo, con quien hizo la pretemporada este verano, el extremo colecciona experiencias inolvidables: “El viaje a Hungría fue bastante largo, pero estoy contento de poder ir a esos países. Esto es histórico”.

“Yo le digo que siga siendo humilde y trabaje”

Cristóbal

Si hay una palabra que repite es “gracias” y coge carrerilla, como si tuviese el balón en la banda, porque no quiere dejarse a nadie: “Quiero dar las gracias a Vallejo, que me hizo debutar en el B siendo juvenil. A Iñigo, por apostar por mí y abrirme las puertas del primer equipo. A Antonio Ríos, el director de cantera, que me ha ayudado mucho. A Cobeño y Portillo, por guiarme en la adaptación. Al presidente por la renovación y a todos mis compañeros. También a Juampe y a la afición, que desde el primer momento me hicieron sentir en casa”. De hecho, Samu, que viene de las categorías inferiores, sabe que ahí hay talento: “Tenemos jugadores de mucho nivel”.

El extremo lleva un tatuaje que le recuerda que lo imposible puede ser posible. “¿Un deseo? Debutar en la Conference y que el Rayo la gane”, sonríe quien fuera recogepelotas en la 2021-22. No olvida aquel 1-1 contra el Sevilla. “¡Marcó Bebé! Si ahora alguno me saca cuatro cabezas, imagina ahí que era más pequeño”, bromea Samu, a quien su familia sigue acompañando en el Estadio de Vallecas y no descarta hacerlo por Europa. “Yo le digo que siga siendo humilde y trabaje”, le aconseja Cristóbal. “Mi madre me dice que persiga mis sueños porque si lucho se pueden cumplir”, confirma el extremo. Su historia es, sin duda, un claro ejemplo.

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