Bebé amarga a Oyarzabal

Francisco tiene un comodín. Un as bajo la manga que nunca falla. Y ese es Bebé. El extremo, que marcó de penalti contra Las Palmas en el 92′ y arañó un triunfo vital la pasada semana, ha repetido el guion, aunque esta vez con más dificultad. La Zona Cesarini es suya. Nunca es tarde para él, para un Bebé salvador, que evitó la derrota in extremis. Un resultado que lleva burlando siete jornadas y que parecía un destino inevitable tras el doblete de Oyarzabal, que aparentemente dejaba en papel mojado el gol inicial de Mumin.

Brais Méndez desperezó un inicio gris, como el cielo de Vallecas. El centrocampista donostiarra estrelló un balón en el larguero y cazó también el rechace, mandándolo fuera. La trama discurría más en los dominios de Dimitrievski, quien cumplía cien partidos con el Rayo en Primera, pero los acercamientos a priori no conllevaban demasiado peligro. Tardó casi media hora en reaccionar la Franja, pero vaya si lo hizo. Le echó algo de picante a esos insípidos minutos. Primero Balliu cambió el juego de banda y se la puso a Álvaro, que controló y armó un zurdazo que detuvo Remiro y después, se la sirvió a RdT, que la mandó al lateral de la red.

La tormenta se había desatado. Apenas un minuto después, aprovechando una falta de Zubimendi a Trejo, Lejeune dirigió un misilazo a portería que desvió Remiro, aunque ahí apareció Mumin —una de las novedades de Francisco en el once por unas molestias de Aridane— para cazarla y colársela entre las piernas al guardameta visitante e inaugurar el marcador. La Real no se dejó llevar por el empuje vallecano y Kubo tomó las riendas, provocando dos microinfartos en la grada. Uno cuando estrelló el balón en la cruceta y otro, cuando se la dejó a Pacheco y la sacó Dimi a bocajarro.

El viento estaba cambiando. Y así fue como Barrenetxea, desde el ala izquierda, dibujó un pase al corazón del área, donde irrumpió Oyarzabal entre los centrales para poner el 1-1. Poco más de diez minutos duró la ilusión a un Rayo, que terminó sufriendo un par de tentativas txuri-urdin. Agua.

La consigna en las filas rayistas era clara: balones a RdT. Espino e Isi le brujulearon y, en una de esas, el delantero cabeceó fuera. No cejó su empeño. RdT volvió a intentarlo a la media vuelta con igual resultado. Nada. No había manera. Ni para él, ni para Álvaro que lo intentó por alto y su disparo murió en las manoplas de Remiro.

Por la mano, esta vez de Espino —interceptando un centro de Kubo—, llegó la remontada donostiarra. Oyarzabal puso el 1-2 de penalti y confirmó así su doblete. El delantero, con seis goles, ya adelanta a Kubo en su carrera por el pichichi. Acto seguido, Francisco movió el banquillo, en busca del punto perdido. Metió pólvora. Kike Pérez y Camello se unieron a los Isi, Álvaro y RdT. El de Cieza apostó por un tiro lejano, que se perdió demasiado alto. Corría el tiempo, pero no se movía el marcador, así que urgía más pólvora. Entraron De Frutos y Falcao. Finalmente, Bebé.

Falcao apareció de cabeza y Camello erró en un uno contra uno. Sin embargo, la dinamita de los franjirrojos parecía mojada... hasta que apareció Bebé en el añadido. Se metió hacia dentro y entre los gritos de “tira, tira” —un clásico en Vallecas— firmó un trallazo ajustadísimo al palo que supuso el definitivo 2-2 para delirio de la grada, que enloqueció cuando lanzó una falta, desde el centro del campo, que impactó en Brais Méndez. Un testarazo de Sadiq casi atraganta un punto que sabe a gloria. Sólo el efecto Bebé pudo frenar a una Real imparable en Liga, Champions o lo que sea, que se hizo humana en Vallecas.

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