Rayo Vallecano I La entrevista
Batalla: “Me gustaría quedarme, quiero crecer con el Rayo”
El cancerbero ha conquistado a la afición del Rayo a base de paradas imposibles y es imprescindible para Iñigo. De ahí que sea el fichaje con más minutos de la temporada.
Augusto Batalla (Hurlingham, Argentina, 1996) colecciona tres porterías a cero y decenas de paradas salvadoras. El guardameta —cedido por River hasta final de curso— da puntos y seguridad, la misma con la que habla de su buen momento. Nada que ver con lo vivido en el pasado, donde tuvo que aprender a gestionar las críticas y el dolor. Por eso, su mensaje cala y su testimonio es un regalo. Luz en la oscuridad. Ahora, el arquero pasa unos días en su país con la familia y la del Rayo ha pedido a los Reyes más Navidades junto a él. Más años. Más paradas. Más Batalla.
—¿Cómo ve al equipo? ¿En qué necesita mejorar y en qué progresa adecuadamente?
—Está bien y, sobre todo, compite. Mejor o peor, pero compite. Tenemos un buen balance defensivo y ofensivo. Me gustaría que el equipo siguiese progresando en animarse a jugar. Cuando perdemos el miedo al error y nos sacamos esa mochila, el equipo funciona mejor.
—¿Qué le ha llamado la atención de este club?
—El sentimiento con el que lo vive la gente. Es lo más similar a Argentina que me ha tocado vivir, no sólo jugando, sino también enfrentando. Vengo de un país donde el fútbol es la alegría de la semana y el Rayo tiene eso. La hinchada es fiel y el gran pilar que lo sustenta. Nosotros lo disfrutamos y también convivimos con esa responsabilidad.
—¿Lo conocía cuando llegó?
—Sí. Por acá pasaron Di Santo, Advíncula, que se fue a Boca… El Rayo es un equipo muy conocido en Argentina, más incluso que otros equipos que son, entre comillas, más grandes. Allá es uno de los clubes a los que más se nombra de LaLiga.
—¿Cómo es el vestuario?
—Hay gente muy noble, que te hace todo fácil. El más bromista es Camello. El más charlatán, Balliu. Y el DJ varía. Flo (Lejeune) pone la música en los partidos y Cárdenas, en el día a día.
—¿Qué pensó cuando sonó el teléfono y era Cobeño?
—Estoy feliz de haber dado este paso. Tenía otras propuestas, pero San Lorenzo no se manejó de la mejor manera y el Rayo me mostró constantemente su interés. Por eso me decidí por él. Es un orgullo estar acá y haberme ganado mi lugar.
—Hábleme de Iñigo Pérez.
—Desde el primer minuto, me sorprendió su sabiduría a nivel táctico. Es un tipo que vive y respira fútbol. Se le nota. Tiene muy buenos planteamientos de partidos y muy buen análisis. A mí, el día de mañana, me gustaría ser entrenador y aprendo un montón de él.
“Se conoce más al Rayo que a otros, entre comillas, más grandes”
—Usted domina el fútbol y el metafútbol. ¿Escuchó a Ancelotti y sus consejos para los calambres?
—(Risas) Fue cómico. Carletto es un grande, pero él como italiano conoce mejor que yo todo eso. Es parte del fútbol. A veces hay que hacerlo. El otro día, contra el Villarreal, no perdimos ni un segundo de tiempo. Le tocó al arquero rival porque tenían uno menos. Son cosas del fútbol y a mí no me enoja. Me molesta que se tome como si fuera un pecado mortal. Está dentro de las leyes del juego y del espectro del fútbol. Cuando esté al alcance de mi mano, lo volveré a hacer. Si veo que mi equipo está agobiado y lo necesita, lo hago. Y si veo que el rival se pone tenso, lo hago.
—Han terminado el mes de diciembre con nota...
—Se nos escapó el partido contra el Athletic, en el que podíamos haber rescatado un punto, pero hemos ganado al Valencia y empatado con Villarreal y Betis. Podemos terminar una gran primera ronda con un buen colchón de puntos.
—¿Es optimista con conseguir la permanencia sin sufrir?
—Es complejo hablar de esto a mitad de temporada, porque luego hay un tirón muy largo. Si el equipo sigue haciendo las cosas de esta manera, compitiendo, llegarán los resultados.
—Usted, que vivió un descenso el pasado curso con el Granada, ¿busca un final feliz?
—Cuando llegué, el Granada ya estaba en una situación muy delicada, con cambio de técnico, con 8 puntos en la tabla… Creo que el club ya estaba preparado para lo que iba a suceder. El Granada representa muchísimo para la ciudad, pero debe haber cambios en la mentalidad del club para que las cosas mejoren.
—¿Qué le pide a 2025?
—Es el momento para asentarme en Europa y elegir un buen lugar para poder seguir progresando. Veremos cuál. River no cuenta conmigo y buscaré un nuevo destino en junio.
—¿Y ese es el Rayo? ¿Le gustaría echar raíces aquí?
—¡Sin duda! Me gustaría mucho quedarme. Yo lo he comentado, pero sé que no depende de mí, sino de Presa, Cobeño, Iñigo… Acá soy feliz. El Rayo tiene mucho para dar y crecer y me gustaría ser parte de ese crecimiento. A mí esos desafíos me encantan.
—¿El sueño de triunfar en River ya pasó?
—He tenido compañeros a los que la gloria en River les llegó a los 34 o 35 años. No me desespero. Me encantaría que pasara, porque soy hincha del club y porque cuando me tocó era muy joven. No me fue como yo esperaba. Ahora estoy en otro momento de mi carrera y River no me necesita. ¿Quién sabe si nuestros caminos se tienen que separar hoy y el día de mañana se juntan? Ojalá.
“Tuve etapas de irme solo a la montaña a pensar si esto era lo que quería”
—¿Es el Dibu Martínez el mejor del mundo? ¿Tiene rival?
—Courtois es uno de los mejores, pero lo que ha logrado Dibu… Y no sólo hablo de títulos, también de regularidad. Hoy en día es el mejor, aunque a nivel mundial haya grandes arqueros a su nivel.
—¿Sueña con la albiceleste?
—Sí, tengo 28 años y muchas cosas por cumplir. Me encantaría estar en una convocatoria. Sería una locura. El tiempo y el fútbol dirán.
—¿Cómo se gestionan las críticas?
—Cuando jugaba en River, con 19 o 20 años, no estaba mentalmente preparado para soportar los golpes. Fueron duros. El fútbol tiene eso y en Argentina, aún más, porque es más extremista. O eres el mejor o el peor. No hay un término medio. La vorágine te va llevando, pero cuando pasa un tiempo y te das cuenta de cómo se hablaba de ti es duro.
—¿Se planteó tirar la toalla?
—Sí. A mí me han venido a buscar a la puerta de casa para que fuera a entrenar porque no quería. He tenido etapas donde me he ido la montaña solo, a pensar si esto era lo que realmente quería y si tenía las fuerzas para seguir. He pasado por momentos de depresión y no tengo problema en decirlo. Lo he pasado muy mal. Fue al encontrar la calma cuando me di cuenta de la magnitud que tuvo todo. Me ha costado mucho. Estuve tres años en Chile y empecé a trabajar, no sólo mi cabeza, también mi físico. Después fui a San Lorenzo y di la vuelta a mi imagen en Argentina. Después me vine a Europa y hoy estoy en un buen nivel. Con esa resiliencia ya gané. Salí del fondo del mar cuando todos esperaban que me hundiese.
—¡Qué mensaje más valioso!
—Mucha gente nos ve en televisión y piensa que nuestro mundo es color de rosa. Tiene un montón de cosas buenas y malas. A quienes están sufriendo les digo que no hay que tirar la toalla y no por los demás, sino por uno mismo.
—¿De eso es de lo que más aprendió?
—Sí. No tendría este equilibrio, ni sabría valorar las cosas buenas, sin haber sufrido las malas. Eso me dolió y me duele. De hecho, hablando del tema se me resquebraja la voz (se emociona). La vida me regaló dos hijos maravillosos y una mujer increíble. Cuando eres joven, eres demasiado catastrofista y de más mayor relativizas. Tras el partido, sólo te queda entrenar y tratar de hacerlo mejor el próximo fin de semana. Todo pasa muy rápido, lo bueno y lo malo.
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