Ayoze es de Champions

Poco, muy poco, duran las alegrías en la casa del pobre, como lo es el Espanyol en su retorno a Primera. Y más si delante se encuentra el delantero más en racha de la Liga española. Dos goles en Cornellà, ambos a asistencia de Baena. Seis en el campeonato. Y cinco jornadas consecutivas anotando. Brutal lo de Ayoze Pérez. Un canario remontando ante los pericos, que se avanzaron con el tanto de Jofre en un interminable primer tiempo. Y que enlazan dos derrotas a pesar de su alta competitividad. Reaccionan en cambio los de Marcelino para volver a encaramarse a la zona Champions.

Se dejaron pericos y ‘groguets’ los goles para el final de la primera mitad, que se alargó sobremanera porque un choque de cabezas previo entre Véliz y Albiol había dejado noqueado al central, hasta el punto de que aplicó el Villarreal el cambio por conmoción cerebral, después de que el jugador abandonara el césped en camilla, aunque consciente. Entró el experico Eric Bailly.

Fue en el minuto 46 cuando, en una falta cometida por Ayoze Pérez en que se jugó por un palmo el penalti y la roja, botó Brian Oliván -novedad en el once, en detrimento de un Carlos Romero precisamente a préstamo desde el Villarreal-, cediendo a Jofre Carreras para que, muy solo en el balcón del área, disparara con la fortuna añadida de que Comesaña desvió el balón lo justo. Aunque él no fue el último en tocarlo, igual que en el Bernabéu cinco días antes con Courtois, este sí se lo adjudica el canterano.

Pero el descanso todavía no había llegado. Ni mucho menos. En el 51′ aún del primer acto, en otra falta pero esta lateral y favorable al Villarreal, sirvió con delicadez Baena para que Ayoze, de nuevo él, cabeceara a gol sin oposición. Racha inagotable del tinerfeño, que enlaza cuatro jornadas marcando, por lo que se une al club de los Gerard Moreno, Bacca, Nico Jackson o Sorloth, por solo citar la última década.

Como Penélope, tejiendo y destejiendo, así está siendo la vida del Espanyol en su retorno a Primera. Se avanza y le empatan. Le sucedió contra el Alavés aunque pudo reaccionar a tiempo, lo sufrió a lo grande ante el Real Madrid y de nuevo se encontraba en idéntica tesitura frente a un Villarreal con un (inmensamente) mayor fondo de armario. Aunque en el intermedio quien movió el banquillo fue Manolo González, dando entrada a Sergi Gómez en lugar de Cabrera.

Dispuesto a llevar la iniciativa volvió del vestuario el Espanyol, que incluso obsequió a Cornellà con ‘frivolités’ de Jofre o Král, y que tuvo el segundo tanto en la reaparición de la sociedad Tejero-Puado, sublime en el anterior encuentro en casa, tras un enérgico arranque de Pol Lozano, y que solo Bailly logró salvar ‘in extremis’.

La posesión perica, sin embargo, entrañó a su vez que el Villarreal encontrara espacios, su gran arma. Y así fue como se escabulló Ilias Akhomach, correoso y afilado todo el partido, con un tiro que acarició el larguero. Y como perdonó Barry, al que le bastaba con meter el pie, en un chut cruzado ya de por sí peligrosísimo de Sergi Cardona. Quien no pide disculpas ni en un confesionario, en cambio, es un Ayoze que asestó su segundo zarpazo letal, y de nuevo asistido por Baena, esta vez desde la frontal del área y ajustándola al máximo al palo izquierdo de Joan García.

Sacudió el árbol Manolo González con un triple cambio (la conmoción de Albiol también le daba derecho a seis sustituciones, y las agotó), así como el estreno de Naci Ünüvar con la camiseta blanquiazul. Y buscó el Espanyol el empate, como siempre dando guerra como seña de identidad, con un cabezazo de Puado, o con un chut del debutante neerlandés.

Aunque el protagonista del tramo final no fue otro que Quintero González, a quien el partido se le fue de las manos. Ignoró una falta clarísima de Bailly sobre Cheddira al borde del área. Mostró una amarilla a Puado, que había sido zancadilleado. Amonestó a Aguado, quien estaba en el banquillo, y expulsó a un miembro del staff técnico perico. Desquiciado el árbitro, que tras el pitido final recibió el impacto de un objeto, aparentemente una botella, desde la grada, lamentable reacción de un seguidor que le puede costar carísima al club, e impotente el Espanyol, que alcanza su peor racha de derrotas seguidas ante el Villarreal, cuatro.

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