Arnu debuta en Primera: una luz en medio de la penumbra
El canterano cumplió el sueño de su vida, desgraciadamente, en medio de una actuación pobre del Real Valladolid, de donde no quiso salir en verano.
Adrián Arnuncio es un chico normal. Un chico normal que acaba de debutar en la Primera División. Uno con un sueño, del que nadie le distrajo: debutar en la máxima categoría con el Real Valladolid. El delantero palentino lo hizo este viernes, en la derrota del conjunto blanquivioleta frente al Girona. Salió al terreno de juego en el minuto 88’, con un resultado adverso y con tres goles en contra, sin mucho por poder hacer. En los cuatro minutos que tuvo, contando el añadido, se impuso en una disputa y recibió una falta. En medio de la penumbra, fue un pequeño halo de luz.
En medio de la pesadilla por el pobre juego del equipo y por un nuevo tropiezo, su primera vez en Primera se tornó como una de las pocas cosas rescatables; no por lo vivido, sino por lo que le queda por vivir a uno de los jugadores que más ha destacado en Los Anexos estos años. Cuando empezó a hacerlo, pronto voces autorizadas hablaban de un delantero con un perfil específico, de esos que pueden recordar a un atacante de los de siempre, pero con aires modernos, que no solo dominan el área. Con una buena comprensión del juego, trabaja bien de espaldas a portería y en categorías inferiores siempre ha mostrado capacidad goleadora.
No fue una sorpresa, así, que fuera internacional; lleva siéndolo tres años, aunque las bajas en el conjunto de Diego Cocca hicieron que el Real Valladolid negociase que no entrase en la última convocatoria de la sub-18, para la que fue llamado. Al mismo tiempo que quemó estas etapas y que se convirtió en el ‘nueve’ de su generación, los intereses comenzaron a darse; en España, especialmente, los del Atlético de Madrid y del Real Madrid, más alguno que otro en el exterior. Pero la respuesta fue siempre la misma: Valladolid es su casa, y el Pucela, el equipo en el que quiere jugar.
El segundo más joven
Arnu, que es como se le conoce deportivamente hablando, ya había ollado otra cima, cuando, por sorpresa, unos días después de su renovación, Paulo Pezzolano le dio la titularidad contra el Espanyol, un estreno que fue casi como un máster, puesto que Leandro Cabrera y Sergi Gómez, los centrales encargados de marcarle, superaban los 900 partidos como profesionales entre los dos. Contó por entonces un ‘cicerone’ de excepción en Álvaro Negredo, quien trató de potenciarle en cada ocasión que tuvo.
Entonces, se convirtió en el segundo jugador más joven en vestir la zamarra del Real Valladolid en partido oficial, solo por detrás del inalcanzable Luis Miguel Gail. Fue allá por mayo, apenas unos meses después de que, mientras se hacía hueco en el filial, su familia se preguntaba si estaba preparado para el reto. No se debía a una falta de fe, pues, como suele ser habitual en estos casos, la tienen toda, sino respondía a la humildad y a una naturalidad que incluso provoca que Arnu reciba el apelativo cariñoso de ‘Megatrón’ porque es un término afectivo que emplea su padre.
Ese chico que roza la mayoría de edad (la alcanza en marzo) ha debutado en Primera División unos meses después de que se decidiera dar una respuesta negativa al interés del Mirandés, club que lo pretendió en el pasado mercado veraniego y que lo quería cedido. Lo ha hecho a pesar de que el Real Madrid sigue al acecho, algo que no distrae a su enfocado entorno: creen que el escenario ideal es el que pisa, seguir en Valladolid, al lado de casa, y adonde ahora, como él antes, sus padres traen a su hermano pequeño Alejandro, enrolado esta temporada en el Alevín B del club.
El debut de Arnuncio puede parecer uno de tantos, si se tiene en cuenta que, sin ir más lejos, en lo que va de temporada se han estrenado en Primera otros dos chicos de la casa, para más inri, vallisoletanos, como son Chuki y Maroto, o que Koke y Garri hicieron lo propio el año pasado en Segunda y tampoco son activos recurrentes en el primer plantel. Pero, sobre todo, es el logro de un delantero con unas condiciones magníficas y el de un soñador blanquivioleta dentro de la normalidad, la que su familia y el deseo de seguir creciendo en Pucela representan.
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