Añorando la magia de Brahim

Un Madrid plano, sin chispa y sin carburador. En Lille el equipo de Ancelotti se quedó sin marcar por primera vez esta temporada, por segunda vez en los últimos 51 partidos (la otra, el intrascendente 0-0 contra el Betis en la última jornada de la pasada Liga). Con Mbappé entre algodones, el técnico italiano tampoco pudo contar con Rodrygo, aquejado de unas molestias. Y tampoco estaba el que últimamente ejercía como primer recambio del paulista: un Brahim cuya magia se echa en falta en partidos que, como el del miércoles, se le hacen bola al Madrid.

Un encuentro atascado o encallado de esos que el malagueño acostumbra a resolver o encauzar con alguna genialidad. El partido de Lille recordó de algún modo al de la temporada pasada en Leipzig en la ida de octavos, con un Madrid incapaz de descodificar el partido y en el que Brahim (25 años) salió al rescate con un zurdazo inalcanzable que calmó muchos nervios y sacó del atolladero a su equipo. Un desatascador que la temporada pasada abrió el sendero hacia la victoria en otros partidos: Las Palmas, Braga, Granada o el derbi liguero en el Bernabéu.

La temporada había empezado sin que a Brahim le diera tiempo a destapar el tarro de sus esencias, aunque ante el Valladolid dejó constancia de su capacidad para agitar partidos: gol y asistencia a Endrick saliendo desde el banquillo para finiquitar la contienda. Dos partidos más tarde, con otros dos brillantes partidos con Marruecos de por medio, caía lesionado en Anoeta. Pareció una lesión muscular sin demasiado alcance, pero eso lo dictaminarían las pruebas. Entonces llegó un copioso jarro de agua fría, para el jugador y para Ancelotti: de dos a tres meses de baja.

Jugando como titular sólo el 40% de los partidos (22 de 55), Brahim acabó la temporada pasada como el quinto máximo goleador del equipo con 12 dianas. Y fue el cuarto mayor asistente (igualado con Rodrygo), con ocho pases decisivos. En 2.006 minutos sobre el campo, Brahim participó, marcando o asistiendo, en una veintena de goles. Una intervención decisiva cada 100 minutos. Esta campaña llevaba el gol y la asistencia al Valladolid en apenas 127′. Con las rotaciones ya en marcha, un Bellingham que aún no ha visto puerta y Rodrygo y Vinicius lejos de sus promedios goleadores de las últimas campañas, el Madrid echa de menos el ingenio de Brahim.

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