Álvaro Benito y el 1-2 del Rayo: “Cada vez que llegaban, nos vacunaban”
El analista de AS, titular aquel 21 de enero de 1996, recuerda la única victoria del Rayo en el Bernabéu, detonante del adiós de Valdano: “Fue un día muy triste; era un entrenador válido”.
Noche del 21 de enero de 1996; temperatura gélida, pero el Bernabéu estaba al rojo vivo. El Real Madrid, vigente campeón de Liga, había encadenado cinco jornadas sin ganar, ya llevaba seis partidos perdidos y se alejaba del título. A aquella velada llegó el Rayo Vallecano, que nunca había ganado en el Bernabéu. Pero para todo hay una primera vez: Guilherme les adelantó, Raúl empató a los 2 minutos... y Guilherme hizo el definitivo 1-2. Pañolada. El Bernabéu, harto, pidió la dimisión de Valdano con cánticos, lanzando las almohadillas y hasta coreando -con ‘olés’- los pases del Rayo. El técnico, tres horas después, fue destituido. Es la única vez que la Franja ha ganado en el Bernabéu, demoledora. Los puntas aquella noche fueron Raúl... y Álvaro Benito, recién subido del Real Madrid C y con sólo 12 partidos en sus botas. El hoy analista de AS rememora el suceso... y repasa la actualidad.
Entrevista
―En 1995 sube al primer equipo de una manera muy curiosa. Cuéntela...
―Sí... ¡Porque yo debuté antes con el primer equipo, que con el Castilla! Y es que mi caso fue extraño. Estaba en el Real Madrid C, pero me llamaron para hacer la pretemporada con los mayores. Jugué los dos primeros partidos de Liga (Vallecas y Athletic) y luego sí bajé al Castilla, donde estuve dos meses. Pero después, empecé a ser titular con el primer equipo... y ya me quedé (ríe). Un caso extraño, sí.
―Debuta en Vallecas (1-5) entrando por Amavisca. Siendo canterano, daría impresión...
―En ese momento sientes muchas cosas. El camino para llegar a la élite es durísimo, exige una apuesta muy clara y, ni con esas, tienes una garantía. Un porcentaje ínfimo de la gente que lo intenta llega. Y ya no te digo al Real Madrid. Yo había dejado todo con 14 años, mi casa y mi familia, para venir a este club. Y cuatro años después, los acontecimientos se precipitaron rapidísimo. En el momento del cambio con Amavisca lo que sentí es que todo había tenido sentido. Que las piezas, al final, encajaban. Que lo que veías imposible, se volvía tangible. Y se te despierta la ambición, pero también los nervios, porque no sabes muy bien si vas a tener más oportunidades y quieres demostrar que estás preparado.
―¿Cuánto importante fue Valdano en lo personal?
―Todo, todo. Jorge fue clave para todos los canteranos de aquella época: Raúl, Guti, yo... Porque es una persona que se interesaba mucho por lo que había abajo y daba oportunidades. Luego, está claro, nadie te garantiza nada, pero él veía que había talento y nos introducía en las dinámicas del primer equipo. No es fácil dar oportunidades a gente tan joven y él lo hacía. El tiempo le ha dado la razón, ya lo ves.
―¿Cómo jugaban los equipos de Valdano? Explíquelo a alguien que sea muy joven...
―Muy ofensivos, con gusto por dominar, de aprovechar las bandas. Llegando muchísimo al área. Yo lo definiría como un ‘estilo muy agresivo’ en ataque. Utilizaba un sistema que ya no existe: 4-4-2 en rombo, pero con extremos. Un mediapunta, un delantero y dos en banda muy arriba. Eso hoy en día... (ríe). Era un dibujo muy divertido de jugar. A los rivales les costaba defenderlo; pero estábamos un poco desnudos para defender las contras, era lo único malo.
―¿Cómo se puede explicar que un equipo campeón de Liga, el año siguiente no entre ni en Europa?
―Pues que el fútbol tiene muchas cosas inexplicables. A veces la diferencia entre ganar, o no, es un balón al poste. Ese año el equipo hacía muy buenos partidos, pero no se ganaba. Y cuando no ganas, la confianza va bajando y todo se te empieza a hacer cuesta arriba. Ese grupo tenía talento, jóvenes, veteranos... de todo para ser competitivo, pero se dieron una serie de resultados que hicieron que no terminara de arrancar. No lo sé, no lo sé. El fútbol, a veces, es inexplicable. Es fútbol.
―Vamos a la noche del 21 de enero de 1996. Derrota 1-2 contra el Rayo. ¿Cómo llegaba el vestuario anímicamente? ¿Ya tocado?
―Yo, personalmente, a tope. Llevaba 12 partidos con el primer equipo, así que aún estaba en pañales. ¡Disfrutando de que me hubiese tocado la Bonoloto! Para mí no era un día más en la oficina. Afrontaba cada partido... como vamos. Y en cuanto al grupo, veía hambre en los ojos. Es más, en los pocos años que pude disfrutar del Real Madrid, jamás vi a un compañero que no tuviera esa ambición de ganar cada partido. Las dinámicas afectan, obvio, porque hacen que cualquier golpe duela el doble, pero la gente salía a muerte. Simplemente los resultados, por más que lo intentábamos, no se daban.
―¿Qué primer recuerdo viene a la cabeza de esa noche?
―Una lesión de Amavisca, me suena que le partieron una espinillera (sufrió una lesión en la rodilla en el minuto 10; “hasta que el cuerpo aguante”, proclamó en la jornada 37, cuando jugó 62′ con muchísimo dolor).
―Las crónicas hablan de que el público coreaba con ‘olés’ los pases del Rayo y al acabar, lanzó sus almohadillas en masa...
―Fue un capítulo más de la dinámica de esa temporada. Jugábamos bien, pero no hacíamos gol. Y cada vez que nos llegaban... pum, nos vacunaban. Así todo el año. No digo que estuviésemos brillantes aquella noche, pero era un partido para haberlo ganado. Y fue un día muy triste para mí, porque despidieron a Jorge.
―¿Alguien alzaba la voz en el vestuario?
―Hierro, Sanchís, Alkorta, Chendo... eran los líderes. Quienes tiraban del carro. Aquella noche tampoco había mucho que decir, porque no era una cuestión de falta de actitud. Y cuando el problema no es ese, pues qué vas a gritar. La actitud era buena, pero no salían las cosas. Así de crudo. Éramos un equipo que no acertaba, capaz de generar muchísimas ocasiones, pero que luego no las convertía. Hay veces que el rival tiene dos y te acierta las dos. Y tú tienes doce... y no metes una. Así es el fútbol. Va de goles, no de merecerlo.
―¿Le pareció justa la destitución de Valdano?
―Cualquier destitución de un entrenador válido siempre es precipitada. En muchos clubes, y el Madrid es uno de ellos, no hay ninguna paciencia. No se da tiempo. Da igual que el entrenador haya demostrado valía o no, si hay una racha de malos resultados, fuera. El Madrid es de los pocos trabajos donde no te permiten tener ni dos días malos. Si los tienes, te vas perfectamente; sin importar que hayas ganado títulos antes. Es uno de los banquillos más duros del mundo. Ese año la cosa, ya sin él, no remontó. De hecho acabó peor. Así que...
Análisis de la actualidad
―Vamos al presente: ¿Cómo está viendo a este Real Madrid?
―El equipo compite, porque tiene unos jugadores con un espíritu competitivo extraordinario. Pero yo todavía no lo veo con velocidad de crucero. En Liga hay pocos equipos que te puedan quitar puntos y ya se han conseguido en estadios muy difíciles, así que lleva cierta ventaja, pero yo soy muy exigente. Creo que, pese al adiós de Benzema, la plantilla es muy buena. Y percibo un estado de indefinición en general. Aún no sé si es un equipo de correr, de tener el balón... hay demasiadas alternativas para los dos equipos en los partidos, ¡aunque al final siempre caen del lado del Madrid, lo cual es increíble! Pero yo espero más. Y para ser un candidato claro a la Champions, hay que mejorar.
―¿Le ha sorprendido Bellingham?
―¡Se habrá sorprendido hasta él mismo! Nunca había conseguido estos números y casi ningún jugador había aterrizado en un club de la magnitud del Madrid de esta manera. El asunto ya es histórico. Es un chico muy inteligente, intuitivo, que siempre está en el lugar correcto. Pero necesita socios, porque mantener esta cifra goleadora todo el año va a ser imposible. Seguirá llegando y marcando, pero no a este ritmo. Ha superado cualquier expectativa.
―¿Hacen tanta falta, para el año que viene, Haaland o Mbappé?
―Jugadores como esos, no hay otros. Y si tienes la oportunidad de traerlos, quién va a decir que no. El Real Madrid tiene que fichar a los mejores y ellos lo son. Y luego, al equipo le falta un delantero, las cosas como son. Veremos, veremos. Quiero ver cuando lleguen las eliminatorias y te enfrentes a un Bayern o un City. El nivel del Real Madrid debe ser mirarles a la cara, porque sólo así aspiras a la Champions. De momento, a la expectativa.
―¿En España se habla demasiado de los árbitros?
―Sí. Aquí todo el mundo piensa que favorecen al vecino... y a mí es un tema que me cansa. Los árbitros, todos los que conozco y son unos cuantos, intentan hacer su trabajo lo mejor posible. Pero esto es lo de siempre: escucho muchas quejas, pero todavía no he visto un solo entrenador/presidente/futbolista que cuando le hayan favorecido, salga manifestándolo. ‘Hoy me han ayudado’ o ‘la jugada dudosa, ha caído para mi lado’. Cuando eso suceda, me podré creer más las quejas, pero aquí todo el mundo protesta y cuando cae a su favor, nadie dice nada. Pero te digo una cosa: esto pasa en el fútbol... y en la vida. Todo el mundo piensa que le ayudan más al vecino, que a él le va mejor. Es un tema que me da mucha pereza.
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