Álex Suárez y Marc Cardona derriban el muro del Valencia

Ni que fuera un estudiante gandul, de esos que se dejan los deberes para el final, Las Palmas hizo la tarea cuando el tiempo ya se le echaba encima. Dominó por completo el balón pero el duelo, mayoritariamente, se jugó a lo que quería Baraja. Sin embargo, Álex Suárez y Marc Cardona emergieron al final para dejar la permanencia insular virtualmente sellada a falta de 14 jornadas para el final. Una barbaridad. Por su parte, el Valencia hizo “lo que pedía el partido”, como reconoció el propio Baraja al final. Pocas, pero alguna opción de gol tuvo. Le cedió descaradamente el balón a Las Palmas porque era lo que tocaba, imposible quitárselo, y se defendió de manera impecable hasta aquel agónico cabezazo de Suárez que lo cambió todo. En cualquier caso, su temporada continúa siendo de sobresaliente. Hoy cayó con la cabeza bien alta.

Por mucho que Las Palmas amasara el 75% de la posesión del balón durante la primera parte, el partido transcurría exactamente como anhelaba el Valencia cuando ambos equipos enfilaban la escalera que da acceso a los vestuarios del Estadio de Gran Canaria. Antes de eso tampoco es que pasaran muchas cosas, lo que sin duda enaltecía las bondades del sobrio y efectivo plan de partido que había preparado el cuerpo técnico visitante, que jugaba mejor sus cartas.

Y eso que Las Palmas empezó el duelo de una manera brava. Si apenas en el minuto dos Munir le dio el pase de la muerte a la persona equivocada, Mamardashvili en este caso, en el cinco Javi Muñoz remató muy flojo una jugada local de los más barroca, con el balón meciéndose entre los futbolistas locales con la elegancia de un tango elegante, cadencioso, una sinfonía de pases que merecía algo más.

Ambas formaciones se afanaban como podían en la rápida presión tras pérdida de balón. A Las Palmas le costaba menos recuperar el cuero, pero también es verdad que no conseguía horadar la empalizada que levantó el Valencia, que además repobló en defensa esos pasillos interiores por los que tan a gusto se siente la hueste de García Pimienta. Mientras Munir y Sandro intercambiaban posiciones para hacerle daño a los visitantes, Pepelu buscó marcar el gol de la liga desde su propio campo, como Canós en la segunda parte. Ninguno tuvo suerte.

Las Palmas no tenía más opción que ir armándose de paciencia pero cayó en la trampa de un Valencia al que le convenía que pasara lo menos posible, así que el 0-0 inicial era lo más lógico 45 minutos después pese a que Mármol hubiese cantado gol de no ser por la rápida intervención de Gayá.

Huecos.

Los futbolistas locales encontraban más huecos tras el descanso, pero un colosal Álvaro Valles le libró del 0-1 tras una peligrosa internada de Vázquez que había desviado Mika Mármol, imperial una vez más. En el Valencia comenzó a ganar mucho protagonismo un poderoso Foulquier, cuyas arrancadas siempre generaron peligro. O al menos lo intentó. Sandro, ofuscado y luego cambiado, no se la devolvió a Kirian en la jugada que pudo abrir el marcador.

De pronto, en Las Palmas surgieron dos héroes inesperados cuando el partido agonizaba y el 0-0 se daba por bueno, pues era un resultado que además convenía a los dos equipos. Primero, Álex Suárez metió la cabeza para hacer el 1-0 cuando el telón de la función comenzaba a bajarse. Después, Marc Cardona, que había asistido en el primer gol, hizo el 2-0 para que, ahora sí, el duelo quedara sellado. Con este triunfo los insulares alicatan la permanencia y siguen mirando hacia arriba. ¿Europa? Por qué no. El Valencia, pese a la derrota, demostró el por qué de su magnífica temporada. Reproches, ninguno.