1x1 del Real Madrid contra el Sevilla: Mbappé y Devin Booker
Kylian iguala los 59 de Cristiano, con la ansiedad como compañera de récord. Gran Rodrygo y buen Bellingham. Huijsen, nervioso y Vinicius, pitado.
Courtois: Como siempre. Tranquilo, hasta que tuvo que dejar de estarlo. Tras ser espectador en la primera parte (el Sevilla no tiró entre palos), fue protagonista en la segunda. Estuvo sensacional ante Alexis Sánchez e Isaac Romero. Dos veces ante cada atacante. Una portería a cero más, y no fue fácil mantenerla.
Asencio (94′): En las tareas que lleva intrínsecas, el duelo y la corrección, estuvo bien. A su nivel. Como es habitual y como lo está siendo últimamente. Pero sufrió en lo posicional. Precisamente, porque el lateral derecho no es su posición. En ataque produjo más como central que como dos. Como es normal.
Rüdiger: El más entonado del cuarteto defensivo. No desafinó en ningún momento. Sin buscar nada fuera de lo común, quizá esa fue su mayor virtud. Atento al bascular y férreo en lo aéreo. Muy necesario.
Huijsen: Arrancó inseguro. Porque lo está. Y no dejó de estarlo durante los 90 minutos. Y lo sorprendente es que fue con balón, con dos pérdidas de inicio que pudieron costar dos disgustos. Donde antes todo era precisión, ahora hay dudas, especialmente cuando le aprieta la presión. Sin él, evitó un contragolpe de Romero con una oportuna corrección, pero sufrió en otras ocasiones a la hora de recular. Aunque fue creciendo con el paso de los minutos, no dio muestras de solidez. Como tampoco de contundencia, al rematar arriba un córner cuando tenía todo a favor. Necesita hacer clic.
Fran García: Con Mendy de vuelta, titular. Mensaje de Xabi. Y pudo agradecérselo con gol, pero no acertó en un mano a mano con Vlachodymos. Estuvo vivo en la incorporación al principio, además, y a punto estuvo de asistir tras ganar la línea de fondo en una buena ocasión. Aunque en campo propio sufrió mucho. Le costó cubrir la espalda y le faltó contundencia en algún duelo. Cal y arena.
Tchouameni: Sin ser brillante, sin peros. Dentro de un Madrid desequilibrado, roto, Aurélien fue el equilibrio. Se incrustó entre centrales para dar algo de salida a un inicio empantanado y se notó. Casualidad o causalidad, el equipo empezó a, al menos, ganar solidez. Y visto lo visto, no es poco. Después, ya asentado, fue el sostén de una sala de máquinas donde estuvo muy solo. Indiscutible.
Rodrygo: Gol al City, gol al Alavés, asistencia y un penalti forzado contra el Sevilla. Ese es, exceptuando sus minutos coperos, el saldo de Rodrygo en sus últimas noches. Un estado de forma que le hacen ser no solo titular, sino indispensable. Qué importante es la confianza en el fútbol. Fue, además, quien mejor entendió el encuentro desde el inicio. Mandó un caramelo a Fran García al que el lateral no pudo quitar el envoltorio, le puso otro a Huijsen desde el córner y a la tercera llegó la asistencia, con el testarazo de Jude. Forzó el penalti en su primera jugada desde la izquierda y, en la segunda, casi repite (el derribo fue en la línea). Y pudo marcar el gol de la jornada tras levantar el balón y obligar a Vlachodymos a volar tras su volea. Generó y fue decisivo.
Güler (72′): Necesita el área. Ahí es diferencial. Desde ahí alimenta a Mbappé. Desde ahí se alimenta el Madrid. Cuando se acercó a tierra hostil se vio su mejor versión. Como en un servicio en la primera parte u otro en la segunda. Ambos a Kylian. Pero cuando pisó más la base demostró que, al menos todavía, no es su sitio. Sin incidencia. No fue protagonista y, cuando juega donde lo hizo, debe serlo. Fue el primer cambio.
Bellingham: Marcó. Con una de sus grandes virtudes, la interpretación de los espacios y el timing para buscar el testarazo. Rodrygo puso un balón estupendo y Jude abrazó el gol. Además forzó la segunda de Marcao, y su expulsión. Un alivio para Xabi, para el Madrid, para él mismo. Brote verde, pero necesita seguir sembrando. Sigue sin encontrar ese lugar preponderante en el ataque. Esa capacidad para conectar líneas. Para hablar un idioma complementario con Güler y no el mismo. Sin brillar, decidió.
Vinicius (83′): Sin incidencia. Dejó algún regate, pero lejos de tierra hostil. Lejos de ser decisivo. Además de sumar otro partido más sin ver portería. Más de 1.000 minutos. Aunque lo más reseñable fue el veredicto del Bernabéu. Pitada tímida antes del silbatazo, más contundente en el cambio. Sintomático.
Mbappé: En marzo de 2017, Devin Booker empezó a anotar canasta tras canasta. Y, los Suns, sin nada en juego y al olfatear algo histórico, empezaron a condensarlo todo en su estrella. Hasta que llegó a 70 puntos, con varios hitos en la mochila... Pero con la derrota en el marcador. A pesar del resultado, tanto Booker como los Suns celebraron. La noche de Mbappé tuvo tintes similares. Porque Kylian jugó con el récord en la cabeza. Así comenzó y así terminó. Y por eso disputó los 90′ en Talavera. En varias ocasiones pecó de precipitación, de no mirar a los lados. De ansiedad. Pudo descorcharlo pronto, tras un buen servicio de Güler. Pero la cruzó demasiado. En otra intentona buscó la heroicidad contra tres. Agua. Y tras el descanso, ídem. En un eslalon, ese sí marca de la casa, no le pilló rosca el balón cuando olfateaba la portería. Y después fue Vlachodymos su némesis, que le sacó un testarazo rumbo a la escuadra que terminó en la madera. Al final marcó de penalti. Llegó a 59. Empató a Cristiano y celebró como él. Por suerte, al contrario que los Suns, el Madrid sí ganó. Y Kylian celebró sus 27 con los 59, con el récord.
También jugaron
Camavinga (72′): Volvió a tener minutos y se le vio bien físicamente.
Gonzalo (83′): Sin tiempo para aportar, pero otro partido más en la mochila.
David Jiménez (94′): Otra bala en su muesca particular.
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