Parejo le pone el broche a un partido para el recuerdo

Siete goles, penaltis, palos, tantos anulados, polémica, villanos, héroes... Villarreal y Celta metieron todo en la coctelera para dejar un partido para el recuerdo en La Cerámica. Al final, se llevó el Submarino un duelo que pudo ganar cualquier. Todos los honores para Marcelino y Giráldez, dos entrenadores a los que les va la marcha y que no dejaron de sufrir hasta que el choque se fue al minuto 99 y decidió Parejo tras recoger un rechace después de fallar un penalti. No podía acabar de otra manera un duelo que le permite al Villarreal dormir como líder.

La locura dejó sin primera plaza al Celta, pero le servirá a Giráldez para respaldar su idea, que es buena y atractiva. El partido dejó 44 disparos, de los cuales 18 fueron a puerta. Fue una montaña rusa en la que pudo llevarse el triunfo cualquiera después del intercambio de golpes. El Villarreal fue a remolque casi todo el duelo, pero reventó el partido con los cambios. Williot, antes de aparecer Parejo, falló el 3-4 en un par de ocasiones muy claras. Hugo Álvarez, en el último suspiro derribó a Barry, para que Parejo sentenciase.

Villarreal y Celta no defraudaron en su puesta en escena. Ambos juegan a pecho descubierto, con el balón por bandera. Y eso casi siempre lleva al gol. Sin tiempo para asentarse, Diego Conde ya sacó un pie milagroso después de un disparo de Alfon que desvió Bamba. El Celta mandaba y en un gran balón de Ilaix desde muy lejos, Alfon le ganó la espalda a Cardona y a Bially para encarar a Diego Conde, que salió y midió mal. Cardona sacó bajo palos, pero por ahí apareció Borja Iglesias para cazar la pelota. El Panda, quince meses después, volvió a marcar.

El Villarreal respondió con la dupla Baena-Gerard. La BG del Villarreal es dinamita y no pararon hasta que igualaron el choque. Primero, el almeriense se topó con Villar tras una pared con su mejor socio. En la siguiente acción, córner botado por Baena, peinada de Gerard al segundo palo y gol de Cardona. Todo igualado y vuelta a empezar. Pero el Celta, con facilidad para marcar, volvió a golpear gracias a una falta directa de Mingueza. Diego Conde falló en la colocación de la barrera y por ahí, el lateral en plena racha, hizo el segundo. Albiol sacó el tercero de milagro y bajo palos, después de una jugada de clase de Alfon. El Villarreal no bajó los brazos y Yeremy cerró el primer tiempo con otro cabezazo al palo. La locura del primer tiempo terminó con 25 remates entre los dos equipos, diez de ellos a puerta. Puro espectáculo.

Cuando Marcelino agitó el banquillo, el efecto fue inmediato. Ni un minuto tardó Thierno Barry en meterse a su nueva afición en el bolsillo. El primer contacto que tuvo con el balón acabó dentro de la red con un gran remate de cabeza. Sus 195 centímetros en pleno esplendor para igualar un choque en el que Celta, por primera, se sentía superado. El festival y la reacción amarilla la culminó Pépé, otro cambio que introdujo Marcelino. En cinco minutos, el extremo, con una gran jugada por la derecha, metió un balón al corazón del área pequeña para que Jailson, antes de que Ayoze rematase, se marcase en su puerta el 3-2. El arreón amarillo no acabó ahí porque Pépé, en una contra, tuvo el cuarto poco después. Ese fue el pecado capital que cometió el Villarreal, el de no matar el choque cuando pudo.

El Celta, capaz de remontadas imposibles, igualó el partido con un gran testarazo de Starfel, tras otra gran asistencia de Mingueza. Fue el Celta el que casi aprovecha esa inercia para llevarse el partido tras un remate de Williot que sacó Diego Conde con apuros. El Villarreal no dijo su última palabra y aún tuvo tiempo para ver cómo le anulaban un gol por fuera de juego después de un disparo de Gueye que paró Villlar y Comesaña, en posición antirreglamentaria, hizo el 4-3 pero no subió al marcador. Y del posible 4-3 casi se pasa al 3-4 con un remate de Douvikas al palo. Diego Conde, con dudas, apareció en el descuento para salvar al Villarreal de la derrota con dos paradones, mano a mano, a Williot. La actuación de Conde fue la guinda que le faltaba a la bendita locura de La Cerámica antes de que Parejo le pusiese el broche a un partido apra el recuerdo.

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