Las dos carreras de Messi

Messi ya tiene su Mundial, que no le cambia el estatus entre que quienes le precedieron en el Olimpo (Cruyff nunca lo ganó y sigue en los cielos), pero le pone aritméticamente a la altura de Maradona: un título y una final. Su gran mérito ha sido luchar contra el mayor de los mitos y no perder ese partido, probablemente el más difícil de su carrera, el de entrar en el corazón de los argentinos. Dejémoslo en empate, porque el tiempo cambió demasiadas condiciones ambientales a favor y en contra: los defensas, la permisividad arbitral, la exigencia física, la compañía… Por si alguien pretende tomar partido por Maradona en este punto hay que recordar que entre los 50 jugadores más valorados del mundo solo figura un argentino, Lautaro Martínez, que fue suplente en la final. En ese mismo tramo encontrarán a cuatro franceses. No busquen, pues, el desempate por ahí.

El dato viene a demostrar que en el fútbol suele ganar quien más ganas, o necesidad, tiene de hacerlo. Francia jugó durante 70 minutos un partido y Argentina, que en términos objetivos tenía menos, una final. Y lo hizo por Messi, un futbolista radicalmente distinto al que empezó. Compensó con cabeza lo que fue perdiendo de piernas hasta completar dos carreras en una sola vida deportiva: una a toda pastilla y otra, casi tan buena, al paso. Me temo que en eso nunca le cazará un Mbappé de 35 años.

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