Italia se teme lo peor

“En mis tiempos, el segundo clasificado del grupo pasaba directamente al Mundial”, se quejó Rino Gattuso sobre el formato actual de la FIFA para la clasificación en el torneo más importante para las Selecciones nacionales. Sin embargo, ese “mis tiempos” se remonta al Mundial de Sudáfrica 2010: el último partido que jugó el actual seleccionador fue el 24 de junio de ese año. Desde entonces, han transcurrido quince años: tiempo suficiente para creer que un deporte que por naturaleza se basa en el movimiento, concretamente el balón, no puede permanecer estático.

Pero si algo ha permanecido inalterable es la inercia de Italia de cara a los últimos tres Mundiales. Por la tercera edición consecutiva, los tetracampeones del mundo tendrán que disputar la repesca y esperar que, en marzo, cuando se celebre, los fantasmas de las dos anteriores eliminatorias, 2017 y 2022, no atormenten a los jugadores. Algo falla: el fútbol formativo parece insuficiente a la hora de encontrar jugadores para la absoluta. En el salto entre las inferiores y la mayor, se pierden. Así pasó con las dos últimas generaciones.

2017: La Italia de Ventura

El primer partido de repesca se disputó antes de Rusia 2018. Gian Piero Ventura estaba en el banquillo de Italia y el doble desafío contra Suecia se presentaba como un panorama desalentador desde hacía meses. Tras la derrota por 3-0 contra España en septiembre de aquel año, la selección italiana de 2017 parecía estar en caída libre y al borde de un preocupante declive. El equipo aún contaba con la BBC más famosa del calcio (Bonucci, Barzagli y Chiellini) en defensa, pero se encontraban en la recta final de sus carreras. El centro del campo disponía de De Rossi y, el ataque, de los goles de Immobile, Insigne y Belotti, a quienes les costaba repetir las excelentes actuaciones que habían cosechado con sus clubes.

Era una Italia que temía no contar con suficientes jugadores jóvenes preparados para continuar el glorioso legado del pasado o para dar descanso a los más experimentados, como Gianluigi Buffon, quien en aquella ocasión puso fin a su brillante etapa con la selección. Así, el 13 de noviembre de 2017, de nuevo en San Siro, se vivió la peor noche hasta la fecha: en 180 minutos, con una victoria y un empate, una Suecia físicamente exigente pero falta de técnica eliminó a Italia de la repesca hacia el Mundial y, por primera vez desde 1958, la Copa del Mundo se disputaría sin los Azzurri. Fueron cónicas las imágenes de De Rossi en el banquillo preguntándose por qué Ventura había dejado a Insigne, posiblemente el mejor jugador italiano del momento, en el banquillo.

La gran derrota fue síntoma de un entrenador que ya no era el capitán de su barco y, en cambio, lo había conducido al Apocalipsis - tal cual lo dijo el entonces presidente de la Federación, Carlo Tavecchio. De hecho, Ventura, quien optó por no dimitir pero fue posteriormente destituido, se convirtió en el principal culpable para todos.

2022: La Italia de Mancini

El dolor de no clasificar al Mundial no tuvo casi precedentes para Italia y, por lo tanto, fue muy difícil de superar. Sin embargo, tan sólo cuatro años después, la Selección sufrió una decepción aún más amarga. Un verdadero fracaso porque, a las puertas de Qatar 2022, Italia llegaba como campeona de Europa dirigida por Roberto Mancini. Apenas 256 días después del 11 de julio de 2021, cuando los Azzurri ganaron la Eurocopa en Wembley derrotando a la anfitriona Inglaterra en la tanda de penaltis, un gol de Trajkovski, de Macedonia del Norte, en el Stadio Barbera de Palermo, selló la segunda eliminación consecutiva de Italia para el Mundial del año siguiente.

El fantasma de Suecia se cernió sobre Italia durante toda la velada e Italia se mostró imprecisa, confusa, muy lejos del equipo valiente y unido que había conquistado la Eurocopa mostrando el mejor ataque de la competición. Sin duda, no fue una época fácil: el brillante Spinazzola estaba lesionado y Locatelli había estado luchando contra el coronavirus, pero nada justificaba que diez de once jugadores que habían sido parte de un grupo triunfador volviera a desmoronarse, condenando a otra generación de aficionados a ver el Mundial desde casa. Un resultado que no tenía antecedentes. En agosto 2023, Roberto Mancini dimitió.

2025: Y ahora, ¿qué?

Tras Mancini, Luciano Spalletti asumió el cargo de seleccionador en agosto de 2023, pocos meses después de lograr uno de los mayores hitos de su carrera: conquistar el título de la Serie A con el Nápoles, 33 años después de que el equipo del Sur de Italia lo consiguiera por última vez. Recibido con gran entusiasmo, el entrenador llevó a Italia a la Eurocopa de Alemania, pero su participación resultó decepcionante, con una eliminación en octavos de final que se repetiría en la Nations League, esta vez en cuartos de final.

El banquillo empezó a flaquear y Spalletti dimitió después de perder el primer partido del Grupo I de la fase de clasificación para el Mundial de 2026 contra Noruega y después de la victoria por 2-0 contra Moldavia. El presidente Gravina no tardó en encontrar a un hombre con el temperamento de Rino Gattuso, quien encadenó cinco victorias en cinco partidos, pero su racha terminó al final de la fase de grupos con una derrota por 1-4 en San Siro contra la líder del grupo, Noruega.

Fue la peor derrota en casa en 70 años e Italia se vio nuevamente relegada a la repesca. El partido se jugará en marzo, en plena disputa de ligas y copas. Italia se dejó abrumar por Haaland y sus compañeros, quienes desarticularon su juego con una facilidad pasmosa. Su única misión era marcar goles, muchos goles. Lo estaban consiguiendo a través de la confiable dupla Kean-Retegui y el aporte de la joya Pio Esposito, pero sobre todo gracias al meticuloso trabajo de Gattuso. Pero el camino sigue siendo arduo y, por tercera vez, la presión se cierne sobre ellos.

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