La tiranía de ‘Gonzagol’

Gonzalo, harakiri y Gonzalo. In that order. Resumen de un partido a cara de perro por la supervivencia... y que calma las aguas en el Di Stéfano. Aún hay marejada –vaya que si la hay–, pero una derrota habría encendido la alerta de tsunami (el equipo podría haber acabado la jornada compartiendo el farollillo rojo con el Intercity). Y no fue así. Responsabilidad casi plena de un Gonzalo espectacular. Gigantesco. En la línea de las últimas semanas (llegaba tras marcar en seis de los últimos siete partidos). Suyo fue el gol que abrió el marcador y suya, la jugada del segundo. Oh capitán, mi capitán. Héroe para un filial irregular; ADN propio. Pero que evita el mal mayor. Y jugará ante el Ceuta para, al menos, tomarse las uvas fuera del descenso. Lo mínimo.

Fue un domingo de sol y curvas. La primera parte, rutina de lo que viene siendo el Castilla: un canto de ópera empañado, siempre, por un gallo. Un clásico, a estas alturas. El problema es que la élite no permite estas cosas pero, sobre todo, no las perdona. Esas pequeñas desconexiones son el talón de Aquiles de un equipo con fútbol, pero escaso de contundencia. De regularidad. Que cuajó una primera media hora espectacular, de lo mejor de la temporada. Sublime. Volviendo inexistente el Recre, que apenas salía de su campo. Pero en cuanto lo hizo una vez... cantada de Fran González y 1-1. Vuelta a la casilla de salida. Y todo al traste.

La cantada del gigante

Fue al tercer córner en cuestión de minutos. El Decano, harto de ver que la fórmula del centro directo no funcionaba, lo probó en corto. El balón cayó a las botas de Njalla, que puso un centro suave al punto de penalti. Aparentemente sencillo, sobre todo para un portero que mide dos metros. Pero no. Fran González salió, dudó y se quedó a medias. Pecado capital para cualquier guardameta. Y tiro al pie de su equipo: Serrano cabeceó y, con la portería vacía, tan solo tuvo que dirigir el balón y esperar a que entrase. Fácil. Gracias.

Otra del pichichi

El murmullo se apoderó de la grada, como de la platea. Ahí estaba, el gallo de siempre. Otra mancha en una camisa que antaño era blanca, pero ya acumula tantas, que se parece a la de Juanes. Le quedaba, en lo positivo, el impresionante momento de Gonzalo: con el de hoy, ha marcado en siete de los últimos ocho partidos y es el máximo anotador de toda la categoría, con 13 zarpazos. Y a una notable distancia del segundo (Eyong, del Villareal B, con 10). Suyo fue el testarazo en el primer cuarto de hora que dejó clavado a Armero y vendido a Gálvez. Un cabezazo inapelable. Alma de killer. De jefe. 1-0 y viento a favor... hasta la cantada de su compañero, que pidió disculpas. Descanso y vuelta a empezar. Que remedio.

Pregón a la locura

A partir de ahí, el Castilla se hizo pequeño y el Recre, gigante. Un giro de 180º al guion. Así es este deporte, impredecible. En uno de los mejores partidos del filial de toda la temporada, con una media hora de absoluto sobresaliente... falló Fran González, 1-1 y nada había valido. Y el Recre, que se veía contras las cuerdas y sin saber cómo responder, de repente olió la sangre y se animó. Y mandó. Y pegó. Un ritmo espectacular se apoderó del duelo y la tensión, se disparó.

El genio de la lámpara

Pero los de Raúl, con el paso de los minutos, se sacudieron los complejos y alzaron la voz. Pregón a un tira y afloja que acabó decantando el de siempre: Gonzalo. Como hiciera Vinicius en Bérgamo, bajó hasta la posición de pivote para recibir, se dio la vuelta, corrió y dribló durante 30-40 metros y sirvió un balón a la espalda de la defensa que fusiló Víctor Muñoz. Una jugada espectacular. De esos goles que son más del asistente, que del goleador. Una obra de arte para coser el roto de Fran, que se resarció en la recta final.

Porque con el 2-1, el plan fue transparente: resistir las acometidas del Decano, que acabó con cuatro delanteros sobre el campo. Centro lateral tras centro lateral. Despeje tras despeje. Y un gran Fran que no volvió a dudar en una sola salida. Que blocaba y gritaba de rabia. Al que sus compañeros felicitaban de manera cariñosa en cada intervención. El mayor de los sustos llegó casi en el descuento, con un córner que Rivas, sin querer, remató hacia su propia portería. Le salió centrado; blocó Fran en dos tiempos.

La polémica que pudo ser

El Castilla resistió y ganó. Terminando con Valdepeñas reforzando la zaga y demostrando que hay días en los que no termina de sentirse desubicado en las trincheras. Que sabe aguantar, pelear y defender. El Recre se echó con todo al ataque, pero no tuvo acierto. Silbatazo de Escriche Guzmán, archienemigo de la televisión del club –uno más en la lista negra– por un polémico penalti que no señaló con 2-1 en el marcador. Alberto López fue a despejar, pero golpeó mal al balón y este, claramente, le dio en el brazo. De eso no hay dudas. Pero el contacto fue tan clamoroso, como involuntario. Y a partir de ahí, interpretaciones.

El árbitro vio la acción de manera nítida y desde el primer momento hizo el gesto de que, para él, era involuntario. Residual. Haciendo el gesto de que el balón vino de un mal despeje. Gonzalo se comió al colegiado porque entendía que, sin esa mano, el balón le habría podido caer a él. Una acción que evocó frases como “auguro un buen futuro a este colegiado, pronto estará en Primera” en Real Madrid TV. Rutina. Pero algo secundario, tal y como acabó el partido (de no haber ganado el Castilla, la escaleta del pospartido habría sido muy diferente). Anécdota, a la postre.

Último escalón

Venció el Castilla, que evita el mal mayor y coge algo de oxígeno. Jugará en Ceuta, la próxima jornada, con la misión de tomarse las uvas fuera del descenso. Lo mínimo, pero tanto a estas alturas. El Recre, quien sólo había perdido un partido de los últimos ocho, vuelve a morder el polvo y vivirá un calco la próxima semana, pero en su caso en el Colombino y ante el Marbella, rival directísimo. Así acabará el 2024 en Primera RFEF, con curvas y tensión. Aperitivo de un 2025 que dará mucho que hablar. Como Gonzalo, o más bien, ‘Gonzagol’.

Clasificación

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