El Stadium Gal sepulta a un lamentable Deportivo

Llegaba el Deportivo a Irún con el reto de lograr su tercera victoria consecutiva y acabar con una maldición en el Stadium Gal que casi llegaba a un siglo de existencia. El resultado fue un auténtico revolcón, una visita al dentista de la que salió sin dentadura. Totalmente incapaz en ataque, con Lucas Pérez, Hugo Rama, Salva Sevilla y compañía totalmente desaparecidos. Con una posesión sin ningún destino, una defensa de mantequilla y un Ian Mackay nervioso y desacertado. Un desastre total ante un Real Unión que se dio un auténtico festín y que demostró los motivos por los que es el mejor local del Grupo I. Un plan perfectamente desarrollado con Solís y Oyarzun a un nivel sobresaliente. Superioridad absoluta para establecer un registro en el Stadium Gal complicado de igualar: siete visitas del Deportivo, otros tantos triunfos. Repaso en toda regla con Jabo Irureta en el palco preguntándose si eso, lo que se paseaba por el campo, era el Deportivo.

La partida, que acabó en goleada, comenzó con dominio coruñés, con un Deportivo casi instalado en campo rival y un Real Unión esperando las contras y muy centrado en no cometer errores. Veinte minutos en los que un remate de Pablo Vázquez en un córner fue la jugada más peligrosa. Pasado ese tiempo los irundarras dieron un paso adelante y comenzaron a acosar el área coruñesa hasta que Solís, tras un rechace favorable, pilló un balón en la frontal para marcar en un disparo en el que Mackay podría haber hecho bastante más. Primer remate serio de los vascos, primera muesca en la culata.

Pasado el arreón, el partido regresó al mismo guion: balón coruñés, oportunidades para los locales en una peligrosísima falta y un córner del francotirador Oyarzun y otra que Escobar erró de forma incomprensible. Primer tiempo de color local, que jugando a ritmo diésel y acelerando por momentos, le bastó para irse al vestuario con ventaja y crear muchísimo más peligro. Enfrente un Depor de más a menos, incapaz de generar ocasiones, con las llegadas de Paris Adot y centro como casi único recurso y nervios a flor de piel, en especial Mackay con sus salidas. La explicación más clara fueron las paradas de Irazusta: ninguna.

El Depor salió al segundo tiempo con la misión de darle la vuelta al marcador, pero también a un partido que estuvo en todo momento donde quería el Real Unión. Dos minutos duró el presunto plan de Idiakez en la caseta, porque eso fue lo que tardó en llegar el 2-0 en un intento de despeje de Paris Adot tras un centro de Eimil. La pájara se convirtió en desastre en un abrir y cerrar de ojos. En otro tanto más de Solís y dos ocasiones nítidas para que la herida, que ya sangraba bastante, se convirtiese en hemorragia. De ahí hasta final, sucesión de cambios con otro puñado de jugadores que no aportaron nada en busca de una reacción que nunca llegó. Más que eso, los coruñeses puede que hasta se marchasen contentos porque el castigo fuese de solo tres goles. Duro golpe y el proyecto, que parecía que empezaba a arrancar, tocado y rozando el hundido.

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