PRIMERA RFEF | AT. SANLUQUEÑO 2 - CASTILLA 2
Autopista al infierno
Quinta jornada y quinto partido sin ganar del Castilla. Remontó, para dejarse empatar con irrisoria facilidad. Sigue en descenso y puede acabar colista.
Tal vez por celos o por simple casualidad, pero el Castilla, el día que Ancelotti confesó que el madridismo es de rock & roll, decidió rendir su homenaje. Toque de baquetas y show de luces. Autopista al infierno. Porque esas son las notas de una temporada que coge tintes preocupantes. Lo que era alerta amarilla, ya es naranja. Y no tanto por los resultados, salvables con tantas jornadas por delante; sino por las sensaciones. La juventud abunda en una categoría donde la experiencia vale oro. Y los pecados de mocedad, lejos de sembrar anécdotas, dejan heridas. El Castilla, cinco jornadas después, aún no ha ganado. Remontó para dejarse empatar. Y se queda en descenso, casi colista.
Tuvo que tocar fondo para despertar. Porque a veces así son estos procedimientos, caprichosos. Y uno percibe que hasta que no alcanza lo más profundo, no remonta. Porque es el impulso de tocar lo más hondo lo que facilita nadar hacia arriba. Dicho y hecho. Eso le sucedió al Castilla, que se puso 1-0 abajo y, con ese resultado, pasó a ser colista. Mismos puntos que el Algeciras, pero peor golaverage. Un desastre. Y una radiografía al mismo tiempo de lo que estaba habiendo. El gol de Carbonell, aprovechando un contragolpe y definiendo por bajo, puso al filial contra las cuerdas.
Volver...
Y en esas, en vez de hundirse, mordió el protector dental y sacó la garra. Los ojos se le llenaron de sangre y, tras darse varios golpes en el pecho, se levantó del ring dando un salto de gimnasta. Sorprendió. Porque los de Raúl realizaron en torno a 40 minutos de un muy buen fútbol. Encerrando al rival, sometiendo, acosando. Y remontando. Primero fue Loren Zúñiga (había entrado por la lesión de Campos), quien remató tirándose en carrera y tras tocar en el larguero. Y ya en la segunda parte, Víctor Muñoz, con un zurdazo raso que tocó hasta en dos defensas. Tambores de resurrección. El Castilla ha vuelto. Rugido.
...para marcharse
Y tal y como lo hizo, se fue. Mordiéndose el labio. Porque cuando ya lo había conseguido y después de fallar Gonzalo un pase de la muerte casi a merced, se dejó empatar de manera irrisoria. Balón a la espalda de su defensa, centro raso y gol de Valverde. Así de simple. Con esa sencillez, se esfumó todo el trabajo previo. Raúl pidió más y, por momentos, algo menos. Porque el último cuarto de hora fue un frenesí que pudo caer para cualquier lado. Rock & roll, supongo. Ambos las tuvieron para ganar y acabaron en un empate que no vale para nada.
Alerta naranja
El Sanluqueño, al menos, se acuesta fuera del descenso. Pero el Castilla continuará una semana más en las llamas. En su autopista al infierno particular. Porque más allá de lo que pase, las sensaciones en torno al filial invitan a ponerse en lo peor. La juventud abunda en una categoría donde siempre acaba imponiendo su ley la veteranía. Del once del año pasado sólo queda Asencio. Demasiado Cambio Radical. Algo falla en el equipo de Raúl. En este barco. Ese que cinco jornadas después, sigue naufragando. Y la alerta, como la equipación, ya es naranja.