El Castilla llega demasiado tarde

El Castilla llegó tarde al partido. Demasiado. Cuando lo hizo, ya llevaba dos, Zelu y Nacho Ramón mediente, el Atlético Sanluqueño y Edgar estaba en la caseta con dos amarillas. Eran seis partidos sin conocer la derrota, pero con demasiado empate (cuatro) y poca victoria (dos). Encuentros con más fútbol que colmillo, con mejores sensaciones que resultados. En esta ocasión, en El Palmar, al séptimo llegó la cruz. La esperanza la instaló un gol de Aparicio y el epílogo se escribió con letras polémicas por un potencial penalti por derribo a Palacios sobre la bocina, pero la realidad es que el filial blanco ve el quinto puesto cada vez más lejos...

En su búsqueda por engancharse al playoff, dibujaba Raúl en la pizarra un esquema con fichajes. Nico Paz, Mario Martín y Vinicius Tobias (Carrillo está lesionado), supercampeones de España con los mayores, estaban de vuelta. Pero era el refuerzo, este verdadero, del Atlético Sanluqueño el que se colocaba en el centro del escenario. Zelu quedó libre en enero con el Othellos Athienou chipriota, el día 17 firmaba con los gaditanos y tres días después, bang. Los de Abel Segovia arrancaron mandones, con mucho más fútbol del presupuesto por los resultados, y a los 16 minutos estallaba El Palmar. Nacho Ramón remataba, Lucas Cañizares volaba y el rechace, en el punto del área, se convertía en un regalo para el recién llegado. Zelu, con todo el tiempo del mundo, le quitaba el envoltorio.

Se complicaba la batalla. Mucho. Pero aún más lo haría cuando ya tintineaba la sirena del descanso. Antes, el encuentro fue una sinfonía sin notas discordantes. Los verdes, cómodos con el resultado, apenas inquietaron con peligro a Cañizares. Los blancos sólo intimidaron a Samu Pérez con dos chuts lejanos de Theo Zidane y Nico Paz, sin llegar a instalar el nerviosismo en la grada. En el 44′ se dispararon los decibelios. Edgar ya había visto una amarilla cuando cortó un contragolpe con la mano al abrigo del descanso. Huerta de Aza no dudó. Segunda amonestación, roja y el Castilla enfilaba el vestuario con el gesto torcido. Por debajo en el marcador y también numéricamente.

La polivalencia de Mario Martín llevaba a Raúl a no mover el árbol. El capitán castillista pasó a ser central, pero también pivote. Una especie de líbero con el que el Siete buscaba no perder presencia en campo contrario ni sufrir en demasía. Un experimento que no cortocircuitó al Atlético Sanluqueño. De hecho, Álex Guti avisó y rozando la hora de partido, segundo zarpazo. Error grosero de Cañizares en la salida y entre Airam y Vacas cocinaron una jugada que terminó con Nacho Ramón fusilando al filial blanco, que no encontró las teclas correctas en todo el encuentro.

La esperanza fue Aparicio

Raúl buscó el milagro con mucho movimiento. Salían Gonzalo y el Toro, de puntillas por El Palmar, también Theo Zidane y entraban Manuel Ángel, Palacios y Víctor Muñoz. Después sería Obrador el que dejaría su lugar a un Esteban Aparicio que salvó un punto en el Di Stéfano ante el Ibiza. Con pundonor trataron los blancos de paladear una mínima esperanza. Y se subieron a la grupa del encuentro con el mismo protagonista que la semana anterior. Nico Paz abrió, Vinicius Tobias centró con música y Aparicio mandó a la red un testarazo sensacional.

La esperanza volvía a ser el killer del C. El Castilla vio un resquicio, aferrado a un Víctor Muñoz enérgico. Lo intentó Palacios, también Nico Paz. Mientras, los locales salían a la contra y Cañizares enmendaba su fallo con una intervención estupenda a disparo de Goma. Cal y arena para el guardameta. También para el Castilla, que reclamó sobre la bocina un posible penalti que pedía VAR. No existe en Primera RFEF y los blancos se llevan la frustración a la capital. La reacción llegó demasiado tarde. El playoff, a ocho puntos y con un partido más que los cinco de arriba, cada vez resulta más quimérico.

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