Más corazón que fútbol en un partido a tirones

Un partido de Segunda. Eso fue el Racing-Tenerife. Intenso, con más ganas que control, más duelos que combinaciones, goles que penalizan errores y no demasiadas ocasiones. Pero no fue un mal partido. Nadie se aburrió en la noche de perros que hizo en El Sardinero. Eso sí, como decía Felines, el que quiera espectáculo, lo que se entiende por espectáculo, que vaya a ver a Lina Morgan. O a Rosalía, en el siglo XXI.

El partido arrancó con el Tenerife más enchufado. Y con colmillo. Al minuto de juego ya tuvo una clara ocasión que Borja Garcés, solo en el segundo palo, malogró rematando popr encima de la portería. El Racing, impreciso, regalaba el balón a las primeras de cambio y los canarios percutían una y otra vez, especialmente por la izquierda. Y así estaban las cosas, mejor los visitantes, cuando un pase horizontal, y muy malo, entre los centrales tinerfeños lo cortó Íñigo Vicente y, a lo Rodrygo Goes, con el exterior del pie derecho, colocó el balón junto al palo. Golazo y golpe de timón en el partido.

A partir de ahí, el Racing se puso en modo contrataque, en bloque bajo, los chicharreros subieron todavía más a los laterales y empezaron a colgar balones en busca de Enric Gallego, que a la media hora marcó un gol, que anuló el árbitro por auparse el catalán sobre los hombros de Rubén Alves. Pareció claro. A partir de ahí, la presión tinerfeñista remitió ligeramente, el juego se igualó más y el Racing se fue al descanso con 1-0, excesivo premio para sus méritos.

La segunda mitad la empiezan mejor los locales, pero el que marca, cosas del fútbol, es el Tenerife. A partir de ahí, con media hora por delante, el partido se abrió y, en medio de un tremendo aguacero, el juego iba para un lado y para el otro sin control. Con corazón, con brío, pero con más ganas que fútbol. O por lo menos, fútbol académico, con un plan claro de alguno de los dos equipos. Había hambre. Había, también, durante muchos minutos, un auténtico diluvio y ya tiene valor como aguantaron el tipo los dos equipos.

El partido estaba en los últimos 20′ para que pasara cualquier cosa, en cualquier área, en cualquier momento. Pero no pasó. Hubo ocasiones, no muy claras, en ambos lados, hubo muchos choques, hubo un árbitro con un criterio difícil de entender, el Racing pidió un penalti a Aldasoro, que lo pareció, pero ni el árbitro ni el VAR lo vieron (no debió serlo). Hubo de todo, pero no pasó nada. Al final, justo reparto de puntos.