Lección de cantera en El Molinón

El Villarreal B rompió la banca en Gijón. En la hora del almuerzo, el filial amarillo se le indigestó al Sporting y dio una lección de nivel de cantera en el fútbol actual. En la semana de la reinauguración de Mareo, el equipo de Miguel Álvarez provocó un roto importante en El Molinón y dejó el mensaje del nivel competitivo que pueden alcanzar futbolistas en formación cuando en un partido se encuentran con la tormenta perfecta y todo fluye a la perfección.

Llegó el colista al estadio gijonés como el peor visitante de la competición y con solo 14 goles marcados (y 35 encajados) lejos de su estadio en toda la temporada, pero encontró el escenario perfecto para alcanzar su mejor expresión guiado por un Javier Ontiveros espectacular como reconoció la desquiciada afición local. La ovación con que despidió al jugador marbellí contrastó con la enorme pitada a su equipo cuando los jugadores locales se despidieron, como siempre, desde el centro del terreno.

Fue una petición de perdón de los jugadores locales porque el Sporting despachó un partido calamitoso. Los errores defensivos condenaron a un equipo que también debe de andar perturbado por tantos cambios en las alineaciones. La derrota, la primera que ve en casa el patrón Alejandro Irarragorri --presente en el palco--, es muy dolorosa porque frena de forma estrepitosa su carrera por meterse en el playoff de ascenso. Llegar al ascenso directo parece una quimera para este equipo.

En cambio, el sorprendente triunfo es un impulso para el Villarreal B en su lucha por la permanencia. El filial amarillo tuvo, primero, calidad para mandar en el juego durante la mayor parte del partido y aprovechar tres de las ocasiones que se le presentaron y, después, para conservar el resultado sin perder la compostura, como suele suceder con equipos inexpertos. Después del 0-2 al descanso con los goles de Forés --otro crack en Gijón que repitió en la segunda parte-- y el propio Ontiveros, que también estrelló una falta en el larguero, Hugo Novoa, Rodrigo y Pascual tuvieron ocasión para hacer aún mayor el roto.

El Sporting, por su parte, nunca encontró su sitio en el campo. Numerosas pérdidas en las entregas y en las disputas, añadido de nuevo a errores de bulto o facilidades en defensa, como se quieran llamar, provocaron el desaguisado. En ataque, Mario González fue el delantero más peligroso y tuvo el gol en sus botas y en su cabeza al menos tres veces, dos de ellas muy buenas en la segunda parte, pero le faltó acierto. De Djuka o Gaspar poco se supo esta vez como en general de un equipo que sigue desinflándose muy poco a poco en esta liga.

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