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Virginia y la depresión: “No comía, no dormía, jugar era una obligación”

La centrocampista del Atlético ha sido elegida futbolista del año para The Guardian, medio en el que relata que el cáncer “dolió”, pero el accidente de su madre fue lo que más le afectó.

INMA FLORESDiarioAS

Hay deportistas que trascienden y Virginia Torrecilla (Cala Millor, 1994) es una de ellas. La centrocampista del Atlético ha sido elegida futbolista del año para The Guardian, un premio otorgado siempre a un jugador o jugadora que ha hecho “algo notable, superando la adversidad, ayudando a otros o dando ejemplo deportivo”. La balear está limpia del cáncer que sufrió, volvió a los terrenos de juego (enero de 2022) y ha visibilizado una enfermedad que la llevó a perder 16 kilos. Sin embargo, tal y como relata en el prestigioso diario británico, lo que más le ha afectado en los dos últimos años ha sido el accidente de su madre, en silla de ruedas desde entonces: “Entré en una depresión, no quería salir de casa”.

Virginia coge el relevo del danés Simon Kjær, elegido futbolista del año por The Guardian en 2021 tras socorrer a Erikssen cuando se desplomó durante un partido de la fase de grupos de la Eurocopa, y se une a una lista de premiados en la que también está el español Juan Mata (2017) y las futbolistas Bunny Shaw (2018) y Megan Rapinoe (2019).

Operada de un tumor cerebral en mayo de 2020, la centrocampista balear se sometió a un tratamiento de 13 meses, 30 rondas de radioterapia y 15 ciclos de quimioterapia. Un proceso largo en el que llegó a perder 16 kilos: “Terminé la quimioterapia, estaba muy débil, muy, muy débil, pesaba 40 kilos, no podía comer. Mi madre se quedó para volver a ponerme de pie. Y cuando empiezo a sentir que estoy bien otra vez, como si pudiera continuar…”.

Entonces, en junio de 2021, llegó un accidente de tráfico que marcó para siempre su vida y la de su progenitora, Mari, ahora en silla de ruedas. “El cáncer me dolió, pero fue el accidente de mi mamá lo que realmente me afectó. No podía entender por qué la vida me da una segunda oportunidad luego de que pasa eso. Fue difícil de aceptar. De hecho, todavía estoy trabajando en eso”, relata en el diario británico la jugadora del Atlético, que iba al volante en el percance.

Su coche fue golpeado por detrás y los guardias civiles le dejaron claro que no fue su culpa, pero ella no lo sintió así: “Después de seis meses en el hospital de Toledo, para rehabilitación, preparándola para la vida en la silla... Siempre había sido positivo pero me convertí en una persona muy negativa. Me culpé a mí misma. Mi madre había venido a Madrid por mí, a cuidarme. Nunca me he perdonado”.

Torrecilla quiso entonces dejar el fútbol, todo. Les dijo a sus padres que no quería seguir, pero ellos le respondieron que ni lo pensara, que tenía que seguir adelante. “Luchando contra el cáncer, no vi a un psicólogo: sabía a lo que me enfrentaba. Pero cuando eso pasó, no supe qué hacer, si valía la pena seguir aquí. estaba hundida. Entré en una depresión. No quería salir de casa. Vine a entrenar porque era mi trabajo. Solo quería ir a casa, estar con mi familia. Estaba tan deprimida... No comía, no dormía. Jugar era una obligación”, detalla una futbolista que ha conseguido lo que muy pocos deportistas pueden lograr: ser un ejemplo dentro y fuera del lugar en el que compiten: “Estoy feliz de haber superado un tumor y poder dar voz a los que luchan. La vida me ha hecho entender cosas que nunca antes entendí”.

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