El Cacereño, crisol de culturas
El equipo de Extremadura se ha convertido en la revelación de la Primera RFEF. Jugadoras de varias nacionalidades conviven en su plantilla.
La Primera RFEF es un lugar lleno de talento, pero sobre todo, de exigencia. Rayo Vallecano, Eibar, Espanyol… Entre ellos, hay un equipo revelación: el CP Cacereño. Los resultados hablan por sí solos: 40 puntos, 11 victorias y 7 empates. Solo han perdido en cinco ocasiones las de Ernesto Manuel Sánchez Barra (Cáceres, 1981). Muchos se han sorprendido del buen rendimiento del equipo. No era sencilla la tarea que tenía el cuerpo técnico, teniendo en cuenta el crisol de nacionalidades que hay en el vestuario. Japón, Colombia, Chile, Estados Unidos, Nigeria… El entrenador, muy consciente de esta circunstancia, incluye, entre sus métodos de trabajo, facilitar la adaptación de los nuevos fichajes. Considera importante conocer de dónde vienen, sus costumbres… para así mejorar este proceso.
En conversación con AS, recalca algunos aspectos que considera fundamentales, deteniéndose en la parcela más emocional, ya que uno de sus objetivos es que “sientan el escudo como el suyo propio y compitan como si fuera un equipo cercano a sus raíces”.
La integración y la cohesión son dos conceptos claves para el entrenador, que tiene claro que “tratarlas como jugadoras profesionales les ayuda a sentirse cómodas”. En la buena acogida del vestuario están algunos de los secretos del preparador para que al equipo no le influya de manera negativa los diferentes lugares de procedencia de las jugadoras.
En esa línea se encuentra Tatiana Fernández (Cáceres, 1993), una de las líderes del vestuario, que considera “un gustazo” encontrarse a personas de lugares tan diversos y hace hincapié en otra razón de peso para el buen desarrollo y el crecimiento del equipo: las relaciones personales. “Somos una familia, todas vamos a una, e incluso somos amigas. Quedamos muchos días fuera del vestuario para comer, cenar y hacer vida más allá de los terrenos de juego”.
La comida es un nexo de unión para las jugadoras del Cacereño, como indica la guardameta, que ejemplifica ese buen ambiente con la gastronomía, ya que cada una prepara al resto de sus compañeras platos típicos de sus lugares de origen como refuerzo de un clima de confianza y cercanía entre toda la plantilla, lo que favorece que haya mejor comunicación tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Además, el entrenador transmite que no solo el tiempo de ocio es importante para sus futbolistas, sino que otro de los pilares de la adaptación a España y la ciudad es el crecimiento como personas, siendo una parte fundamental su formación, que está integrada en el día a día de las jugadoras, como es el caso de la chilena Bárbara Santibáñez, la cual ha obtenido los cursos de entrenadora. Por otra parte, el conocimiento del idioma es fundamental. Martínez destaca que todas son conocedoras del español, ya que la compresión en el campo es lo más importante.
Por otra parte, la parcela deportiva es lo más relevante para todo equipo de fútbol. Especialmente en las categorías más alejadas de la élite. Los resultados lo son todo, y pueden marcar la viabilidad de un proyecto. Dentro del club, lo saben muy bien. La guardameta expresa que “el trabajo, la humildad y el sacrificio” son gran parte de los factores del éxito de este conjunto, que no le tiene miedo a nadie, pero mantiene los pies en el suelo.
Precisamente, de la adaptación y de lo que supone estar fuera de casa, sabe mucho Edna (Nigeria, 2000). La delantera del cuadro extremeño, y pichichi, analizaba esta circunstancia, expresando que se ha sentido “muy cómoda”, debido al buen recibimiento de sus compañeras. Desde su experiencia, indica que a medida que han ido llegando el resto, “a cada una que ha llegado, la hemos tratado como si fuera nuestra hermana. Hemos tratado de acogerlas lo mejor posible y que no se sientan solas”. En su caso, gracias al trabajo realizado por el entrenador, sus compañeras y el cuerpo técnico, los resultados son inmejorables: nueve tantos en 23 partidos siendo titular indiscutible.
Cada vez quedan menos jornadas. La temporada acaba en el mes de mayo, y al Cacereño solo le quedan siete encuentros para intentar lograr el ansiado ascenso a la Liga F. Tanto jugadoras como cuerpo técnico están centrados en el día a día, en el ‘partido a partido’, y reconocen que tienen muy claro de “dónde venimos, tenemos los pies en el suelo y somos ambiciosos conociendo nuestras limitaciones”. Palabra de entrenador. En su misma línea se expresa Tatiana, que indica que “todas y cada una de las personas trabajamos para llevar el nombre del Cacereño lo más arriba posible”. Primera División es un sueño, cada vez más real, y que puede tener el nombre de un club que sueña con alcanzar las estrellas.